La ineficiencia de las autoridades y trabas en el proceso de identificación forense de parte de la Fiscalía han atrasado la entrega de los restos de Jonathan Leyva a su familia en Huauchinango, quien fue encontrado hace un mes
Texto: Aranzazú Ayala Martínez / Lado B
Foto: Especial
PUEBLA.- Juan volvió a ver a su hermano Jonathan Leyva Arriaga el martes 15 de junio, más de dos años después de haber desaparecido, el 23 de mayo de 2019 en Huauchinango.
Él fue quien encontró el cuerpo de Jonathan en un entierro clandestino, cerca de su municipio, en medio del lodo y el monte; y este jueves se cumple un mes de espera para que las autoridades entreguen sus restos.
Pese a que inicialmente elementos de la Fiscalía General del Estado (FGE) dieron a Juan un plazo de 15 días para entregarle los restos de Jonathan, de modo que su familia finalmente pueda descansar, hasta el día de hoy no se lo han devuelto, e incluso las autoridades encargadas le han dejado de contestar y dado largas.
Desde la desaparición de Jonathan, que tenía 21 años cuando fue visto por última vez, quienes lo buscaron e investigaron todo fueron sus familiares. Juan, integrante del colectivo Uniendo Cristales —que reúne a familias de personas desaparecidas de la Sierra Norte de Puebla—, relató a LADO B que se integró al colectivo tres meses después de la desaparición de Jonathan (contenida en la Carpeta de Investigación CDI 196/2019/FED) y que fue con sus propias búsquedas y el acompañamiento del colectivo que logró dar con el paradero de su hermano.
“Yo nunca me hice a la idea que mi hermano estuviera vivo o estuviera reclutado, cuando [personas que yo consulté] me dicen: ‘tu hermano no está vivo, está enterrado’, y (…) lo encontramos en esta situación, qué más pruebas puedo querer, ‘ya dénmelo’, les digo”, cuenta Juan.
Cuando él y Uniendo Cristales encontraron el cuerpo de su hermano, este tenía solo un zapato puesto, pero había más elementos que podían servir para su pronta identificación: vestía la misma ropa que el día de su desaparición, la misma que sale en la fotografía de su ficha de búsqueda. “Yo sé que es mi hermano, [por] todo lo que he investigado y sé desde hace dos años, todo, sé que es él”, dice Juan.
«Ellos —agrega refiriéndose a las autoridades— nunca lo buscaron». Y ahora solo extienden el dolor de su familia al no entregarles los restos. Lo que le han dicho es que necesitan confirmar que es Jonathan, aunque su familia está completamente segura de que sí es el joven que tenía 21 años al desaparecer.
«Al final de cuentas me van a decir: ‘sí, sí es tu hermano’”, sentencia Juan.
Gabriela Uribe Hernández e Irma Orgen, de Uniendo Cristales, relataron a LADO B que desde el inicio del hallazgo hubo un proceso de revictimización y falta de atención a la familia de Jonathan.
Cuando hallaron el punto del entierro del joven, el colectivo hizo las gestiones para tener acompañamiento de las Comisiones Nacional y Estatal de Búsqueda, que efectivamente acompañaron a la familia, autoridades de la FGE y al colectivo al punto.
Ahí, una de las omisiones que constataron fue que en el lugar se encontraron cascos de balas, que la perito encargada levantó y guardó, solo para después dejarlas olvidadas, tiradas sobre la tierra.
“La familia se percata de esto y le comenta a los ministeriales que por qué habían dejado [la evidencia]. Llega Juan, él había ido por un hule para resguardar la zona donde estaba su hermano; llega, le comenta su cuñado que aventaron la evidencia, Juan va apresurado a alcanzar a la perito y le pregunta por qué la está dejando si puede servir para la investigación, y con toda razón”, relata Gaby Uribe, quien busca a su papá Bonifacio Uribe Téllez —desaparecido desde el 29 de abril de 2016 en Huauchinango—.
Cabe aclarar que aunque al final la evidencia sí se llevó, las autoridades le dijeron a Juan que las pruebas que están haciendo al cuerpo encontrado servirán solo para confirmar la identidad de Jonathan, pero no para saber exactamente cómo fue privado de la vida.
