Después de 22 días de su muerte, el cuerpo de Elmer vuelve a su casa, en Honduras. Gracias a la solidaridad de activistas y organizaciones de derechos humanos, y sobre todo a la tenacidad de su familia, se esquivaron los enredos burocráticos que no cuidan, ni en la muerte
Texto: Daniela Rea
Fotos: Especial
Este jueves 8 de julio a las 18 horas el cuerpo de Elmer Córdova llegó a casa, después de haber salido de casa el 4 de junio con destino a Estados Unidos.
El cuerpo de Elmer fue recibido por su familia, por sus amigos de la comunidad de El Yoro y por sus compañeros taxistas, donde él trabajaba antes de agarrar camino rumbo a Estados Unidos.
Hallaron a Elmer muerto en un vagón de tren en Tlaxcala el día 16 de junio.
El 6 de julio un carro funerario con el cuerpo de Elmer salió de Tlaxcala rumbo a Yoro, Honduras. La noche de ese día cruzó la frontera con Guatemala y la noche del 7 de julio llegó a la frontera con Honduras, pero el cuerpo debió esperar al día siguiente, este jueves 8 de julio, a que abriera la aduana para cruzar. A medio día llegó a su casa, de donde había salido casi un mes atrás.
Javier Córdova recibió una llamada de la embajada hondureña el 18 de junio para avisarle que habían encontrado un cuerpo con los documentos de su hermano Elmer. Pero no hubo más información, no le mostraron fotografías del cuerpo u otros elementos para confirmar su identidad. Tampoco le informaron de qué murió ni dónde se encontraba su cuerpo, menos los trámites requeridos para su repatriación.
De hecho, Javier vio por primera vez una fotografía del cuerpo de su hermano en una nota publicada por un periódico de Tlaxcala que la publicaba en su sección de nota roja.
Las autoridades hondureñas sólo le dijeron que el proceso de repatriación duraba alrededor de 4 meses y que si quería acelerar el proceso, tendría que renunciar al apoyo de su país Honduras y realizar los trámites por sí mismo. Prácticamente las autoridades que debían velar por sus connacionales, se deslindaron y les orillaron a resolver la situación por su cuenta.
“La embajada de Honduras dijo que no llega antes de 2 meses, que era tardado que podía tardar 4 meses, la misma embajada me dijo eso para que desistiera. Desde un inicio me dijeron si quieren documentos ustedes pueden renunciar a la ayuda del gobierno y acelerarlo”.
Javier y su familia decidieron hacer los trámites por sí mismos e iniciaron una colecta para pagar la funeraria.
“Honduras nos dio contacto con funeraria, hicimos cotización, como embajada nos recomendó eso porque era de las más baratas. Me quedé con ellos por la confianza en la embajada, ellos nos pidieron a nosotros documentos que hacían falta y fueron la funeraria fue a recoger al consulado de Honduras”, explicó Javier a Pie de Página.
Fue gracias a la persistencia de Javier y a la ayuda de organizaciones de derechos humanos y activistas que se activaron los mecanismos necesarios para encontrar el cuerpo en un Semefo de Tlaxacala y recuperarlo.
Hasta el 7 de julio los familiares de Elmer, que habían realizado una colecta para juntar el costo de la funeraria para la repatriación, estaban “listos con el dinero en mano” para pagar. Ni las autoridades mexicanas, ni las hondureñas, se habían comunicado con él para informarle que se harían cargo del costo económico.
El 6 de julio, sin embargo, las autoridades mexicanas habían publicado un comunicado oficial diciendo que se estaban haciendo cargo de la repatriación y los gastos. Pero Javier, hermano de Elmer y quien ha estado a cargo del proceso, no había tenido información oficial, ni siquiera una llamada telefónica en que se le confirmara esto.
Por la presión de organizaciones y activistas, finalmente el 7 de julio Javier recibió una llamada del titular del INM en el estado de Tlaxcala, quien le confirmó que el cuerpo estaba en camino y los costos correrían a cargo del instituto.
Finalmente las autoridades mexicanas cubrieron los gastos de repatriación. La familia Córdova utilizará el dinero que logró recolectar para honrar la memoria de Elmer: Elmer perdió la vida en su camino a Estados Unidos, donde pensaba trabajar y mandar dinero para su hermana y su sobrina de 6 años, de quien él se hacía cargo económicamente.
Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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