Activistas, actrices, periodistas y organizaciones civiles dialogaron cómo el racismo en el cine, la televisión, las redes sociales y los medios informativos construye narrativas que deforman la realidad, en la que la mayoría de las personas no están representadas ni visibilizadas
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: Alexis Rojas
CIUDAD DE MÉXICO. – En un país profundamente racista ¿qué papel juegan los medios de comunicación en la propagación de estos discursos? En un país, donde la discriminación por el color de piel, clase social, género o sexo se vive a la orden del día ¿cómo hacemos para erradicar estas prácticas? Las respuestas no son sencillas e implicaría necesariamente profundizar en un proceso de crítica y autocrítica hacia los referentes con los que nos hemos formado y crecido.
La televisión, las redes sociales, la radio, el cine y la prensa escrita son un reflejo del pensamiento común de la sociedad. Pero también, de los valores y visiones de la clase que es dueña de estos espacios, en su mayoría hombres, blancos y de un estatus social alto.
Ante esto, la imagen que se representa de nuestra sociedad –y la cual se quiere hacer pasar por normal– es ajena a la del grueso de la población mexicana: morena, de clase baja y con distintas realidades comunitarias que no necesariamente son las de las grandes ciudades, donde inclusive la vida no es la misma para todas las personas.
El segundo día del II Foro Global de la Unesco contra el racismo y la discriminación estuvo dedicado a ello, y por eso académicos, activistas y periodistas dialogaron sobre las estrategias que han seguido para posicionar otras narrativas en los medios masivos de comunicación.
En el panel, integrantes de CINU México, OIM-ONU y ACNUR dialogaron con miembros de Racismo MX, la actriz Maya Zapata, y con las periodistas Laurel Miranda, Nadia Sanders, Diana Manzo y Kau Sirenio, estos últimos parte de la Red de Periodistas de a Pie.
En México, más del 70 por ciento de la población se identifica con un color de piel moreno, y más de 11 millones de personas se asumen como indígenas. No obstante, en los medios masivos de comunicación esta realidad parece borrada.
Telenovelas, películas, series y un sinfín de expresiones periodísticas, artísticas o de divulgación siempre han tomado como protagonistas en sus historias a gente de piel blanca, otorgándoles papeles o posiciones de éxito y poder.
A la población morena, en cambio, cuando se le representa en estos espacios casi siempre es reproduciendo estereotipos que pesan sobre ellas: pobreza, marginación y rezago social o económico.
Maya Zapata, actriz mexicana, reflexiona sobre ello. Su experiencia en producciones cinematográficas, así como televisivas, le ha hecho conocer de primera mano el racismo que existe en estos espacios.
Para ella, existe un evidente proceso de revictimización en cómo se incluye a las poblaciones racializadas en la actuación o producciones audiovisuales. Casi siempre, afirma, esto se hace desde los prejuicios que pesan sobre ellas.
Esto, explica, consolida una narrativa hegemónica que acapara la mayoría de los espacios masivos de comunicación y difusión, por lo que resulta difícil encontrar en los medios públicos y a gran escala otros discursos que se salgan de estos estereotipos.
Y agrega que, entonces, los medios de comunicación
“(Los medios de comunicación) se vuelven un espacio de propaganda de los valores del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado”.
Ante esto, es necesario replantear el lugar que ocupan las personas racializadas en este tipo de producciones, y los cómos y dóndes se construyen sus propias narrativas. Sin embargo, apuntala la actriz, hay pocos espacios que realmente apuestan a otra visión que no sea la hegemónica. Y, lamenta, los pocos que hay están dirigidos para que los consuman la gente blanca, y no a quienes se está representando en la pantalla.
La actriz se refiere al llamado cine de autor, que acapara mucho menos lugares que el cine comercial. Para ella, aunque estos esfuerzos son necesarios:
“Son historias que están hechas para abrir los ojos de las personas blancas, pero que las personas racializadas no quieren ver”.
Ante esto, momentos como la inclusión del actor Tenoch Huerta en una producción de Marvel son fundamentales, pero tampoco agotan el problema. Pues aunque existe un espacio ganado, la realidad es que se siguen reproduciendo los estereotipos de racialización y no hay una participación de las personas morenas en la creación de contenidos para público masivo con historias que vayan acorde a la realidad que están representando.
Ante ello, una posible ruta a seguir –aunque aún con muchas carencias– es la del periodismo independiente. Pues desde hace algunos años, pocos medios –en su mayoría nativos digitales– han apostado a conformar redacciones diversas integradas por mujeres, personas racializadas, lgbtttiq+, indígenas, y otras comunidades que tienen historias qué contar, y muchas veces no encuentran canales para expresarlas en los medios tradicionales.
La digitalización de la información ha abierto una brecha para ganar terreno en la batalla por posicionar otras narrativas y agendas. Sin embargo, sus canales de difusión –en su mayoría las redes sociales– siguen siendo manejadas por la población hegemónica. Ante esto, advierte la periodista Laurel Miranda, un primer paso para cambiar la historia estriba en reconocer los algoritmos racistas, clasistas, transfóbicos y misóginos de Facebook, Twitter, Youtube, y otras redes.
El primer paso para esta pelea, además de luchar contra lo que “vende y lo que no”, está en integrar redacciones diversas para impulsar otras narrativas que se consuman en estas redes sociales. Cambiar el algoritmo, posicionando las historias que importan, y no las que venden más.
Esto, sin embargo, no es suficiente si se sigue manteniendo la relación vertical en estas, coinciden las panelistas. El reto estriba en realmente incluir en la creación y discusión editorial a todas las poblaciones, y no solo crear máscaras inclusivas que no trastocan la forma en que se crean los contenidos.
Pensar, por lo tanto, en un periodismo local, que hable desde y para las comunidades, pero que también tenga un espacio importante en la agenda nacional de los grandes medios es el reto, y, como sostiene la periodista Diana Manzo, hay avances, pero también muchos retrocesos.
“No vamos a descubrir a las comunidades, ellas ya se conocen. De lo que se trata es de contar sus historias”.
Diana Manzo
La periodista recuerda sus experiencias en medios masivos y corporativos que muchas veces le dijeron que las historias del Istmo de Tehuantepec, de donde es ella, no iba a vender o interesar a las audiencias.
“Hay que descolonizarnos también a nosotros mismos”, añade, pues muchas de las veces se cae en romantizar las experiencias y vivencias de las comunidades, negando que también están atravesadas por dinámicas de violencia internas que también deben de conocerse.
“Se trata de escribir con el corazón, pero sin romantizar”.
Aunado a esto, el proceso de desolonización de las narrativas periodísticas –y que también puede aplicar a otras ramas de la comunicación– se trata de hablar desde lo que se es, y no desde lo que se está cubriendo.
Nadia Sanders, periodista, ahonda en este punto, recordando que muchas y muchos de los reporteros también somos pobres, indígenas, personas racializadas o discriminadas por nuestro sexo o género. Y lo que pasa, enfatiza, es que a veces creemos que somos la fuente que cubrimos, y no lo que nos atraviesa en nuestra realidad cotidiana e histórica.
Los esfuerzos son muchos, y más allá del periodismo, en el activismo y las organizaciones no gubernamentales también se están pensando alternativas para combatir el racismo y la discrminación en la comunicación. Espacios como RacismoMx, así como OIM y ACNUR de la ONU, han apostado a estas alternativas, generando y proponiendo iniciativas que, transversalmente, cambien las formas en las que se cuentan los procesos migratorios, la presencia de personas racializadas en las problemáticas cotidianas, y cómo llegamos a conocer y acercarnos a sus historias.
Espacios como este II Foro Global organizado por la UNESCO son un ejemplo, aunque también con carencias. Pues una problemática que existe son las brechas del idioma para que estas reflexiones lleguen a más personas, comunidades y pueblos que aunque no hablen el español, también piensan sobre estos procesos.
Así, la crítica final del periodista Kau Sirenio ante la falta de traductores en el foro no es menor, y aunque el señalamiento se hizo de manera constructiva, y no confrontativa, pone al centro los retos que tenemos para comunicar y posicionar otras narrativas que disputen las hegemónicas.
“Hay que buscar la forma en cómo, y desde dónde replantear para que esos medios comerciales y estatales cambien su barra programática. No es posible que en Canal 11, Canal 14, el Instituto Mexicano de la Radio, no cuenten con un solo programa en lenguas indígenas, eso es vergonzosos en este país en un país que tiene Tratados Internacionales, y la Ley de Derechos lingüísticos, no contamos con estos canales en donde podamos expresar nuestra lengua”.
Si quieres ver el foro completo puedes hacerlo en el siguiente enlace.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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