Además de todo esto, pese a que el hallazgo del cuerpo de Jonathan se hizo el día lunes 14 de junio, las Comisiones de Búsqueda llegaron hasta el día miércoles y el levantamiento fue un día después, el jueves 15, por trabas burocráticas de la FGE. Ese mismo día Jonathan fue llevado a la FGE de Zacatlán, y al día siguiente a Puebla, donde todavía sigue.
El motivo del atraso del levantamiento fue que no estaba presente la antropóloga forense, esto sin tomar en cuenta el clima lluvioso que complicaba la búsqueda y también podía dañar el hallazgo.
Lo mínimo que se esperaba, dijo Irma Orgen, quien busca a su papá Marco Antonio Orgen —desaparecido el 17 de noviembre de 2013 en Huauchinango—, era que se facilitaran las condiciones del levantamiento, y se permitiera que la familia asumiera el derecho de agilizar la identificación y entrega del cuerpo, sin mentirle a la familia de los tiempos, que en teoría serían de 15 días, lo cual al día de hoy ya se duplicó.
Irma explicó que las autoridades tuvieron que haber llegado al punto rápidamente, priorizar el levantamiento por las condiciones del clima, e idealmente debieron haberse aliado con las otras autoridades aunque aún no estuviera la antropóloga forense.
Jonathan fue trasladado al Semefo de Zacatlán al otro día, cuando llegó la antropóloga forense; Juan y otras tres personas fueron quienes cargaron el cuerpo de su hermano. A partir de ahí, la familia, acompañada por Gaby, fue hasta la Fiscalía de Zacatlán; al salir de allí, Juan denunció malos tratos de parte de los agentes, casi —dice Gaby— como si fuera un criminal.
Fue el jueves 17 de junio cuando movieron a Jonathan al Semefo en Puebla. A la familia Leyva lo que le preocupa es qué está pasando con él: “Pueden tenerlo ahí botado, yo no sé. Para mí son muchísimos días, y ya no me contestan nada”, dice Juan.
Posterior a las trabas para el levantamiento de los restos de Jonathan, las autoridades ofrecieron a Uniendo Cristales una mesa de trabajo; sin embargo, Irma cuestiona el por qué hasta ese momento. Irma explicó que la mesa de trabajo que propusieron era para informar del proceso y decirle a Juan cuándo le entregan a su hermano. No obstante, no ha habido aún cita formal, ni fecha para establecer la mencionada reunión.
Hasta la fecha, dijo, se sigue haciendo sufrir a la familia al no dar información y no querer colaborar para evitar retrasos en los procedimientos.
LADO B pidió a la FGE información sobre los avances en el caso de Jonathan, y su postura en cuánto al por qué no se ha entregado su cuerpo, pero al momento de esta publicación no hubo respuesta.
Los retrasos en la identificación forense y en la entrega de restos humanos son frecuentes en Puebla. María Luisa Núñez, del colectivo Voz de los desaparecidos, que reúne a cerca de 100 familias de todo el estado, dijo en entrevista que hay una constante revictimización, pero que también es cierto que en la FGE falta personal y personal capacitado para dar el trato a las víctimas.
“Es un proceso demasiado largo, muy revictimizante; la verdad resulta hasta una tortura para las familias”, comenta. Relató el caso de Gloria, quien buscaba a su hijo desaparecido en la zona del Triángulo Rojo. Aunque los restos del joven ya fueron identificados y a su mamá le tomaron las muestras de genética desde hace ocho meses —mismas que sí coinciden—, siguen sin entregarle los restos que fueron encontrados en agosto de 2020, hace casi un año.
La fundadora de Voz de los desaparecidos consideró que una gran parte de los retrasos se debe a que los MP no hacen correctamente su trabajo, y los procesos se alargan en burocracia.
Al respecto, Irma Orgen dice que lo mínimo que deben hacer las autoridades es dar un mejor trato y ser conscientes de lo que las familias hacen como víctimas. Pues, al igual que la fundadora del colectivo, señala un desconocimiento en cuestión de leyes, y una falta de sensibilidad en la parte humana.
Este trabajo fue realizado por Lado B, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar el original.
Periodista en constante formación, interesada en cobertura de Derechos Humanos y movimientos sociales. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014
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