La pandemia imposibilitó clases en comunidades remotas donde la educación a distancia no es una opción: no hay tele, no hay señal, no hay luz. De por sí, muchos maestros recorren hasta 15 horas para llegar a sus aulas. A pesar de las distancias y la pandemia, muchos profesores organizados continúan con su labor pedagógica. Estas son algunas de sus historias
Texto: Daliri Oropeza
Fotos: Cortesía Sección VII CNTE
La profesora Greisy aprende tseltal para poder dar clases en la comunidad de Nueva Esperanza, en la zona selvática a la entrada de la Lacandona. Ella es originaria de una comunidad de la zona Mam del Soconusco, municipio de Cacahoatán. Desde su comunidad mhace 13 horas de viaje en transporte público hasta el municipio en Ocosingo, y de ahí todavía necesita tres horas de terracería para llegar a su escuela.
Greisy tiene 13 años dando clases en el preescolar de esta comunidad, donde la mayoría de las personas hablan su propia lengua. Asegura que ha aprendido el idioma poco a poco, sobre todo frases con palabras que les interesan a las infancias como, pej’pen, que significa mariposa, o ixim, que significa maíz.
—Empecé —dice— con escuchar las primeras palabras que decían los niños, preguntarle a los papás qué significan las palabras, algunos que nos tradujeran y así escuchar, entender, aprender, escribir. Todo mundo lo habla pero pocos lo escriben.
Como maestra, es la primera vez que Greisy vive algo tan fuerte como la pandemia y la cuarentena. Distintas comunidades en Chiapas cerraron sus accesos para impedir el paso del virus. Esto provocó que el transporte público disminuyera las corridas al mínimo. Acceder a las más lejanas comunidades triplicó el trayecto.
—También me pregunté si nosotros seríamos los que llevamos la enfermedad. Ellos se mantienen en su ambiente. Hay que cuidar a la comunidad.
Ella iba cada domingo a Nueva Esperanza. Se queda en esta región selvática toda la semana para poder impartir diario sus clases a 33 niñas y niños tseltales. Con la pandemia tuvo que quedarse en casa a cuidar de su familia y sus hijos. La comunidad tiene luz, aunque no tiene agua potable.
Antes de comenzar la suspensión de clases por las medidas de mitigación, Greisy alcanzó a darles una introducción de lo que venía a las alumnas y sus familias. Por eso está tranquila, además de que está segura de que la comunidad se sostiene con lo que siembra.
—Los niños se enteraron por la televisión qué es la enfermedad. Lo expresaron en las clases. Esa parte se les tuvo que explicar porque sí son pequeños. Decirles cómo deben cuidarse y no exponerse. En las comunidades es complicado, lo ven como gripa, como tos. En ese momento los papás nos decían que no, que el coronavirus es invento del gobierno.
La imposibilidad de ir a Nueva Esperanza no le impidió continuar con su labor pedagógica. Ella está en comunicación con las mamás que tienen acceso a fichas de internet desde la comunidad. Les explica lo que pasa con la enfermedad, pide que compartan los saberes. Allá no hay señal, tampoco de televisión a menos que sea de paga con el cable. Se enteran sobre lo que pasa fuera de la comunidad con el vecino que paga cable.
Ya tiene preparados los ejercicios para hacer con los niños y con las familias para dimensionar lo sucedido con la covid 19. Los lleva a cabo desde el proyecto Educación Alternativa para Chiapas, que hace en colectivo con los maestros democráticos. Pero tiene una preocupación grande. No ve estrategia tangible por parte de la SEP para poder continuar con las clases en su comunidad a distancia. Al mismo tiempo no ve estrategia para regresar a dar clases.
La exclusión educativa en Chiapas es muy grande. El profesor Pavel Escobar explica que en las escuelas donde hay condiciones, siguen los maestros dando clases, pero no se puede trabajar al 100% . Lo dice con cierto enojo, y explica que la mayoría son escuelas en comunidades lejanas y no todos los maestros viven en las comunidades donde dan clases.
—Casi la mitad de las escuelas en Chiapas son multigrado, todas en comunidades rurales donde a lo mucho hay energía eléctrica, menos van a tener conectividad o internet. Esa dificultad la hemos ido mejorando con el Proyecto Alternativo que tenemos en Chiapas.
Los profesores llevan ya 7 años con el Proyecto Educación Alternativa para Chiapas. Este modo de organizarse, de colectivizar las estrategias de educación y de crear materiales acordes a las comunidades indígenas en Chiapas sirvió de red para que no cayera hasta el fondo el sistema educativo en el estado con la pandemia.
El profesor Pavel Escobar tiene su plaza base en la escuela multigrado Emiliano Zapata, en la comuindad de Llano Alto, en el municipio Ixtapa donde se encuentra la entrada a la Selva Negra. Así le dicen por la densidad de humedad provocada por la cantidad de árboles que tiene, que hace que se vea como niebla. Pavel ahora es parte de la comisión del proyecto alternativo y uno de sus principales impulsores.
