14 noviembre, 2019
La decisión de otorgar asilo al expresidente de Bolivia, Evo Morales, es el ejemplo más claro de la nueva política exterior de México y un rescate de una tradición con más de un siglo. Pero con ello Andrés Manuel López Obrador envía una serie de mensajes: a México, al resto de América Latina… Y al hígado de sus adversarios
Twitter: @anajarnajar
La primera vez que escuché la frase fue en la sala de prensa de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial, hoy Secretaría de Economía.
Entre los teclazos de las máquinas de escribir (las computadoras no eran tan comunes), algunos compañeros discutían los datos que destacarían en sus notas.
En esos cónclaves era frecuente escuchar la conclusión: “Volemos en parvada” decían. Es decir, las historias que se publicarían al día siguiente, o se difundirían en radio y televisión, serían casi iguales.
A veces era una forma legítima de resolver dudas con la información. Pero otras pretendían crear una especie de campaña contra algún funcionario o empresario que no se portaba bien con los periodistas.
El recuerdo se aparece esta semana, cuando veo los titulares y enfoques de algunos diarios con la noticia del asilo en México al expresidente Evo Morales.
Casualmente critican, de la misma forma, la decisión de proteger al controvertido personaje o el costo que supuestamente costaría al erario la estancia de Morales y sus acompañantes, por ejemplo.
Inclusive algunos como El Universal y Reforma criticaron que se asignaran al exmandatario escoltas militares que formaron parte del Estado Mayor Presidencial, disuelto por López Obrador desde diciembre pasado.
Acusan una presunta contradicción en el discurso de AMLO, como se conoce al presidente, y hasta un pretendido favoritismo con un personaje con quien coincide ideológicamente.
Parecen olvidar que si bien ese cuerpo militar ya no existe, los elementos que lo componen siguen en el Ejército con funciones en las que son expertos.
La jugada es obvia: se trata de nutrir la campaña de odio en contra de quien los derrotó en las urnas en 2018. Una especie de revancha por los privilegios cancelados.
Ni hablar de la suciedad en que algunos políticos –vinculados al derrotado Partido Acción Nacional- sumieron las redes sociales de internet.
En este festín de lodo participaron con entusiasmo académicos, escritores, cantantes y otros personajes a quienes muchos creían inteligentes y sensatos.
Es uno de los mensajes de estos días. El odio desnudó la verdadera naturaleza de muchos personajes.
Pero no es el único, porque el asilo político del expresidente Evo Morales en México representa un momento clave para la administración de López Obrador.
Desde el inicio de su mandato empezó una serie de cambios en el estilo de gobierno que caracterizó al país durante casi 40 años.
Uno de los cambios es la relación con América Latina, a la que se restó prioridad en años pasados.
No es sólo una modificación en las formas. En los últimos meses la diplomacia mexicana ejerce una firmeza en algunos temas que no se había visto en décadas.
Un ejemplo fue la postura en el Grupo de Lima ante sus críticas al gobierno del presidente Nicolás Maduro de Venezuela. México se abstuvo de votar resolutivos de condena al régimen de ese país, con el argumento de la Doctrina Estrada que ahora rige su política exterior.
Otro cambio es la determinación de incluir a los países del Triángulo Norte de Centroamérica –Honduras, Guatemala y El Salvador- en las negociaciones y acuerdos con Estados Unidos.
Pero el caso más evidente de la diplomacia en la era de López Obrador es el asilo a Evo Morales, una decisión que desató controversia en el país y que el presidente defiende.
Va más allá: a diferencia de otros episodios críticos en Latinoamérica, cuando los distintos gobiernos expresaron posiciones mesuradas, esta vez el México expresó claramente su rechazo al golpe de estado en Bolivia.
Es otro mensaje, dirigido a los opositores del actual gobierno y a quienes desde el 2 de julio de 2018 no cesan en su promoción a un golpe blando en México.
Pero también es un mensaje al resto del continente. Lo dijo el canciller Marcelo Ebrard este martes. Sin duda alguna, expresó, “en toda América Latina, el Caribe y el resto del mundo esto va a tener una repercusión importante para las posiciones y la presencia de México”.
En otras palabras, el asilo a Evo que concedió Andrés Manuel es una medalla para López Obrador ante sus pares de Latinoamérica, necesitados de un personaje que encabece un frente progresista y de resistencia al autoritarismo de la derecha.
Un mensaje directo al hígado de sus adversarios.
Columnas anteriores:
¿Regular la prensa con la prensa?
Marihuana: la letra chiquita de su legalización
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona