Enfermo de Parkinson, el periodista mexicano no alcanzó a tramitar su jubilación en la Agencia estatal Notimex, para la que trabajó 19 años como corresponsal en Venezuela. El gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador lo abandonó, junto con otros 19 corresponsales que presentaron una demanda laboral. Para Rodolfo no queda tiempo
Por Cecilia González / @ceciazul
A fines de 2018, al periodista mexicano Rodolfo Rivera le diagnosticaron Parkinson, lo operaron y su médico le recomendó que tramitara su jubilación. Ya no debía trabajar porque su enfermedad, progresiva, se iba a acentuar cada vez más.
Rodolfo tenía 73 años y hacía 19 que trabajaba como corresponsal de la Agencia Notimex en Venezuela. A él y a sus otros 19 colegas que trabajábamos en el exterior nos habían dicho que, a pesar del cambio de gobierno, la extensión de nuestros contratos para 2019 estaba garantizada. Varios creímos, incluso, en que la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia nos ayudaría a normalizar por fin nuestras irregulares condiciones laborales. Cómo no confiar en un político que durante tantos años había prometido justicia social.
Pero nada de ello pasó. La noche del jueves 27 de diciembre de 2018, los 20 corresponsales de Notimex en el extranjero recibimos un correo en el que la entonces directora de Internacionales, Olga Ojeda, dio por terminado el vínculo laboral de la Agencia con nosotros sin ofrecer indemnización alguna. Sin tomar en cuenta que teníamos antigüedades que oscilaban entre los ocho y los 35 años.
El caso más grave era el de Rivera. Recién lo habían operado en Colombia, porque en Caracas la atención sanitaria que necesitaba era inexistente. El corresponsal quería informar sobre su situación médica en Notimex, tramitar su jubilación, pero de pronto se quedó desempleado. Y así continúa. Su estado, su edad y la crisis económica, política, social y humanitaria que padece Venezuela le impiden buscar trabajo.
“Lo que hicieron fue de poca vergüenza, decirnos ‘háganle como quieran’ después de tantos años de esfuerzos, de coberturas, de compromiso con la Agencia”, dice Rivera desde su casa en la capital venezolana. La charla es entrecortada. Le cuesta hablar por las secuelas de su enfermedad.
“Estoy jodido, no tengo dinero, sólo sigo pagando mi seguro médico. Ahora necesito una operación para la columna vertebral pero el seguro no me alcanza porque me tengo que ir a operar de nuevo a Bogotá. Vivo de los pocos ahorros que tenía”, resume un año después del conflicto que derivó en una demanda laboral colectiva que los corresponsales en el extranjero interpusimos contra Notimex y en la que exigimos la reinstalación de nuestros puestos de trabajo.
Aunque confiamos en que ganaremos la demanda, podrían pasar varios años antes de ser recontratados o, por lo menos, poder cobrar algún tipo de indemnización. Y Rodolfo no tiene tiempo.
En enero de 2019, los corresponsales hicimos múltiples gestiones para pedir apoyo y mantener nuestras fuentes de empleo. Enviamos cartas privadas a funcionarios del gobierno de López Obrador, al propio presidente, a embajadores, diputados y senadores. En el lapso de un mes, la empresa reculó y nos envió en dos ocasiones licitaciones para prorrogar nuestros contratos. El problema era que incluían recortes salariales del 60 por ciento, que se sumaban a una reducción del 25 por ciento que ya habían sufrido en 2018.
Aun así, los corresponsales aceptamos porque consideramos que lo más importante era no perder el trabajo. Primero nos dijeron que nos reincorporarían el 1 de febrero. Luego, que el 16, pero ninguna de las dos fechas se cumplió. Mientras tanto, la ratificación de Sanjuana Martínez como directora se postergaba en el Senado.
En ese clima de incertidumbre, sin saber cuándo, ni cómo, ni en qué condiciones íbamos a volver a trabajar, los 20 corresponsales publicamos una carta abierta a López Obrador en la que le pedimos que confirmara la prórroga anual de los contratos e iniciara un diálogo con nosotros para regularizar nuestras condiciones laborales.
