Urge una reflexión desde diferentes actores de la izquierda latinoamericana en torno a cuáles son los programas en los que podemos sumar esfuerzos, cómo nos articulamos con diferentes experiencias, cómo nos comunicamos con sectores sociales que no están aún sensibilizados políticamente para construir un horizonte emancipatorio común
Texto: Gabriela Arévalo Guízar
Foto: Patria
CUBA. – Cuba sigue siendo, como hace más de 60 años, una de las órbitas sobre la que gravitan las izquierdas latinoamericanas. Así lo muestra el desarrollo del Coloquio Internacional Patria, un encuentro de comunicadores, académicos y activistas para reflexionar sobre el uso de la comunicación y las nuevas tecnologías de la información como herramientas políticas para la emancipación del sur global.
El encuentro, que cumplió su cuarta edición, reunió en la Universidad de La Habana a más de 400 asistentes, entre periodistas, comunicadores, académicos, creadores de contenido, funcionarios y demás perfiles que, desde una militancia de izquierda, hacen uso de los medios tradicionales (prensa, radio, televisión) y las redes sociodigitales para hacer frente tanto al discurso hegemónico de los medios corporativos como al avance de las derechas en todo el mundo.
El tema central del coloquio, organizado por la Unión de Periodistas de Cuba, fue la tecnopolítica y, en ella, explorar cómo se están modificando las dinámicas de poder en un entorno digital donde, a la vez que se facilita la comunicación y el intercambio de información a gran escala, la desinformación y los discursos de odio tienen una amplificación sin precedentes. No obstante esta realidad innegable, el encuentro tiene sentido pues se reconoce que “los territorios digitales ofrecen también la posibilidad de concertar acciones colectivas y desarrollar estrategias emancipadoras, fomentando redes de esperanza y de movilización popular con una ciudadanía informada, crítica y activa”. De ahí que el lema del coloquio fuera “somos pueblos tejiendo redes”.
Así, el coloquio planteó temas tan importantes como la soberanía digital, la educación digital crítica y la alfabetización mediática, la descentralización de las plataformas, la inteligencia artificial y su uso en los países del sur global, entre otros. En resumen, el coloquio giró en torno al uso de la tecnología en la comunicación política para la resistencia popular y la emancipación, sabedores del papel central que tienen los medios en la movilización social.
Fue en marzo de 1892 cuando apareció, en la ciudad de Nueva York, el primer número de Patria, el periódico fundado por José Martí y que el Coloquio homenajea al llevar su nombre. En ese primer número Martí declara:
“Patria quiere honrar a los buenos, contar sus historias, propagar el modo de pelear con éxito, preparar la victoria de la libertad equitativa sobre los meros medios que se han de emplear para su triunfo, levantar un pueblo. Nace este periódico por la voluntad y con los recursos de los cubanos y puertorriqueños independientes de Nueva York, para contribuir, sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico”.
En la misma línea, es del todos conocida la faceta periodística de los grandes teóricos de la izquierda de los siglos XIX y XX: de Marx a Engels, de Lenin a Trotsky, de Luxemburgo a Kollontai, sin dejar de mencionar a Gramsci, por supuesto. Además, muchos de ellos hicieron importantes reflexiones sobre el papel de la prensa (y, podríamos decir, de los medios de comunicación en general) no sólo como espacios de propaganda o difusión de las ideas marxistas, sino como herramientas para la acción colectiva revolucionaria. En ese sentido, fundaron medios con la idea de que éstos fueran elementos organizadores de la acción política y aglutinadores de la militancia de las clases trabajadoras.
Gramsci, por ejemplo, dirigió muchos de sus escritos periodísticos en contra de la prensa burguesa y su finalidad de dirigir la opinión pública para sus propios intereses:
“Todos los días, los trabajadores pueden ver por sí mismos que los periódicos burgueses relatan hasta los hechos mas simples de un modo en el que favorecen a la clase burguesa en perjuicio de la clase obrera”.
En contrapartida, además de hacer del periodismo una de sus actividades principales, fundó L’Ordine Nuovo bajo el lema “Decir la verdad es revolucionario”, periódico que, primero como semanario y después como diario, se dirigía al movimiento obrero italiano. Después, con la fundación del Partido Comunista Italiano, L’Ordine daría paso a L’Unità, órgano del partido, también fundando y dirigido por Gramsci. Como bien lo señala en sus Cuadernos de la Cárcel (1975: 153), para Gramsci la acción de los intelectuales, el partido y el periodismo (o quizás deberíamos decir, la prensa, pues en sus escritos se refiere a múltiples empresas editoriales —libros, revistas, manuales, diarios, semanarios— de las cuales hace incluso caracterizaciones a partir de sus contenidos, usos y fines) debían hacer parte del mismo movimiento con el fin de formar e informar a la clase trabajadora, y a la sociedad civil en general —esto es, dirigir la opinión pública—, en una consciencia crítica que derive en una acción revolucionaria:
“La formación nacional unitaria de una conciencia colectiva homogénea demanda condiciones e iniciativas múltiples”.
