Entre los bares de Cuba, se asoma el cártel inmobiliario

6 septiembre, 2025

Familias desalojadas de un edificio en la calle República de Cuba acampan a la intemperie, denunciando un «modus operandi» irregular para despojarlas de sus hogares. Mientras ellas luchan por regresar, la vida nocturna y la gentrificación avanzan en la misma calle, con más bares y rentas en aumento

Texto y fotos: Camilo Ocampo y Arturo Contreras Camero

CIUDAD DE MÉXICO.- Dos postales muy distintas se plasman sobre la calle República de Cuba, únicamente divididas por el Callejón de Héroes del 57. De un lado, en las afueras del número 11, las familias desalojadas aguardan la noche, mientras que del otro, al interior y exterior de los números 13 y 17, la vida nocturna de la capital continúa. Lo mismo pasa metros más adelante: las cervecerías y antros cada vez son más, ubicados entre las casas, locales y departamentos. Hoy hay más de 10 bares y antros en una sola calle.

Aunque los vecinos desconocen el motivo aparente de su desalojo y la única información con la que cuentan es que se trata de una disputa entre quien vendió el edificio (Mireya Díaz) y la compradora (Virginia Domínguez), quien alega un incumplimiento en la escrituración, temen que sus hogares se conviertan en un establecimiento de bebidas alcohólicas.

Desde 2008 han visto cómo los centros nocturnos van ganando terreno. Pese a que sobre esa misma calle se encuentra la histórica cantina Río de la Plata, fundada en 1940, en la actualidad este tipo de establecimientos han funcionado como catalizadores que provocan que vivir en esa zona cada vez tenga un mayor costo y la economía local cambie.

Por ejemplo, la inmobiliaria de nombre “G11”, en uno de los antiguos edificios de la zona, cobra la renta de un departamento con 110 m² entre 22 y 27 mil pesos. Además, vecinos denuncian que también los utilizan como Airbnb.

El modus operandi del cártel

Para entender el despojo de Cuba 11 hay que remontarse a dos momentos del pasado, uno en 1992 y otro en 2017, como relató el abogado Arturo Aparicio, asesor de los vecinos de Cuba 11, en una conferencia de prensa llevada a cabo este jueves 4 de septiembre al pie del edificio, donde acampan sus antiguos residentes a la espera de su retorno.

El primer momento refiere el año en que murió el propietario original del inmueble: 1992. A pesar de que el edificio quedó sin dueño o herederos, sus habitantes siguieron pagando renta a diversas empresas que nunca acreditaron la legítima posesión del inmueble, hasta 2017.

Fue entonces cuando en Tizayuca, Hidalgo, se celebró un juicio contra el dueño original, quien evidentemente no pudo defenderse. El juicio le da la propiedad, de forma irregular, a una persona cuyo nombre no reveló por el abogado Aparicio.

A su vez, esta persona vendió el edificio a otras dos, quedando con la supuesta propiedad Virginia Domínguez Chalqueño, quien obtuvo una sentencia en la que se indicaba que se le tenía que entregar la propiedad del edificio.

De acuerdo con el derecho, la nueva dueña debió haberse puesto en contacto con quienes vivían en el edificio para anunciarles la cancelación del arrendamiento que habían mantenido por más de 60 años, lo que nunca pasó.

De forma irregular, consiguió que la jueza interina del Juzgado 54 de lo Civil en Ciudad de México, Estela Morales Rodríguez, cambiara la sentencia que había emitido. Algo que no se puede hacer a menos que un tribunal de alzada, ante quien se presentan apelaciones en caso de inconformidades, lo ordene. Así, afianzó el lanzamiento de los vecinos sin mediar palabra con ellos el pasado miércoles 27 de agosto.

«Con la información que tenemos hasta el momento no podemos asegurar que esté detrás el cártel inmobiliario, sin embargo el modus operandi es muy similar al que ha tenido el cártel inmobiliario en otras colonias y alcaldías de la ciudad para adquirir predios de manera irregular, ilegal, pero le da una apariencia de legalidad», explicó el abogado Aparicio.

El desalojo de Cuba 11 se vincula con otros desalojos hechos en el centro, según información que han obtenido los residentes de Cuba 11. Entre ellos destacan los de Belisario Domínguez 12, 14, 43 y Cuba 57.

El nuevo giro de la colonia

Sobre eso, Luis Vargas, uno de los vecinos que aún mantiene un local de reparación de calzado desde hace más de 30 años y que existe desde hace 50, habla acerca de los procesos de cambio que le ha tocado ver y explica:

«Aquí, junto a mí, donde ahora está “La Purísima”, mucho tiempo fue un Centro de Atención Inmediata al Público (CAIP). Siempre había muchos policías en la calle, camiones de granaderos y patrullas, pero poco a poco lo fueron dejando de utilizar y un día apareció un bar, que no duró mucho y lo cerraron. En ese entonces solo estaba un antro de nombre Marra, que hasta la fecha continúa y siempre tiene mucha gente».

