Estudio muestra panorama desalentador para los anfibios: 40% de las especies está en riesgo de extinción

15 diciembre, 2023

Hyperolius substriatus, una rana nativa de Kenia y Tanzania, Foto: cortesía de Tim Davenport / Re:wild.

La deforestación y los hongos letales ya habían sido señalados como causas del declive, pero ahora los biólogos resaltan el papel de la crisis climática: las altas temperaturas y la baja humedad afectan la respiración de los anfibios, que en parte se realiza a través de la piel

Por: Suzana Camargo / Mongabay

Fotos: Cortesía

BRASIL. – La rana Tepequém (Anomaloglossus tepequem) solía verse en grandes números en los arroyos en la Sierra de Tepequém, en el estado de Roraima. Es endémica de Brasil y de esta localidad específica, es decir, solo habitaba en ese lugar específico del planeta. Lamentablemente, ahora se cree que ha desaparecido en la naturaleza. Esta especie amazónica no ha sido vista desde la década de los noventa.

Esta rana es una de las 26 clasificadas como posiblemente extintas en el país, según el último estudio global de anfibios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Los números son alarmantes: dos de cada cinco especies de anfibios están amenazados.

Más de mil expertos alrededor del mundo participaron en el estudio. Se analizaron 8 000 especies de anfibios  —incluyendo sapos, ranas, salamandras, culebras ciegas y otras—, casi 3000 más que en el análisis más reciente, realizado en 2004.

Melanobatrachus indicus, también llamada la rana galaxia a la izquierda, es una de las especies más raras de India, redescubierta solo en 1997. A la derecha, el Ghatixalus asterops de la India también se considera en peligro de extinción. Fotos: cortesía de Sandeep Das/UICN.

Esta vez lo destacado es el creciente papel del cambio climático en el declive global de los anfibios, considerados los más amenazados de todos los animales vertebrados. El 40 % de sus especies corre algún riesgo de extinción.

La deforestación, la pérdida de hábitat y la aparición de enfermedades como la quitridiomicosis que ha devastado poblaciones enteras, ya estaban documentadas como amenazas, pero ahora los biólogos advierten que las temperaturas en aumento, la baja humedad y la sequía, consecuencias del cambio climático, están aumentando aún más la presión sobre muchas especies de anfibios.

Según la investigación que estudió el periodo de 2004 a 2022, más de 300 especies estuvieron muy cerca de la extinción, y el 30 % de estos casos fueron causados principalmente por la crisis climática.

“El agua es esencial para la reproducción de los anfibios. En ella se reproducen y nacen los renacuajos”, explica el biólogo Iberê Farina Machado, coordinador de Evaluación de Anfibios en Brasil de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN y uno de los coautores del artículo.

Además, los cambios en la temperatura y la humedad tienen un impacto en su salud y ponen en riesgo su supervivencia. “Los anfibios tienen la piel húmeda y respiran a través de ella. Algunas especies utilizan un cierto porcentaje de sus pulmones y otro porcentaje de su piel para el intercambio de gases, o viceversa. Si el clima es demasiado seco, esto afecta su respiración”, agrega Machado.

El mapa producido por el estudio revela dónde se encuentran las 2873 especies de anfibios amenazadas de extinción; la mayoría están en áreas de gran altitud, donde cada vez hay menos humedad disponible.

26 especies posiblemente extintas en Brasil

Brasil es el país con la mayor diversidad de anfibios del mundo, albergando alrededor de 1200 especies. Casi un tercio de ellos han sido evaluadas por primera vez en este nuevo informe.

La evaluación halló que 189 especies están actualmente clasificadas como en Peligro crítico, en Peligro o Vulnerable de extinción en Brasil en la escala de la UICN. Además, el aspecto más preocupante es que la gran mayoría de las especies amenazadas son endémicas.

“El escenario es aún más desolador cuando tenemos en cuenta las 26 especies clasificadas como posiblemente extintas, ya que no han sido avistada en entornos naturales desde la década de los ochenta o antes”, señala Machado.

