Desde hace dos décadas Elisa Xolalpa es víctima de un intento de feminicidio y necesita que la Fiscalía de Ciudad de México reconozca que la carpeta de su investigación extraviada para que el nuevo proceso pueda avanzar. Falta más que una fiscal con “acercamiento cálido y humano”. Falta el reconocimiento de los delitos que también la autoridad comete
Twitter: @celiawarrior
El día en el que la titular de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), Ernestina Godoy, se presentó en la explanada de la alcaldía Xochimilco, Elisa Xolalpa Martínez dejó todo lo que tenía que hacer, tomó la manta con la que suele manifestarse y se presentó en el lugar. Ahí desplegó la lona, en la que aparece su silueta, tomando un megáfono en las manos, enmarcada por la frase “Las mujeres sabemos hacer justicia”, y esperó su turno para hablar personalmente con la fiscal.
El evento, se enteró Elisa, era parte del programa público “La fiscal en tu alcaldía te atiende”, que promete “generar un acercamiento cálido y humano con la ciudadanía”. Significaba una oportunidad de oro para poder presentar a la responsable máxima de la Fiscalía el principal de sus problemas, derivado de un delito que le fracturó de por vida y desde hace más de dos décadas permanece impune.
Elisa dice que la fiscal Godoy ya la conocía o por lo menos conocía de su caso. Pero ella quería hablarle de la situación particular que le corresponde a la autoridad a su cargo: el reconocimiento por parte de la FGJCDMX de la pérdida de la carpeta de investigación de hace 21 años.
Era 2001 y ni a nivel federal ni en Ciudad de México (entonces Distrito Federal) se habían publicado las leyes de acceso a una vida libre de violencia para las mujeres que reconocen la existencia del feminicidio. Fue hasta 2007 que se publicó la Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia y en 2008 su par en la capital. Aunque en los códigos penales federal y local quedó plasmado como delito hasta 2012, nueve años después del ataque. Así que el delito del que Elisa fue víctima ni siquiera fue llamado, mucho menos tipificado, como lo que ella puede nombrar ahora: un intento de feminicidio.
Originaria de San Luis Tlaxialtemalco, en Xochimilco, Elisa era una adolescente cuando fue atacada por su pareja en ese momento y papá de su bebé. El 12 de noviembre su agresor la golpeó y sometió para después rociarla con una sustancia corrosiva que le causó quemaduras de tercer y cuarto grado en 40 por ciento de su rostro y cuerpo. Durante el proceso, ella relata que la amenazó con matarla y aventarla al canal para que nadie la encontrara.
Elisa logró huir y sobrevivió al brutal acto de violencia después de meses de hospitalización. Pero los hechos fueron denunciados ese mismo día por sus familiares en la Fiscalía desconcentrada de Benito Juárez. La averiguación previa inició por lesiones dolosas o intencionadas y se señaló como responsable a Javier Edilberto “N”, su entonces pareja. Años más tarde, cuando se recuperó del ataque y quiso conocer el estatus de la investigación en la Fiscalía de Benito Juárez la enviaron a otra oficina, que a su vez la envió a otra.
Durante años Elisa vivió ese periplo, aunado a nuevas amenazas de los familiares de su agresor, en su comunidad. En una ocasión, en 2008, cuando intentó pedir información a la fiscalía de Benito Juárez, una vez más la autoridad le contestó que no existía una averiguación previa con el folio que ella tiene o con su nombre. La carpeta de la denuncia original estaba extraviada. Por este hecho, hasta la fecha la fiscalía se ha defendido, culpando a Elisa por no continuar la denuncia en su momento.
En 2019, ante la reaparición de su agresor y nuevas amenazas, Elisa lo denunció y por ese nuevo delito, que pudo presentar como violencia familiar, Javier Edilberto “N” fue detenido en 2021. Ante ese proceso judicial nuevo, en el que ahora sí fue acompañada por primera vez por autoridades y sobre todo por otras mujeres activistas, Elisa se fortaleció.
Luego, en 2021 Elisa realizó una nueva denuncia, hoy investigada formalmente como feminicidio en grado de tentativa. Porque por los hechos del 2001 el agresor no ha sido juzgado y porque por la negligencia y/o corrupción de la entonces Procuraduría, hoy Fiscalía, nadie se ha responsabilizado. Necesita que finalmente esta autoridad reconozca que la carpeta está extraviada para que el nuevo proceso pueda avanzar.
Recién, un poco de justicia se vislumbró para Elisa: en noviembre de 2022 la recomendación 08/2022 de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México reconoció la violación a sus derechos. Como responsable señaló a la FGJCDMX por omitir su obligación de garantizar el derecho de acceso a la justicia en la investigación por violencia feminicida y el derecho a una vida libre de violencia. De aceptar la recomendación —que debería suceder en las próximas semanas— la autoridad tendrá que reparar el daño de manera integral.
El día que Elisa fue a la explanada de la alcaldía en Xochimilco a hablar con Ernestina Godoy, ésta la escuchó y se comprometió a hacer lo necesario para resolver su problema, cuenta. Pero, hasta el momento, eso no ha sucedido. Falta más que una fiscal con “acercamiento cálido y humano”. Falta el reconocimiento de los delitos que también la autoridad comete. Falta la reparación del daño. Y falta lo que sea que acerque un poco más a Elisa a la verdadera justicia.
Periodista
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