Tal como menciona el señor Luis, El Marrakech Salón o simplemente Marra, fue uno de los primeros locales grandes que, desde 2008, marcó un antes y después. Si bien los negocios de ocio ya comenzaban a aparecer, El Marra le dio un giro a la ecuación.

En 2008, Victor Jaramillo, junto con Juan Carlos Bautista (dueños de una fonda de comida llamada “El Generalísimo”), encontraron en la calle de Cuba un lugar para edificar un bar con temática kitsch. Poco a poco el lugar se volvió un símbolo de la resistencia de la comunidad LGBTIQ, pero a la par también, de forma indirecta, propició que más antros y bares comenzaran a aparecer.

Con el tiempo, ambos dueños transfirieron el local a Elias Alvarez para que empezara un nuevo proyecto, “La Purísima”, un antro inspirado en el arte sacro con intervenciones de la comunidad, y Alvarez quedó al frente de Marra desde entonces.

En un momento, La Purísima inició como un pequeño establecimiento, que con el tiempo se fue expandiendo y absorbiendo varios números de la calle. Sobre eso habla el señor Luis:

«De unos años para acá me ha tocado ver cómo hay más bares y antros. Muchos de los edificios de esta zona, la mayoría, como en el que se encuentra Marra, son propiedad de una inmobiliaria que se llama “Centro Histórico”, propiedad de Carlos Slim, y pues siempre hemos estado en la incertidumbre de qué puede pasar. Las casas y departamentos de gran parte de esta calle están intestados o tienen problemas legales».

También relata:

«Los edificios de aquí eran propiedad de familias judías, pero poco después del 2000 las vendieron a la inmobiliaria. Por ejemplo, el lugar donde ahora está el Marra era un lugar de reparación de máquinas de imprenta, de venta de papel. Pero un día desaparecieron y apareció un bar que no duró mucho».

«Yo creo que sí han afectado la presencia de bares: muchos borrachos en la noche, ruido que no deja dormir. También he visto cómo los antiguos departamentos son utilizados como Airbnb. Tan solo en este edificio hay al menos unas 10 familias y muchos de los departamentos son rentados. No entiendo por qué los vecinos no hacen nada, creo que solo nos movemos cuando ya la sentimos cerca. A los que vivimos y trabajamos en este lugar, en cualquier momento nos pueden correr. Mientras el dinero esté de por medio, nosotros no importamos».

La calle de los desalojos

Junto al Marra, en la esquina del Callejón del 57 y Cuba, hace poco abrió una galería nueva: Bellas Hartas, en la planta más baja de un edificio verde que hace un año sufrió una suerte parecida a la de Cuba 11, según relata Amalinali Abarca.

«Empezamos con desalojos a finales de 2017. Empezaron con las accesorias y después con los departamentos. Todas iguales, sin notificaciones. Al juntarnos, los vecinos vimos que en este edificio venía con casos abiertos en Tizayuca, y que sumaban un historial, coincidiendo todos con la misma persona».

Poco a poco, los desalojos fueron aumentando. Uno a uno, los vecinos iban saliendo con desalojos marcados por la violencia de cargadores que se robaban o dañaban sus pertenencias. Igual, de a poco, los vecinos fueron dándose aviso y consejo, por lo que cuatro de ellos, entre quienes está Amalinali, lograron ampararse y mantener su permanencia en el edificio.

Amalinali vivió su último desalojo el 20 de febrero de este año, pero consiguió que se le reinstalara en un departamento diferente del mismo edificio. Según pudo ver, fue la misma notaría en Tizayuca y el mismo actuario que iniciaron el proceso de despojo de Cuba 11.

La respuesta del gobierno

Desde que los desalojaron el miércoles 27, el secretario de Vivienda de la Ciudad, Inti Muñoz Santini, aseguró que desde esa secretaría y con el apoyo del Gobierno de la Ciudad de México velaría por la expropiación del predio y el retorno de sus habitantes.

Hasta el momento, desde el Gobierno de la ciudad se han entregado ayudas para un hospedaje temporal en hoteles y ya inició la entrega de una ayuda de renta de 4 mil pesos mensuales que durará hasta que se logre el retorno de las familias.

Durante la conferencia del jueves 4 de septiembre, los vecinos aseguraron que algunos integrantes del gobierno habían sugerido que los apoyos que se les han extendido solo se les entregarían si prescindían del apoyo del Frente por la Vivienda Joven, quienes han convocado a las más recientes marchas contra la gentrificación, si levantaban su campamento y si prescindían de la asesoría del abogado Arturo Aparicio.

Sin embargo, el viernes 5 se sostuvo una reunión con el secretario Muñoz, quien refrendó el compromiso en las ayudas ofrecidas y el compromiso de su retorno.

Mientras la vida nocturna de la capital sigue con su rumbo, hoy, a la intemperie, hay adultos mayores que defienden su derecho a la ciudad acampando frente a sus casas, bajo la lluvia y el frío de la madrugada.

Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.