Mientras que los dueños y directores de periódicos y revistas viven como reyes, a los fotógrafos nos piden regalar nuestro trabajo o de plano nos los roban.
Por Duilio Rodríguez.
Desde que empecé a trabajar hace 27 años en medios de comunicación, mi trabajo ha sido remunerado de distintas maneras. No siempre económicamente, pero en casi todas las ocasiones he recibido algo por mi trabajo profesional.
Durante todo este tiempo he sido fotógrafo, coordinador y editor de los departamentos de fotografía de los medios en que he laborado. Como editor llevo más de 17 años y nunca he pedido a alguien su trabajo sin pagar monetariamente. La única excepción es cuando publicamos una serie de imágenes que destacan la trayectoria y el trabajo del autor; lo que se conoce en el argot fotográfico como portafolio.
Siempre he hecho todas las gestiones posibles con los directores o ejecutivos de las empresas donde he laborado para que a los fotógrafos se les pague bien; y a tiempo. También he buscado un espacio para destacar su trabajo, cuidar la calidad de impresión, respetar los créditos y promocionarlo en redes sociales (cuando éstas llegaron).
En el caso de la publicación de portafolios se trata de mostrar una especie de semblanza con lo mejor de su producción; esta es una forma de poder retribuirle al fotógrafo lo que a veces no se puede pagar con dinero. La mayoría de las veces aceptan la propuesta porque les sirve como puente para meterlo a concursar o para ganar alguna beca.
Nunca he dejado de solicitar recursos para los fotógrafos, aunque a veces no sea posible obtenerlos. Entiendo lo que significa en tiempo y dinero realizar una cobertura gráfica.
Cabe aclarar que esos materiales que no es posible pagar no son por encargo; son producciones disponibles o que previamente los fotógrafos han publicado en algún otro medio; así que solo se trata de dar a conocer su obra para su promoción. De ninguna manera se trata de solicitar sus fotos de archivo para alguna nota y mucho menos pedirles una cobertura sin paga.
El trabajo fotoperiodístico en México está bastante mal pagado, y es muy lamentable cuando algunos colegas me comentan que les piden coberturas de algún evento sin ofrecerles remuneración. Esto no es comprensible; a menos que sea un trabajo colaborativo, que el medio sea emergente o sin fines de lucro o que el fotógrafo decida voluntariamente prestarlo. Pero lo que de verdad me resulta una aberración y una falta de respeto total al trabajo profesional de cualquier persona es que empresas editoriales millonarias con oficinas en avenida Chapultepec y en Santa Fe, con socios de esos que aparecen en las listas de magnates, se atrevan a pedir fotografías sin paga o contraprestación.
Hace unos días en México se intensificó la discusión en redes sociales sobre el papel que juegan los medios de comunicación. Por un lado hay quienes creen que se trata de dividirlos entre buenos y malos dependiendo la ideología política de cada uno. Pero no es así de simple. Se trata casi siempre de quién o quiénes los financian; y a qué intereses responden los dueños.
No se vale que el trabajo periodístico de muchos colegas que se juegan el pellejo en la calle sea demeritado por empresas que buscan posicionarse política y económicamente. Empresas que creen que pueden pagar salarios míseros a sus reporteros; mientras sus dueños y ejecutivos viven como reyes, con dinero del erario o de grupos de poder.
Si hablamos de la producción de una imagen –sin contar lo más importante que es el talento del autor–, al menos hay que pensar en los recursos que se requieren para realizar una fotografía. Primero, un dispositivo con cámara fotográfica y cualquier dispositivo para revelarla, procesarla y enviarla (software); además de la movilidad y disponibilidad de tiempo del fotógrafo.
Sin entrar en detalles de cuánto cuesta todo lo anterior, queda claro es que se trata de una inversión costosa y con fecha de caducidad; porque el equipo se tiene que renovar casi al ritmo que evoluciona la tecnología.
En lo personal, recientemente y con bastante frecuencia me han pedido imágenes para alguna publicación; generalmente la petición la hacen de forma muy amable pero casi nunca anticipan que no piensan pagar. Con gusto acepto colaborar sin paga para quienes muestran algún interés en promocionar mi trabajo y resaltar la intención original de las imágenes; pero no acepto trabajos sin remuneración de quienes solo me piden el material sin al menos intentar explicar cuál es su objetivo, tampoco acepto empresas que intentan lucrar con mi trabajo que sí tienen cómo pagar, por más que inventen que están en crisis.
En principio pareciera que se trata de un problema de ego del fotógrafo que busca algo a cambio de su trabajo; o de sensibilidad de los encargados en las editoriales que piden el material a los fotógrafos para su publicación y no se ponen a pensar lo que significa pedir sin ofrecer algo a cambio, pero en mi opinión se trata de una añeja mala práctica alentada por los dueños y directores y tolerada por los fotógrafos que aceptan pensando que les hacen un favor al publicarles o al enviarlos a una cobertura.
Una vez un director de arte en un grupo editorial me dijo que los fotógrafos deberían ser quienes pagaran por permitirles publicar en sus revistas. El tamaño de la estupidez de lo que escuché me dejó pasmado y solo me permitió constatar que los medios muchas veces contratan en esos puestos directivos a personas sin sensibilidad, ajenas a la fotografía y al periodismo. Se trata de guardianes de los negocios de sus patrones, a los que no les importa el trabajo profesional de sus colaboradores o empleados. Les dan esos puestos para presionar a sus subalternos para que consigan contenidos gratuitos y, si se puede, de calidad. Por esta razón es cada vez más común ver que publican trabajos que encuentran en internet sin pagar y sin dar crédito al autor.
Ojalá quienes tienen en los medios de comunicación la responsabilidad de conseguir imágenes, ya sean fotógrafos, diseñadores gráficos, periodistas, community managers o lo que sean, tomen en cuenta antes de pedir fotos o robarlas de internet que detrás de cada fotografía hay una inversión propia que debe ser retribuida, inclusive con un pago simbólico, algo que demuestre que entienden el trabajo.
También ojalá tomen en cuenta y volteen a ver de dónde obtienen el dinero y cómo viven sus patrones, los dueños, directores y altos ejecutivos de medios de comunicación que son quienes les piden conseguir materiales para publicar.
Por cierto dinero que nunca llega de forma justa y equitativa para reporteros y fotógrafos que son quienes verdaderamente llenan los espacios informativos, solo hay que conocer los salarios que reciben los colegas fotógrafos y compararlo con las grandes fortunas de los dueños para ponerse a llorar.
Probablemente estos casos no son exclusivos de la industria periodística, pero hay que aprovechar el debate actual sobre el papel que juegan los medios de comunicación frente a la sociedad para hablar de la precariedad de los fotógrafos.
Todas estas malas prácticas hay que buscar cambiarlas, por que aunado a estas, están en juego los derechos laborales, de autor y más.
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