La carta no tuvo respuesta, más allá de las vagas promesas del presidente de que nuestra situación se resolvería. Luego, Martínez asumió la dirección, desconoció cualquier vínculo laboral de la empresa con los corresponsales y aseguró que nos habían ofrecido volver al país, lo que no era cierto.
A pesar de los reiterados intentos que hicimos, la nueva directora jamás quiso dialogar con nosotros. Ni siquiera cuando subrayamos el caso de Rivera, que a su enfermedad le sumó la preocupación de quedarse sin ingresos en un momento de tanta vulnerabilidad. Nunca pudo gestionar su jubilación.
Antes, ya habíamos padecido una creciente precarización.
En la última década, las corresponsalías de Notimex en el extranjero se redujeron a la mitad. Se cerraron oficinas regionales y hubo despidos injustificados que derivaron en múltiples juicios. En 2013 se nos informó que a partir de ese año firmaríamos contratos anuales como “prestadores de servicio” o de lo contrario seríamos despedidos de inmediato y sin indemnización. La Agencia dejó de cubrir gastos operativos, por lo que comenzamos a pagar con nuestros salarios servicios de telefonía, internet y televisión por cable. Se nos exigió comprar smartphones con nuestros propios recursos para cumplir con el envío de fotos y videos sin ninguna capacitación previa. También nos dejaron de pagar aguinaldos. Cada medida era anunciada de un día para el otro. Los corresponsales estábamos dispersos en varias sedes, no nos conocíamos ni pertenecíamos al desprestigiado Sindicato que comandaba Conrado García. No estábamos organizados para defender nuestros derechos.
En 2018 ya sólo quedábamos 20 corresponsales en 14 países. Y desde enero de 2019 no hay uno solo. La información internacional se cubre desde escritorios en la ciudad de México o con freelances que son contratados de manera esporádica.
Rodolfo Rivera lamenta la desaparición del área de Internacionales de Notimex no sólo por su caso, ya que la Agencia contaba con prestigio en el exterior gracias precisamente a nuestro trabajo.
Recuerda, por ejemplo, que él fue el único corresponsal en Venezuela que tuvo Notimex. Asentado en Caracas durante casi tres décadas, este periodista egresado de la Escuela Carlos Septién García cubrió el ascenso de Hugo Chávez, sus reelecciones, el intento de golpe de Estado en su contra, su alianza con Luiz Inacio Lula da Silva y Néstor Kirchner, su muerte y la asunción de Nicolás Maduro como su heredero. Reportó las transformaciones sociales impulsadas por chavismo, la llegada de médicos cubanos, el auge de los precios del petróleo, la crisis económica, el éxodo de los venezolanos y la polarización política que todavía hoy divide al país.
“En los últimos meses no podía cumplir con todas las fotos y videos que nos pedían en la Agencia, primero por seguridad, porque en Caracas no puedes andar con un Iphone por la calle, te lo roban, y por mi enfermedad no podía aguantar coberturas largas”, explica.
Como parte de nuestra lucha, los corresponsales hicimos una campaña de recaudación de fondos en favor de Rivera. El apoyo para la atención de su salud es la prioridad de nuestros reclamos. En abril de 2018, la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía del Senado emitió un dictamen para respaldarnos. Cinco meses más tarde, el pleno aprobó un punto de acuerdo en el que le pidió a Notimex atender las demandas laborales de los 20 corresponsales y, en particular, “brindar la atención médica que requiera Rodolfo Rivera y pueda continuar con sus tratamientos, a fin de que no se ponga en riesgo su salud”.
Sin embargo, ningún funcionario de la Agencia ni del gobierno se ha comunicado nunca con el periodista ni con ninguno de nosotros para saber su situación o proponerle algún tipo de ayuda concreta.
Rivera, quien vive con su esposa, la sicopedagoga venezolana y también jubilada Noemi Orta Herrera, ya casi no camina. Para andar por su casa o salir a las consultas médicas se apoya en un andador. Escribir le es prácticamente imposible. El Parkinson avanza y los médicos ya le advirtieron que la operación de la columna que requiere es urgente.
Pero no cuenta con recursos para atenderse. Es un periodista mexicano enfermo y abandonado por el Estado mexicano en Venezuela.
Periodista mexicana que desde hace 15 años cubre el cono sur. Autora de los libros Narco Sur y Narco Fugas.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona