Hacen magia los Reyes aun en pandemia

6 enero, 2022

La señora María Modesta con el regalo para su nieta. Foto Duilio Rodríguez

La pandemia no evitó que los Reyes Magos desafiaran la noche en las calles del Centro Histórico en busca del juguete ideal  

Texto y fotos: Duilio Rodríguez

CIUDAD DE MÉXICO.- Los Reyes Magos se encontraron en la madrugada en el corazón de la Ciudad de México, recorrieron la calle de Correo Mayor hasta llegar a la calle de Aztecas, en Tepito, en busca de juguetes.

María Modesta tiene 61 años, trabaja en el servicio de limpieza de la Ciudad. Está aquí para comprarle un regalo a su nieta de seis meses de edad. Con timidez se acerca a un puesto donde hay unos cuantos juguetes musicales. Después de pensarlo un rato, pregunta el precio de un pequeño piano color azul y rosa. El precio no parece convencerla del todo, así que toma otro juguete más pequeño y vuelve a preguntar. Con su salario de 200 pesos al día busca algo que haga feliz a su nieta.

Cerca de la medianoche la señora Modesta por fin decide llevarse el pianito. Debe apresurarse, en unas cuantas horas, exactamente a las seis de la mañana, tendrá que regresar a estas mismas calles a barrer toda la basura. Tiene el tiempo justo: tarda dos horas en llegar a su vivienda en Valle de Chalco, al oriente de la Ciudad, dejará el regalo en la cuna de su nieta y volverá al Centro Histórico para trabajar.

María modesta en busca de el mejor precio para comprar un regalo para su nieta de 6 meses de edad. Foto Duilio Rodríguez.

Entre montones de basura, fritangas y olor a drenaje, familias completas observan casas de muñecas, súper héroes, cochecitos, globos, luces y muchas armas de plástico que pueden disparar pequeñas bolas llenas de agua a las que llaman balas de hidrogel.

“Lleve lo último para los niños”, gritan los comerciantes: muñecos que salen en series o películas infantiles, los muñecos de “Fornite”, “little pony”, o unas figuras de silicón multicolor con pequeñas burbujas que sirven para apretarlas hasta el cansancio, llamadas “Pop it”.

Mientras que los vendedores compiten a gritos para atraer las ventas. Los Reyes Magos revisan los precios y su cartera, a ver si les alcanza para comprar el mejor regalo.

Son casi las once de la noche y aunque algunos puestos empiezan a levantarse, en la calle aún hay  opciones para encontrar cualquier juguete. Muchos comerciantes permanecerán hasta la una de la mañana con la esperanza de vender más o regresarán a las cinco para atraer a quienes no pudieron comprar antes. Según los propios vendedores, este año debido a la pandemia se tienen que retirar más temprano.

Más adelante, sobre la calle del Carmen entre República de Venezuela y Bolivia hay más comercios. En este tramo, además de los puestos ambulantes en las banquetas hay un corredor extra de vendedores al centro de la calle que dificulta el paso de las personas que se apretujan para pasar. 

Un comerciante de la zona me comenta que la distribución de los puestos depende de los líderes y que cada uno de ellos tiene el control de su calle.

“Algunos pagamos 5 mil pesos al líder para podernos poner a vender, pero donde hay puestos en medio cobran un poco menos”.

Comerciante.

Entre los puestos y la gente pasan hasta tres jóvenes montados en motonetas que van y vienen. Otras personas pasan por aquí con carritos del supermercado para llenarlos de juguetes.

Ricardo carga sobre su cabeza la casa de Barbie dentro de una enorme caja. Con una gran sonrisa responde por qué decidió esperar tanto para comprar sus regalos. La respuesta es muy sencilla: para él es un ahorro importante comprar cuando los vendedores se están retirando. La misma casa de muñecas que acaba de comprar a su hija de 7 años de edad, la consiguió 200 pesos más barata que el precio que tenía en la mañana y hasta 500 pesos menos que si la hubiera comprado en una tienda departamental. 

“No crea que soy como todos los mexicanos que dejamos todo al final, con lo que me ahorro ahorita, puedo comprar otros regalos para mi niña o mi esposa, de eso se trata la economía”.

Ricardo, padre de familia.
Ricardo, con el regalo para su hija. Foto Duilio Rodríguez.

A altas horas de la noche, los vendedores prefieren bajar sus precios para no quedarse con juguetes que podrán vender hasta el siguiente año.

En medio de la calle, una señora y su esposo ofrecen una mesa llena de pistolas de juguete. Permanecen hasta el final porque viven en el edificio que está enfrente.

La pareja se dedica al comercio informal desde hace 15 años. Dicen que las ventas no son como antes y que han tenido que emplearse para sobrellevar los gastos familiares.

“Las pistolas de juguete siempre ha sido de lo que más se vende en las calles, antes había réplicas de metal que yo personalmente no vendía a los menores de edad a menos que vinieran sus padres con ellos y se hicieran responsables, ahora las pistolas son de plástico”.

Julio Sánchez, comerciante.

Recuerda con nostalgia las ventas de estas fechas que antes eran como una verbena familiar, que se extendía hasta la mañana.

La compra de armas de juguete sigue siendo de las preferidas de los padres de familia. Foto Duilio Rodríguez. 

Conforme pasan las horas, la calle que durante el día estuvo repleta de gente empieza a quedarse vacía. El ruido ahora es el de los fierros que sostienen las tiendas que los vendedores desarman. En la acera de enfrente un hombre ebrio, solitario, grita y patea botes de cerveza tirados en el piso.

Algunos barrenderos comienzan a llegar acompañados del característico sonido que producen sus escobas construidas con ramas secas con las que barren las aceras. Así, en las calles aledañas al Palacio Nacional, los Reyes Magos se encontraron con juguetes más baratos, un montón de basura y nada de medidas sanitarias.

Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.