Elsa Medina considera a la fotografía como una herramienta para interpretar y expresar esta vida que compartimos. Con un diplomado, la ENAC realiza un homenaje en vida a la fotoperiodista referente de finales del cierre del siglo XX
Por Ernesto Ramírez *
Como seres humanos, tenemos una fascinación por dejar constancia de nuestro paso por este mundo a partir de obras y de nuestros propios actos. La mayoría de las veces, son otros quienes deciden valorar estas acciones o recompensarlas dándoles el nombre de la persona a una calle, una plaza, una escuela, un auditorio o una cátedra.
Nombramos los espacios y las cosas con el fin de crear identidad y empatía con nuestro entorno. Familiarizarnos con el personaje o el hecho histórico.
Transitamos por una calle, la Emilio Carranza, por ejemplo –en el pueblo de San Andrés Tetepilco- sin saber que fue mártir de la aviación mexicana. Que intentó la proeza de realizar el primer vuelo sin escalas entre Nueva York y México, a través de un raquítico aeroplano modelo Ryan, en el lejano 1928.
No sobra decir que tal intento le costó la vida: el 12 de julio de ese año, “mientras una ciudad entera aguardaba la llegada del avión, un adolescente que recogía bayas en los pantanos de Sandy Ridge, en el estado de Nueva York, localizó el cuerpo y, más allá, el fuselaje destrozado del Ryan”. [1]
Las calles, los lugares, las cosas se fueron nombrando a lo largo de nuestra historia; pero a la vez, se fue diluyendo el legado de los homenajeados.
A este olvido, hay que sumarle la decisión patriarcal de dejar de lado el papel fundamental de las mujeres. Cobra mucho sentido la reciente decisión del gobierno de la Ciudad de México de incluir sobre el Paseo de la Reforma, 100 años después, las estatuas de 12 ilustres mujeres que lucharon por engrandecer este país. Es la primera vez que sucede.
Sobre la obsesión del ser humano por dejar constancia de su paso en esta vida, Roland Barthes recuerda que las antiguas sociedades se las arreglaban para que el recuerdo, sustituto de la vida, fuese eterno a través del “monumento”. Ya las sociedades modernas sabrían sustituirlo por la fotografía, artilugio y testigo general de “lo que ha sido”. [2]
Sin embargo y por desgracia, nuestro país destaca por olvidar en vida a notables creadores. Una vez fallecidos, son erigidos hasta las alturas. No puedo quitarme de la cabeza la aseveración hecha por el maestro Rodrigo Moya durante el homenaje efectuado en Bellas Artes a Nacho López, uno de los grandes pilares de la fotografía mexicana del siglo XX, con un retraso de veinte años:
“En nuestro país, el fotógrafo más importante es el fotógrafo muerto”.
En nuestro caso, la decisión es homenajear a la destacada fotógrafa documental Elsa Medina. El homenaje inició el 25 de enero con la primera edición del Diplomado “Dobleces de la imagen; Arte, cine y fotografía documental”, en las instalaciones de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM.
Es una gran oportunidad de acercarle a la comunidad universitaria a una de nuestras grandes fotógrafas documentales en activo, cuya obra y postura ante la vida son invaluables.
La primera sesión contempla una clase magistral de acceso libre con la maestra Medina, bajo el título “Fotografía en primera persona”. Ahí, la creadora reflexionó sobre su obra y habló de sus influencias y obsesiones.
En síntesis, el diplomado, bajo mi coordinación, será una gran oportunidad de escuchar y aprender de una de las figuras más importantes para el fotoperiodismo mexicano.
Nos da mucho gusto que esta decisión que tomamos en la ENAC, de vincular el aprendizaje con el reconocimiento, coincida con la entrega del Premio Nacional de Periodismo por trayectoria que recibió recientemente Elsa Medina.
Elsa Medina nació en la Ciudad de México en 1952, realizó estudios de fotografía y diseño en la Universidad Iberoamericana y en la San Diego State University, en California, Estados Unidos.
Los años 84 y 85 fueron fundamentales para su formación artística y humana, ya que ingresa a los Talleres Libres de Fotografía que Nacho López impartía en el CUEC (hoy ENAC). Ahí, el maestro se le revelará como una de sus mayores influencias, al grado de considerar que fue él quien le enseñó a ver.
Su paso por los diarios La Jornada (1986 y 1999) y El Sur (1993 y 1994), consolidaron su punto de vista y estilo fotográfico. Sus frecuentes residencias en Tijuana le permitieron documentar puntualmente lo que sucede en esa frontera con Estados Unidos y así lograr uno de sus inolvidables íconos: Migrante en el cañón Zapata, Tijuana, 1987.
Sobre su obra, Gabriela Vélez ha escrito:
“Elsa actúa como atenta receptora de datos sensoriales que nos llevan a una comprensión más plena que la propiciada por la fotografía explícita. Esto se anunciaba en las imágenes de sus años diarísticos, en las que, como dirían los budistas, su máxima percepción es su permanente estado de conciencia”. [3]
Al reflexionar sobre su propio ejercicio documental, Elsa Medina considera a la fotografía como una herramienta para interpretar y expresar esta vida que compartimos; es un camino, es tomar conciencia de la belleza aterradora de un incendio o del valor de las pequeñas cosas. “La fotografía detiene el tiempo y nos obliga a ver. La fotografía es para mí un recordatorio constante de la esencia del mundo”. [4]
[1] Héctor de Mauleón; El derrumbe de los ídolos; Cal y Arena, México, 2017; P193
[2] Roland Barthes; La cámara lúcida; Paidós Comunicación, Barcelona 1989, P163
[3] Gabriela Vélez; Elsa Medina: Hálito y Aura; revista CUARTOSCURO, 10 diciembre 2015
[4] Entrevista realizada a Elsa Medina para este texto en enero de 2020
*Ernesto Ramírez (México, 1968) se considera un observador social. Estudió la licenciatura de Periodismo y Maestría en Cine Documental en la UNAM; durante tres décadas ha documentado el devenir de nuestro país en distintos diarios, revistas y plataformas digitales. Ha publicado tres libros y participado en más de veinte. Fue miembro del SNCA de 2014-2017, es director de RaliStudio, Laboratorio de Creación Audiovisual; y coordina el diplomado Dobleces de la imagen; arte cine y fotografía documental. Homenaje a Elsa Medina, organizado por la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM a través de Extensión Académica.
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