De sur a norte, ante las restricciones gubernamentales enfocadas en teatros, cines y lugares de ocio para contener la pandemia, Italia se desbordó de tristeza, rabia, frustración y desmanes
Texto: Cynthia Rodríguez
Fotos: Diputada Laura Boldrini / Twitter
MILÁN.- Los ciudadanos rompieron el silencio que el nuevo decreto del presidente del Consejo de Ministros (DPCM) había dejado desde el jueves pasado cuando estableció el toque de queda en algunas regiones, y desde el domingo cuando se anunció que se cerraría prácticamente todo desde las 18 horas para tratar de controlar los contagios por covid.
De sur a norte, este lunes Italia se desbordó de tristeza, rabia, frustración y desmanes. Desde Palermo y Catania, en Sicilia, pasando por Nápoles y Salerno, en Campania, y en las grandes capitales como Roma, Milán y Turín, muchas de las manifestaciones escalaron de nivel y pusieron a prueba a las fuerzas del orden que peleaban contra las bombas molotov, palos, piedras y antorchas que lanzaban contra los policías.
Esta vez, los destrozos se dieron principalmente en las ciudades del norte: Milán y Turín, donde grupos extremistas provocaron por momentos algunas guerrillas campales, sobre todo en las zonas céntricas, donde están los edificios comunales.
Las protestas comenzaron desde temprano, entre integrantes del mundo de la cultura y del espectáculo que han resentido más que otros esta crisis, pues cines, teatros, salas de concierto fueron los últimos en abrir después del confinamiento y ya están cerrados de nuevo por el último decreto.
“Cerrar salas de conciertos y teatros es una decisión seria. El empobrecimiento de la mente y el espíritu es peligroso y también perjudica la salud del cuerpo. Definir, como he escuchado de algunos representantes gubernamentales, la actividad teatral y musical como ‘superflua’ es una expresión de ignorancia, falta de cultura y falta de sensibilidad”, escribió Riccardo Muti, el gran director de orquesta napolitano, uno de los más importantes en todo el mundo, en una carta dirigida a Giuseppe Conte.
De acuerdo con la Cámara de Comercio Italiana, las restricciones previstas por la última disposición gubernamental «corren el riesgo de provocar una nueva pérdida de consumo y PIB de unos 17 mil 500 millones de euros en el cuarto trimestre del año, concentrada en las áreas de restauración y turismo, convivencia y ocio en general, transporte y cuidado personal, lo que ha supuesto una reducción global del consumo en 2020 de más de 133 mil millones de euros respecto a 2019 (-12,2% en términos reales) ”.
Conforme fue avanzando el día, las protestas se diversificaron: además de los trabajadores del espectáculo, se manifestaron también restauranteros, comerciantes y hasta taxistas con un solo mensaje: “primero las ayudas, y después el confinamiento”.
“Este es un momento complicado porque el malestar no se centra en una sola categoría o en una sola fase de edad, daña a los adolescentes y jóvenes a quienes les acaban de cerrar de nuevo las escuelas y los lugares donde hacen deporte y se encuentran con sus amigos; daña a los trabajadores que no saben si podrán mantener su empleo, daña a los ancianos que salen a las calles y no saben si podrán estar seguros porque la inseguridad está creciendo”, afirma Deborah Serracchini, diputada del Partido Democrático.
Los últimos datos del contagio en Italia fueron de 17 mil 12 nuevos casos, contra los más de 50 mil en Francia, otros tantos en España, alrededor de 20 mil en Gran Bretaña y en Rusia, respectivamente, por mencionar algunos estados europeos.
Por eso, la estrategia del gobierno fue “eliminar las tentaciones” de los italianos para inducirlos a quedarse en casa, sin obligarlos. Es la filosofía que sustenta el hilo conductor de las medidas contenidas en el último DPCM.
El primer ministro Conte está convencido de esto después de haber discutido la noche del viernes con el ministro de Salud, Roberto Speranza, y el presidente del Instituto Superior de Salud, Silvio Brusaferro, quien respalda la elección del gobierno por haber elegido las empresas y las escuelas, en lugar de teatros o cines.
De ahí la decisión. Minimizar actividades innecesarias para convencer a los ciudadanos de que no salgan, no pudiendo ir a restaurantes, bares, gimnasios, cines. Lugares bien organizados que hubieran sido «una tentación».
No en vano, algún diario encabezó a ocho columnas: “El confinamiento de nuestro tiempo libre”.
Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la '
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