En la misma línea, Lenin —quien sería una influencia en la teoría de la acción política en Gramsci— reflexionó sobre el papel de la prensa como organizadora de la revolución proletaria a propósito de la salida de Iskra, el primer periódico que fundó, y el polémico artículo “¿Por dónde empezar?”. Al respecto escribió:
«(…) obliga a hacer particular hincapié en el plan de una organización formada en torno a un periódico central para toda Rusia, mediante la labor conjunta en este periódico común. Sólo una organización semejante aseguraría la flexibilidad indispensable a la organización socialdemócrata combativa, es decir, la capacidad de adaptarse en el acto a las condiciones de lucha más variadas y cambiantes con rapidez […] el contenido fundamental de las actividades de la organización de nuestro partido, el centro de gravedad de estas actividades debe consistir en una labor que es posible y necesaria tanto durante el periodo de la explosión más violenta como durante el de la calma más completa, a saber: en una labor de agitación política unificada en toda Rusia que arroje luz sobre todos los aspectos de la vida y que dirija a las más grandes masas. Y esta labor es inconcebible en la Rusia actual sin un periódico central para toda Rusia».
En Iskra se reunirían las reflexiones de diferentes corrientes del pensamiento marxista como Rosa Luxemburgo o León Trotsky. Posteriormente fundaría, junto a los bolcheviques, Pravda, periódico que tendría un papel fundamental en la Revolución de Octubre. Por su parte, Rosa Luxemburgo participaría en la fundación de La Causa de los Trabajadores y, después, fundaría y dirigiría La Bandera Roja (Die Rote Fahne), órgano de la Liga Espartaquista desde donde advirtió de los peligros del nacionalismo alemán. El periódico sobrevivió a su muerte y se publicó hasta 1945.
Este 2025 el Coloquio Patria estuvo dedicado a celebrar el 20 aniversario de la multiplataforma Telesur, de la cual cabría preguntar si puede considerarse la versión latinoamericana contemporánea de los esfuerzos político-comunicativos de los teóricos marxistas clásicos expuestos en el apartado anterior.
Así, el encuentro estuvo dedicado a rememorar, en diferentes espacios y formatos (conferencias, mesas redondas, sala inmersiva), los inicios de este proyecto comunicativo que tiene como figuras centrales a Hugo Chávez y Fidel Castro, así como sus afanes por construir un medio desde el cual los países de América Latina y el sur global pudieran narrar sus propias historias y que, a la vez, permitiera superar el cerco informativo y las noticias falsas que proliferan en los medios hegemónicos contra cualquier proyecto político que se declare de izquierda, especialmente si se trata de Venezuela o Cuba.
Un ejemplo claro de esta necesidad es cómo se describe al propio medio en Wikipedia: “El canal ha sido señalado de informar de manera parcial, realizar propaganda chavista, promoción del socialismo y de tergiversar hechos a favor de los gobiernos de Hugo Chávez y de su sucesor Nicolás Maduro y de gobiernos con ideologías de izquierda en América Latina”. En contrapartida, ni en el artículo de la BBC o de la Agencia EFE, por citar un ejemplo, se les acusa de ser canales que realizan propaganda al servicio de la burguesía inglesa, española o europea.
En todo caso, este ejemplo simple sirve bien para subrayar la importancia de que los proyectos emancipatorios de la izquierda cuenten con sus propios medios y que éstos, además de informar, sean la memoria del devenir de dichos proyectos: aciertos y errores, luchas y dificultades, éxitos y fracasos. A esa memoria estuvieron dedicadas las participaciones de muchos de los actores principales de Telesur: su directora, Patricia Villegas; el periodista brasileño, Carlos Alberto Almeida (ambos responsables de la primera transmisión de Telesur), el periodista deportivo, Víctor Hugo Morales, entre otros.
Las conmemoraciones tuvieron su punto más emotivo en la celebración que se llevó a cabo en el barrio “Los avioncitos” de La Habana, un espacio con una fuerte organización de base. Ahí, el equipo de Telesur habló de su historia, del legado de Hugo Chávez, de los periplos que han debido sortear estos 20 años; al mismo tiempo, pudo ser interrogado por la comunidad sobre los momentos más difíciles para narrar en el periodismo. La respuesta era clara: la guerra. Así, el equipo recordó que Telesur estuvo presente en la guerra en Siria, con periodistas en el terreno, para contar lo que otros medios callaban. Ahora, alza la voz por el genocidio en Palestina. Este evento cerró con el concierto de “Arnaldo y su talismán”.
Si cabe alguna crítica a la larga trayectoria de Telesur sería que, a 12 años de la muerte de Chávez y 16 años de que Fidel dejara el poder, no existan otras figuras capaces de asumir regionalmente el liderazgo de este proyecto comunicativo. Si algo nos ha enseñado la historia es que todo proyecto político necesita de relevos generacionales que lo mantengan vivo.