Este es el caso de la pequeña rana verrugosa (Holoaden bradei) y la rana de piedra de Petrópolis (Thoropa petropolitana), ambas encontradas en la mata o bosque Atlántico —un bioma presente en Brasil, Paraguay y Argentina— en el siglo pasado. Sin embargo, la última vez que se vio a esta rana en los arroyos de la sierra de Río de Janeiro fue en 1982.

Nyctimantis pomba, una especie en peligro crítico endémica de una única región en la Zona da Mata de Minas Gerais, Brasil. Foto: cortesía de Diego José Santana/UICN.

El biólogo explica que en Brasil, la deforestación, así como la expansión agrícola y urbana siguen siendo las principales causas de extinción de los anfibios. Sin embargo, el cambio climático está cada vez más presente.

Se estima que, por ejemplo, en los últimos 40 años, la Amazonía se ha calentado 1 grado centígrado y ha experimentado una reducción en las precipitaciones de hasta un 36 % en algunas áreas. Las sequías extremas en el bioma son cada vez más recurrentes. En este mismo momento, los estados de la Amazonía están experimentando una de las peores sequías de la historia. Los ríos se han secado y la navegación se ha interrumpido, dejando a las poblaciones ribereñas sin acceso a alimentos y agua potable. Cientos de delfines han sido hallados muertos en el Lago Tefé.

“A medida que los humanos provocan cambios en el clima y los hábitats, los anfibios son incapaces de moverse muy lejos para escapar de la frecuencia e intensidad crecientes del calor extremo, incendios forestales, sequías y huracanes provocados por el cambio climático”, dice Jennifer Luedtke Swandby, coordinadora de la Autoridad de la Lista Roja del Grupo de Especialistas en Anfibios de la UICN y una de las involucradas en el estudio.

Sapo cornudo de Palawan (Megophrys ligayae), una especie en peligro endémica de Filipinas. Foto: cortesía de Robin Moore/Re:wild.

Los anfibios de alta altitud son los más afectados

La sequía es sinónimo de falta de agua y humedad. En este preocupante escenario para la supervivencia de los anfibios, uno podría imaginar que los que viven en zonas bajas serían los más impactados. Sin embargo, este no es el caso. Las especies que viven en áreas más altas, a más de 1 600 metros sobre el nivel del mar, mueren más rápidamente.

En regiones con grandes cordilleras, como el Parque Nacional Itatiaia en Río de Janeiro o el Monte Roraima en el norte del país, sapos, ranas, ranas arbóreas y otros anfibios sufren más las perturbaciones climáticas.

“Hemos notado que las líneas de nubes están subiendo cada vez más, lo que significa que hay menos humedad disponible para ellos en la cima de las montañas. Y dado que no pueden subir más, terminan convirtiéndose en rehenes del clima”, dice el biólogo brasileño.

A la izquierda, una rana de la especie Ghatophryne ornata, nativa de la cordillera de los Ghats occidentales en el sur de India. Imagen cortesía de Sandeep Das/UICN. A la derecha, la rana cristal (Hyalinobatrachium aureoguttatum), que habita en los bosques de Ecuador, Colombia y Panamá. Foto: cortesía de Robin Moore/Re:wild.

La pérdida de tantas especies y la probable inminente extinción de otras son recordatorios de la urgente necesidad de contener las causas del cambio climático y mitigar sus efectos. Los anfibios son bioindicadores importantes de la salud de sus ecosistemas y, en consecuencia, del planeta.

“El mundo en calentamiento está perdiendo muchas más especies, lo que sirve como una advertencia para nosotros”

dice Machado.

“Los anfibios están desapareciendo más rápido de lo que podemos estudiarlos, pero la lista de razones para protegerlos es larga, incluyendo su importancia para la medicina, el control de plagas, que nos alertan sobre las condiciones ambientales y que hacen el planeta más hermoso”, añade Kelsey Neam, coordinadora de prioridades y métricas de especies en la organización Re:wild y una de las autoras principales del estudio.

Este artículo se publicó originalmente en Mongabay, aquí puedes consultarlo.

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