—Yo soy profesor porque los pobres en este país no tenemos opción para hacer la carrera que queremos. Te confieso que quería ser abogado, pero la pobreza… Así llegué a la Normal Rural de Mactumatzá. Desde ahí soy lector, y nunca dejo de leer, educación crítica, poesía, novelas, pedagogía, historia. Amo mi profesión, por eso me dedico a investigar, porque no hay docencia sin investigación. Si yo no hubiese tenido la oportunidad sería campesino, albañil o estaría de ilegal en EU.
El profesor tiene 28 años como docente, 13 en la comunidad de Llano Alto, a donde se fue a vivir. Asegura que su principal preocupación ante la pandemia es que ha afectado la vida económica de las comunidades, que no salen a vender con facilidad lo que siembran, pues restringieron el paso, las salidas. En Llano se siembra mayormente chayote, ejote, maíz. Pero hacia adentro de las comunidades no hay preocupación, pues continúa la vida. En la comunidad -cuenta- los niños van a cortar leña con sus abuelos, los adultos continúan con su trabajo en la tierra.
—Trabajamos a través de revistas. A partir del momento mismo del confinamiento, nos hemos reunido los coordinadores del proyecto y juntos hemos diseñado los contenidos. Se difunden por esa vía y son digitales. Buscamos que lleguen a los más posibles, adaptados a la lengua y cultura. Los contenidos del “Aprende en casa” de la SEP son los mismos del temario del curso. Nosotros sí entendemos que en estos momentos el alumno tiene una realidad diferente, muchos no entienden cómo es la vida y por qué están así desde sus comunidades.
El profesor Pavel se quedó en su comunidad sembrando hortalizas y llevando a cabo la organización de las revistas con los profesores de la comisión para continuar con los profesores que tienen posibilidad en lo digital. En ello participa la profesora Greisy, a quien le parece el único modo de funcionar en medio de la pandemia por covid 19:
—Es bueno tener esta forma de alternativa para retomar los conocimientos que las comunidades tienen, sus saberes intactos, su cultura intacta, como base para las clases. Además de que los habitantes se den cuenta de la riqueza natural y cultural que tienen, que debe seguir vigente — asegura Greisy, quien participa activamente en el proyecto alternativo.
El Proyecto Alternativo de Educación en Chiapas que han tratado de construir desde la sección VII de la CNTE, busca una pedagogía desde las condiciones de los pueblos, desde las tradiciones.
—¡En Chiapas tenemos tantas lenguas!. Eso es lo que el Proyecto trata de rescatar, desde la realidad heterogénea que vivimos. No lo que pretenden los libros del texto que sea nuestra realidad —explica el profesor Pavel.
La Maestra Greisy reconoce que hay un proceso de desplazamiento de las lenguas desde el Estado y la educación nacionalista.
El Mam, lengua materna de la maestra Greisy, es una variante lingüistica de la familia maya. Hay distintas variantes de Mam dependiendo la comunidad. El nombre que se da a sí misma la comunidad es B’anax Mam, aunque la nombran en español Mam del soconusco. Es una lengua en alto riesgo de desaparición de acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. De hecho, Greisy la tuvo que aprender con maestros, pues su familia no se la enseñó.
—Ta káyll ajxnaq´zal to xnaq´zb´il toj kab´yol (soy maestra del nivel preescolar de educación bilingüe) —reitera Greisy por teléfono en su lengua propia.
Greisy se dio cuenta de la situación que vive su propia lengua, por lo que no dudó en tomar clases que impartieron en su municipio personas mayores que aún la hablan. Ahora ella también lo transmite.
—La mayoría somos indios desindianizados, hemos perdido nuestras costumbres. En mi familia y en el lugar de donde yo soy -por Chiapa de Corzo- se hablaba la lengua chiapaneca, ya extinta —dice con cierto enojo el profesor Pavel, quien asegura que por eso la educación alternativa que realizan va más allá de la pandemia.
Para él, es importante que la enseñanza sea desde las condiciones de los pueblos, desde las tradiciones, desde la diversidad de lenguas en Chiapas. Por eso, a través de Educación Alternativa para Chiapas buscan también rescatar las lenguas, mediante varias plataformas, —desde la realidad heterogénea que vivimos, no lo que pretenden los libros del texto—.
En ese contexto los profesores ya planean cómo explicar en las comunidades esta nueva realidad que trae una pandemia, pero en lenguas propias de cada comunidad.
Profesores de la CNTE dieron una conferencia de prensa un día antes del 15 de mayo del 2020, día del maestro, pues tienen la costumbre de realizar una mega macha en la Ciudad de México. En ella expresaron su preocupación por el regreso a clases, exigieron condiciones de salud mínimas, como agua en las escuelas, para poder regresar en condiciones favorables para una educación con Salud.
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