13 mayo, 2020
Este miércoles el gobierno federal informó que ya son más de 12 mil mexicanos retornados al país, que estaban varados en otras naciones durante la pandemia de coronavirus. Uno de los retornos más emblemáticos fue el realizados desde Perú. ¿Cómo salieron 400 personas desde una nación con fronteras cerradas y toque de queda en las calles?
Texto: María Galland
Foto: Embajada de Perú y Azyadeh Buran
Azyadeh Buran Abud, originaria de Campeche, vivió lo que muchos y pocos pudieran contar. Con 33 años y gerente de riesgo crediticio en una financiera en la Ciudad de México, esta joven hizo el viaje de su vida en un momento histórico a un país donde las fronteras cerraron de un día para el otro por la amenaza del coronavirus.
El viaje a la ciudad de Perú, Cusco, estaba planeado para el 12 de marzo con boleto de regreso el 19 de marzo por la aerolínea LATAM.
En esos días, la pandemia avnzaba pero todavía se permitía viajar a otros países. Azyadeh tomó sus precauciones, como llevar antibacterial siempre a la mano, cubrebocas todo el tiempo y toallas desinfectantes.
Viajaba con un par de amigos. Hicieron escala en Lima y llegaron un sábado en la mañana a Cusco. En la pequeña ciudad peruana todo parecía normal. Azyadeh y sus amigos tomaron un par de tours, ya pagados para toda la semana de su visita.
Ese mismo sábado estaban a la espera de los boletos para ir a Machu Pichu, cuando el guía les dijo que tenían que esperar unas horas, debido a que el presidente de Perú, Martín Vizacarra, daría un comunicado esa tarde.
A las 9 de la noche, el destino de Azyadeh cambió. Supo que, a partir de ese momento, todas las fronteras estarían cerradas. No había manera de regresar a casa y, además, iniciaba un toque de queda a partir del siguiente lunes.
El comunicado aclaró que los turistas que tuvieran vuelos podrían viajar sin problema. Azyadeh y su grupo marcharon al aeropuerto de Cusco, pero no podían ni caminar de lo lleno que estaba.
Personas de todo el mundo se amontonaban buscando una respuesta. El gobierno peruano no hizo nada más que limitarles el acceso a palabras. Azyadeh trató de comunicarse con la aerolínea LATAM, pero no tuvo respuesta. Las líneas de la embajada mexicana en Lima estaban saturadas. Era real: Ningún extranjero, por “la seguridad de los peruanos”, podía salir ni entrar al país.
“Era una situación fea en Perú porque las calles estaban llenas de militares y policías. No podías salir a ninguna parte porque te llevaban detenido. Aparte ya empezaba a haber un poco de desabasto de comida”, recuerda Azyadeh.
Ese mismo día, los mexicanos en Perú crearon un grupo de Whats app en el que entraron unas 100 personas, todas mexicanas. Decidieron hacer un video afuera del aeropuerto, etiquetando en Twitter, Facebook e Instagram al presidente Andrés Manuel López Obrador, el canciller Marcelo Ebrard y la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Familiares y amigos compartieron sin parar sus testimonios. Cuarenta minutos después, los contactó el canciller Ebrard por Twitter, les pedió un número telefónico para que la embajada mexicana se pudiera comunicar con ellos. Media hora después, personal de la embajada los contactó.
Los primeros aviones enviados ese lunes desde México a Perú, fueron cobrados por Aeroméxico o Internet y sólo podían salir desde Lima. Para Azyadeh y su grupo no era opción: Cusco quedaba a 21 horas en carretera y también se encontraban cerradas.
Azyadeh y 400 mexicanos más que se habían quedado varados en Cusco no se rindieron. Volvieron a bombardear las redes sociales. Medios de comunicación los contactaron para que contaran su experiencia.
“Había mucha solidaridad, la verdad hablábamos en el grupo todo el tiempo y de alguna manera nos hacía sentir tranquilos estar pasando juntos por esa situación”, afirma Azyadeh.
“Si uno se quedaba sin hotel o sin comida, entre todos apoyábamos para conseguirles hotel o preguntar en cada uno de nuestros hoteles si había más lugar. Hasta con el dinero, se les llegó a ofrecer a las personas que decían que ya no tenían”.
Ese mismo jueves, el presidente peruano mandó un comunicado que informaba y daba la autorización de aviones humanitarios que podían bajar en Cusco, pero eran muy pequeños para lograrlo. No obstante, la cita fue a las 7 de la mañana en la Plaza de Armas. Los llevaron en camión a Arequipa, que se encuentra a 10 horas de Cusco, para después tomar el vuelo.
Azyadeh destaca el trato de las autoridades mexicanas. «En los camiones te ofrecían todo tipo de alimento; el problema fue cuando la embajada mexicana pidió a todos los mexicanos que se registraran en un página especial, al momento de contar a los pasajeros para tomar los vuelos, solo había lugar para 395 personas”.
Cuarenta personas, aproximadamente, no se habían registrado. Las autoridades mexicanas le dieron prioridad a las personas mayores, niños, y personas vulnerables.
“Desafortunadamente, un señor de la tercera edad murió en Perú, no lo dejaron subir al camión porque estaba tosiendo y presentó calentura. Su esposa tuvo que quedarse con él”.
Azyadeh y su grupo pudieron abordar sin problemas. “Al subir al camión cantamos todos Cielito lindo. Sentí un gran alivio de estar en mi país y agradecí ser mexicana en ese momento. Supimos de otras nacionalidades como franceses, ingleses, colombianos, uruguayos, sus gobiernos no los habían rescatado y no había dado respuesta”.
Los 40 mexicanos restantes fueron rescatados una semana después. El gobierno mexicano informó que 6 mil 303 de los más de 12 mil repatriados durante la pandemia llegaron desde Latinoamérica.
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