En este penal del Estado de México el miedo por el coronavirus pasó a segundo plano. Los internos y sus familiares están más preocupados por un brote de hepatitis que lleva más de un año en el penal
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Duilio Rodríguez
“El acceso (a los servicios de salud) es terrible, en serio. Hasta que no te vean muriéndote, literalmente así ya que te vean hasta sangrando y desmayado es como te atienden”. El que habla es un interno del penal estatal de Chiconautla, en el Estado de México. En este penal, el temor a una epidemia llegó antes que al coronavirus. Desde hace más de un año, hay un brote de hepatitis que no se puede controlar.
“Si existe la calidad de pésimo, esa sería la calidad de los servicios de salud aquí adentro”, asegura el preso en un mensaje de audio a petición de Pie de Página. “El trato es como si nos hubieran dejado de ver como personas. O sea, sí hay médicos, pero son más enfermeras y bajan cada semana o cada dos. Bajan y reparten medicamento, pero luego no del todo, porque lo dan como si a ellas les costara comprarlo. Nos dan nuestras píldoras curatodo”.
Este miércoles no es día de visita y la entrada del penal no tiene largas filas; una docena de personas espera afuera de una caseta de concreto, predominan las mujeres. Madres de presos. Están esperando que les den una receta para irla a surtir y traer medicamentos para sus hijos. Todos, enfermos.
“Mi hijo tiene tos, le sale con puntitos de sangre”, dice una de las madres de los presos, quienes pidieron anonimato ante posibles represalias contra sus hijos. Asegura que el brote tiene un poco más de un año. “Él fue uno de los primeros, al principio eran pocos, pero ahora ya está muy fuerte”.
“He estado llamando por teléfono, para saber de él, pero están los teléfonos saturados. Entonces me han estado llamando los que están en su celda, solo así me entero de él. Me dicen que no hay lugar para tenerlo en su celda, pero que lo están regresando de los servicios médicos por la hepatitis”.
“Desde ayer que me hablaron sus compañeros, no sé nada de cómo sigue. Estaba en la celda pero ahorita ya no sé”. La señora mira para abajo y respira pesadamente, voltea la cara hacia arriba y dice: “Mi hijo no ha comido nada, todo lo vomita”. “El mío también –la interrumpe otra de repente– si no se muere de la enfermedad ahorita, van a morir de hambre”.
Como si no tuvieran ya de qué preocuparse, una mujer más se acerca y remata para el pesimismo con un comentario sobre la pandemia de coronavirus: “Escuché a un custodio decir que si llegaba a haber un caso aquí, esto se iba a poner más feo de lo que ya está en realidad, porque hay hepatitis, pero no hay los cuidados y no se dan abasto. Hay gente muy enferma y nada más tratan de atenderlos como pueden entre los internos”.
Al interior del penal, los rumores de la pandemia filtraron los cercos de entrada y la preocupación de los internos empieza a notarse. Hace unos días les dieron un mensaje al respecto, cuenta otro de los internos, pero no supieron muy bien qué medidas se referían a cuál enfermedad.
“Solo nos dijeron que limpiemos bien las cosas y que tengamos cuidado por si vemos a alguien con los ojos amarillos o las uñas, con vómito y eso, que lo subamos a los servicios médicos”.
Para hacer frente a la COVID-19 el gobierno del Estado de México estableció desde hace una semana cercos sanitarios los días de visita familiar. También implementó medidas de higiene en los centros. Sin embargo, por la sobrepoblación los presos no pueden respetar las medidas de sana distancia, por lo que el gobierno estatal podría suspender las visitas hasta en tanto pase la contingencia.
Como muchos presos dependen de los insumos que reciben de sus familiares y seres queridos los días de visita, el gobierno pretende ampliar los horarios para el establecimiento de contacto telefónico y poder pactar la entrega de insumos, pero los números están saturados.
“Lo único que hacemos es pedir más cloro y pedir más cloro, porque los de la prisión nos dan gel para las manos, pero nada más, no tenemos con qué limpiar nuestras celdas. Eso lo que tenemos que poner nosotros”, cuenta uno de los internos.
Este fin semana el gobierno del Estado de México anunció que habilitará 200 camas en el penal Nezahualcóyotl, a donde trasladará a los presos que enfermen de gravedad por el coronavirus. En el sistema penitenciario del Estado de México hay 30 mil 500 internos.
“Si tienen algo que pagar, lo van a pagar”, dice una de las madres que después de un largo rato consiguió una receta para su hijo, que según le dicen está bien. Aún no sabe si está en celda o en en el servicio médico. “Lo van a pagar, sí, pero eso no significa que no tengan derechos y una dignidad humana que merece salud”.
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