Ya hemos señalado al inicio los objetivos principales del coloquio, así como sus líneas temáticas. No obstante, conviene hacer un breve repaso sobre algunos de sus episodios más llamativos. Uno de ellos es, sin duda, el espacio dedicado a la exposición de experiencias comunicativas. En él, diversos proyectos (principalmente que se desarrollan en las redes sociodigitales, pero también proyectos radiofónicos, de prensa, televisivos, audiovisuales) que tienen una abierta militancia de izquierda, son contra hegemónicos o emancipatorios, exponen en qué consiste su propuesta: a quién va dirigida, cómo se lleva a cabo, cuáles son sus alcances y tareas futuras, etc. En esta dinámica, en donde se presentaron casi 65 proyectos de diversos países, llamaron especialmente la atención dos experiencias: el proyecto de Palestina, presentado por Murid Abukather, y el de del Sahara Occidental, presentado por Eida Abdu Mahhmud. Ambos son una muestra del mejor uso de las redes sociodigitales para denunciar la violación sistemática de derechos en países en emergencia humanitaria.
Otro espacio importante es el de los talleres teóricos en donde se ponen en discusión saberes y experiencias para pensar, a futuro, nuevos proyectos anticapitalistas y antiimperialistas. Así, se expusieron temas como los desafíos políticos de la inteligencia artificial (IA) para el sur global; big tech y el aparato militar de Estados Unidos, neofascismos en América Latina, ideologías de extrema derecha y cómo combatirlas; solidaridad antiimperialista y comunicación. En ellos participaron especialistas de Argentina, Brasil, Ecuador, México, Finlandia, España, Rusia, entre otros.
Finalmente, como todo encuentro, el coloquio tuvo un nutrido programa de conferencias y paneles de expertos en donde se habló del uso de la IA en la generación de noticias en China; de soberanía digital y redes descentralizadas; de alfabetización mediática; de cómo mitigar discursos de odio en entornos digitales; del silenciamiento y la resistencia informativa en el genocidio palestino; de algoritmos y control social; de influencers y creadores de contenido; de guerra cognitiva y manipulación informativa; por mencionar algunos. Entre los países de procedencia de los expositores están: Argentina, Cuba, Brasil, Venezuela, Honduras, México, China, India, Reino Unido, Italia, Bélgica, Líbano, etc. Así, todas las actividades tuvieron como ejes articuladores los proyectos emancipatorios de izquierda y el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
A manera de cierre y parafraseando el texto de Lenin, proponemos ahora algunas perspectivas futuras para el Coloquio Internacional Patria. Por parte del encuentro, se planteó una declaración final con las siguientes tareas:
-Impulsar la red del sur como espacio de articulación permanente.
-Denunciar el bloqueo tecnológico y económico contra Cuba y otros pueblos.
-Condenar el genocidio en Palestina y las tácticas de control social.
-Construir un nuevo orden tecnológico global basado en la cooperación y la soberanía.
-Defender el software libre y desarrollar una carta de derechos digitales.
-Fomentar una nueva sensibilidad militante desde la diversidad cultural.
Más allá de estas acciones que resultan irrefutables, cabe recordar que Cuba alberga este encuentro mientras atraviesa una de sus peores crisis económicas desde el periodo especial en la década de los noventa. Igualmente, podemos señalar que el alcance de las redes sociodigitales han impedido que cerremos los ojos a lo que muchos denominan “el primer genocidio transmitido en tiempo real”, para referirse al genocidio palestino en Gaza. No obstante, esas mismas redes y plataformas no han sido suficientes para detenerlo.
Ello nos convoca para generar, a partir de estos espacios de encuentro, proyectos comunicativos nacionales o regionales que conciten la acción política colectiva desde la izquierda. Se trata de conocernos y coincidir, sí, pero especialmente de generar proyectos comunes que aglutinen diversas luchas sociales, que den voz a los sectores tradicionalmente excluidos (mujeres, migrantes, minorías étnicas) y participen en la construcción de un consenso social anticapitalista y, en última instancia, contra toda forma de dominación. De esta manera se cumpliría la función social que teóricos como Lenin o Gramsci pensaron para los medios de comunicación.
La tarea, no por compleja, resulta irrealizable. Cada una de las experiencias presentadas en el coloquio cuenta ya con un campo de acción que podría potencializarse en articulación con otros proyectos similares. Al respecto, convendría una reflexión desde diferentes actores de la izquierda latinoamericana en torno a cuáles son los programas en los que podemos sumar esfuerzos, cómo nos articulamos con diferentes experiencias, cómo nos comunicamos con sectores sociales que no están aún sensibilizados políticamente para construir un horizonte emancipatorio común. Para lograr estos fines estamos llamados comunicadores y periodistas, académicos y especialistas, organizaciones civiles de izquierda, etc.
Una articulación pendiente es, sin duda, aquella que puede darse de mejor manera entre academia y periodismo, ambos desde una militancia de izquierda. Es el terreno fértil para el encuentro entre teoría y práctica, de manera que los pueblos puedan tejer las redes que el Coloquio Internacional Patria llama a crear. Nuestro presente nos urge a hacerlo realidad.
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