Una fotografía publicada por La Jornada en 1998 se convirtió en un icono para el movimiento indígena y zapatista, pero la historia detrás de la foto quedó invisibilizada un buen tiempo, y con esto, los efectos de la guerra de baja intensidad en las niñas y las mujeres
Por Celia Guerrero X: @celiawarrior
El domingo 4 de enero de 1998, el periódico La Jornada publicó en su primera plana una imagen considerada icónica de la lucha indígena y el movimiento zapatista. En ella se muestra en primer plano a un militar —uniformado, con casco y fusil al hombro—, inclinando el cuerpo hacia atrás, con expresión de aparente sorpresa, mientras los brazos de varias mujeres lo sujetan, lo jalan, lo empujan.
Aun cuando se trata de una imagen fija, el desequilibrio y el movimiento brusco en la escena son perceptibles en el rostro del militar. Mientras, los rostros de ellas escapan a la captura del fotógrafo Pedro Valtierra. Solo vemos el perfil de una, que porta una blusa de rayas y lleva su cabello largo, hasta la cintura, sujeto en una coleta baja. De las demás vemos apenas sus brazos, una cabeza, una mano. Al fondo y fuera de foco, vemos que la escena en ese primer plano se repite como en un caleidoscopio e intuimos de inmediato que se trata de una multitud haciendo frente a un destacamento.
“Ellas, pequeñas, diminutas, armadas con esos brazos, esas manos, los detuvieron en X’oyep”, plantea el pie de foto, que sumado a la cabeza del periódico: “Rechazo indígena a incursiones militares”, dan una primera descripción de lo acontecido.
La imagen fue tomada por Valtierra un día antes a la publicación de La Jornada, en el caserío de X’oyep, camino entre las comunidades Pohló y Yabteclum, municipio en Chenalhó, Chiapas, especifica Alberto del Castillo Troncoso en el libro Las Mujeres de X’oyep, que analiza con detalle, como su subtítulo lo dice, La historia detrás de la fotografía.
Para el inicio de 1998, en X’oyep estaba el segundo campamento de refugiados internos más importantes de Chiapas, apunta del Castillo. Al rededor de mil desplazados internos habían llegado al caserío un par de meses atrás, huyendo del conflicto armado en sus comunidades. Las y los sobrevivientes de la masacre en Acteal se habían refugiado ahí, recién escribió el periodista Luis Hernández Navarro. Recordó la matanza de 45 personas del grupo “Las Abejas”, en su mayoría mujeres y niños, perpetrada por un grupo paramilitar entrenado por el Ejército, el 22 de septiembre de 1997, “uno de más terribles crímenes de Estado en la historia del país”.
Sobre el momento en el que tomó la fotografía, Valtierra cuenta que la comunidad se organizó para pedir a los soldados, recién llegados al lugar, que se retiraran porque los veían como los responsables de aquella masacre. Enviaron a las mujeres “por delante” porque era más difícil que fueran golpeadas.
Hoy la foto que recibió el premio de periodismo Rey de España en 1998 vuelve a nuestra memoria por la conmemoración de los 30 años del levantamiento zapatista. De hecho, el motivo del texto de Hernandez Navarro es la imagen. Pensé encontrar en él mayor referencia a esas mujeres, pero solo menciona que eran tzotziles y elogia a Valtierra.
En Las Mujeres de X’oyep el autor analiza esta y otras imágenes, publicadas antes y después al rededor de la masacre en Acteal publicadas por La Jornada. Las considera representaciones “que contribuye a la creación de imaginarios visuales”, siendo la imagen de Valtierra un “mensaje mediático” del diario, que posicionó a este grupo: las mujeres, en la esfera pública. Sin embargo, no ahonda en el contexto particular de ellas.
Quienes sí contextualizan y rescatan los efectos de la guerra de baja intensidad en la vida de las mujeres y las niñas son las autoras de La otra palabra. Mujeres y violencia en Chiapas, antes y después de Acteal, coordinado por Aída Hernández Castillo y publicado el mismo año de la foto, 1998. Además, incluyen un testimonial de mujeres a manera de epílogo y un testimonio fotográfico donde ellas por fin son el centro narrativo, ni pequeñas ni diminutas.
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