Para Gabriela Cortés y Mónica Ponce cuando se trata promover la reflexión y el autocuidado de mujeres lesbianas, bisexuales, trans y personas no binarias, no las detiene ni una pandemia
Texto: Mely Arellano / Lado B
Fotos: El Taller y Especial
PUEBLA.- Por fuera es solo una casa verde con blanco en una de las zonas más antiguas de la ciudad de Puebla, rodeada de otras casas muy parecidas, frente a una fábrica de plástico abandonada. Por dentro, es un refugio de disidencias; se llama El Taller.
En las habitaciones de esa casa que hoy se han convertido en oficinas, lo mismo se da atención psicológica que se organizan movilizaciones; en lo que alguna vez fueron sala y comedor hay un foro de teatro llamado Las Nahualas, donde se presentan obras sobre homo-lesbi-transfobia, mujeres desaparecidas, feminicidios, trata de personas y violencia contra la mujer.
En el patio puede pasar un poco de todo: conversatorios, talleres, fiestas, sesiones de la Escuelita Feminista y es, además, lugar de ensayos de la batucada lesbofeminista.
En El Taller, desde hace 13 años convergen mujeres de diferentes edades, identidades sexogenéricas y orientaciones sexuales con fines comunes, con el interés de conocer más o participar en algunos de sus proyectos, todos liderados, creados o propuestos por Gabriela Cortés y Mónica Ponce: Gab y Mona.
Cuando Joss Gámez estaba en la secundaria solo una vez pudo jugar futbol con sus compañeros, porque de inmediato su maestra mandó a llamar a su mamá para decirle que si le pasaba algo sería su culpa, por jugar con hombres. Nunca se lo volvieron a permitir.
Pero ella no era la única lesbiana a la que en algún momento le habían coartado la posibilidad de jugar este deporte, como se dieron cuenta en los círculos de reflexión de El Taller, donde Joss conoció a Gab y Mona.
Estos círculos de reflexión son “acciones de reconocernos lesbianas y bisexualas que hemos organizado, y en diferentes ocasiones surgía el sentirnos bloqueadas porque nos dijeron: ‘las niñas no juegan futbol’, o a algunas chicas lesbianas no las dejaban jugar futbol porque les decían: ‘tú juegas como hombre’, y [como] muchas mujeres lesbianas nos vemos o se ven muy masculinas, entonces decían: ‘es que tú no eres mujer, tú eres hombre’”, explica Gab Cortés a LADO B.
Esta discriminación es un tipo de violencia que atraviesa a las mujeres, y como un acto reivindicativo para sí mismas lanzaron el torneo de futbol “Lesbianas, bisexualas y mujeres trans pateamos y pegamos como niñas”.
Gab aún recuerda cuando, después de ser la única niña que jugaba futbol con los niños del barrio, un día simplemente le dijeron que ya no podía hacerlo, porque había crecido y las diferencias del género fueron evidentes.
“Para mí siempre fuiste un niño [–le confesó uno de sus primos–], por eso siempre jugaba contigo, andábamos juntos para todos lados; hasta que me di cuenta de que no eras niño, sino una niña, y dije: ¿Cómo? Las niñas no juegan futbol”.
Gab no volvió a jugar futbol hasta que inició este proyecto en El Taller. O sea, pasaron más de 30 años, y fue un acto liberador. Como lo fue también para Joss porque se pudo “visibilizar que las mujeres también jugamos, tenemos derecho a jugar, y además las lesbianas teníamos un espacio para jugar y sin escondernos”.
Ahora este proyecto es más ambicioso, pues además de trabajar con mujeres lesbianas y bisexualas, sumarán a mujeres trans, personas no binarias y también a juventudes, niñas e infancias para hacer y hablar del deporte, “de cómo nos han dicho que no podemos hacer por nuestras naturalidades o porque nacimos con un sexo al cual le impusieron ciertas formas de ser, estereotipos de cómo tenemos que ser: que si eres gorda no puedes hacer esto, que si enflacas estás muy débil”.
Se trata, sigue explicando Gab, de trabajar desde la corporalidad, con talleres de autodefensa, torneos de futbol, basquetbol, en competencias de atletismo, tochito e incluso ahora por la pandemia han pensado en organizar carreras, rodadas e incluso tal vez un torneo de futbol de mesa.
“Desde la autodefensa no necesariamente necesitamos tener un contacto directo para seguir aprendiendo y reconociendo cómo tenemos que defendernos, cómo tenemos que reconocernos fuertes ante un sistema que sigue diciendo que somos débiles y que les pertenecemos, o que nuestros cuerpos les pertenecen a los machos”.
Con este proyecto, El Taller busca incidir no solo en la capital del estado sino en otros municipios como Atlixco, Izúcar de Matamoros, Tehuacán y las Cholula (San Pedro y San Andrés).
Con la llegada de la pandemia y el inicio del confinamiento las actividades en El Taller se detuvieron, pero no así sus inquietudes.
“El encierro -recuerda Gab- nos llevó a pensar: ¿qué está pasando con nosotras? Y reconocer, ‘si nos está pasando a nosotras, seguramente le está pasando a otras mujeres’; por ejemplo, se detonaron o aumentaron algunas ansiedades. Incluso recibimos llamadas de mujeres que estaban en una situación de violencia, mujeres que querían ser escuchadas”.
Entonces decidieron crear un espacio para hablar desde el encierro, al que llamaron “Afilando tijeras a la distancia”, y al que respondieron mujeres lesbianas, bisexuales, personas no binarias no sólo de Puebla, sino Yucatán, Ciudad de México, Veracruz, Oaxaca, y algunos municipios del interior del estado, pero también de Zacatecas, Guadalajara y Tlaxcala.
“Fue bastante interesante cómo nos reencontramos a través de estas plataformas [como Zoom o Facebook], para darnos apapachos virtuales y se fue consolidando un grupo de escucha”.
Hacían sesiones semanales para hablar de cosas simples pero importantes, como “¿qué estamos haciendo cada una en el autocuidado?, ¿cómo nos estamos alimentando?, ¿qué nos recomiendan para que no tengamos ansiedades?, ¿qué hacemos desde la psicología?, ¿cómo nos hablamos y cómo nos apapachamos desde ahí?”.
Incluso esa experiencia virtual animó a Gab y a Mona a impulsar la 9a edición de la Escuelita Feminista en modalidad mixta: presencial y en línea. Se decidió hacerlo así porque de pronto se dieron cuenta que había que cerrar el proceso de “Afilando tijeras”, cuando el grupo fue disminuyendo conforme se activaba la economía.
“Algunas chicas que estuvieron en ese momento ahora son parte de esta generación de la Escuelita Feminista y con otras seguimos en conexión a través de las redes sociales”.
Ahora para El Taller viene un nuevo proyecto relacionado con los derechos, pero no desde lo legislativo, sino desde lo identitario femenino en relación con el género y la orientación.
“Hay un discurso sobre lo trans que nos ha hecho alejarnos las unas de las otras, viéndonos como las rivales porque las compañeras trans a lo mejor son muy femeninas, dentro del estereotipo de lo que tiene que ser una mujer, y las mujeres lesbianas somos la contraparte, pero esta reflexión es del patriarcado para que nos veamos en vez de aliadas, con rivalidad”.
Este trabajo fue realizado con el apoyo de
Si quieres conocer más sobre El Taller, así como de actividades próximas, visita su página de Facebook aquí.
Trabajo en el portal de noticias Lado B, en Puebla. Estudié Lingüística y Literatura Hispánica. Me gusta contar historias. Creo en el periodismo como un instrumento de la sociedad para la democracia.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona