El Palacio de la Inquisición y las hogueras para herejes

13 junio, 2020

Estos son algunos de los lugares más lúgubres de la historia de México. Paradójicamente, con el paso del tiempo se volvieron en apacibles sitios de paseo. Aquí se procesaron a libertarios, falsos profetas, escépticos e inocentes. Poco queda de su recuerdo, si acaso las inscripciones dejadas en sus celdas   

@ignaciodealba

Frente a la Plaza de Santo Domingo se encuentra uno de los los palacios más imponentes de la Ciudad de México, su característica principal es que la entrada está en una esquina chata, enmarcada por columnas neoclásicas bajo la inscripción inquisitorial “EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM” (álzate o dios, a defender tu causa). Hoy, la causa está perdida. Una de las partes del sitio está dedicado a exponer torturas y rarezas, herencia de la fanática cristiada. 

El palacio fue un emblema de modernidad para la época, el diseño estuvo a cargo del arquitecto Pedro de Arrieta. La parte más desafiante de la construcción está en el patio interior, donde Arrieta dispuso una arcada sin columnas en las esquinas. La idea fue que eliminando los pilares se pudiera contemplar la edificación. 

El sitio se levantó en cuatro años, de 1732 a 1736. Desde el inicio albergó a las autoridades de la Santa Inquisición. Las calle de enfrente –ahora República de Brasil- fue bautizada por la gente como “la Perpetua”, el nombre hacía referencia a que las personas que entraban al Palacio de la Inquisición se quedaba ahí para siempre, un poco exagerado.

La Inquisición fue una forma de control político, que se valió de la religión para establecer su orden. El punto extremo el fanatismo, del oscurantismo le dicen. En Europa el azote de la iglesia fue duro, miles de personas fueron enjuiciadas a través de los “autos de fe” y ejecutadas en actos públicos. En América los asesinatos fueron muchos menos, pero no menos crueles. 

En la Nueva España la Inquisición comenzó el 4 de noviembre de 1570, mucho antes de tener un palacio bien establecido. Fue en la Catedral Metropolitano donde se anunció, ante la población, la entrada en vigor del Santo Oficio.  

Se estima que unas 50 personas fueron ejecutadas por la Santa Inquisición en la Nueva España, uno de los autos de fe se cumplió contra un pariente de Nezahualcóyotl, por renunciar a Jesucristo y volver en secreto a la adoración de sus dioses, fue denunciado y quemado en la hoguera. 

Del Palacio de la Inquisición salía una calesa verde para apresar a los acusados, el sistema de información se hacía, principalmente, a través de señalamientos.  Hubo algunos eventos que se hicieron célebres, como el de un grupo de judíos que escapó de Portugal y que llegaron a la Nueva España. Aquí fueron enjuiciados y 5 de ellos quemados en la Plazuela del Marqués –frente donde ahora está el Nacional Monte de Piedad.

Otra parte de las ejecuciones se cumplían en uno de los extremos de la ciudad, en el Quemadero de San Diego –donde ahora está la Alameda Central-. Los sentenciados tenían que pagar por sus propio dinero, el comerciante judío Tomás Treviño en medio de las apocadas flamas reclamó: “¡Échale más leña, que mi dinero me cuesta!”.

Algunos españoles también fueron sentenciados, el inquisidor Fray Domingo de Betanzos condenó a 20 conquistadores. No por las crueldades cometidas en contra de los indios, si no porque los soldados blasfemaban en los juegos de asar, exclamando “pese a dios”. Cuestión denunciada y castigada por la Santa Inquisición. No obtuvieron la pena máxima, pero tuvieron que cumplir con penas menores. 

La mayoría de las penas eran cuestión menor, hacer peregrinaciones, asistir a misa cargando una vela verde o, en todo caso, azotes y torturas en el Palacio de la Inquisición. Buena parte del enjuiciamiento era público, la gente arrojaba objetos o insultaba a los detenidos vestidos de sambenito. Probablemente, lo más duro para las miles de personas que pasaron por aquí fue el hacinamiento y las condiciones de la cárcel. 

El arquitecto  Melchor Pérez de soto, fue acusado ante el Santo Oficio por tener libros astronomía, el hombre fue sentenciado en 1633. Al entrar al Palacio murió en una pelea con otro preso, sus adorados libros fueron vendidos como papel viejo por la viuda, en busca de algún dinero para comer .

El revolucionario Guillén de Lampart pasó por la cárcel de este lugar, el hombre llegó a escapar antes de volver a caer preso. El liberario renacentista pasó 17 años en las celdas del Palacio de la Inquisición, luego fue mandado a la hoguera. Otros independentistas pasaron por aquí, como José María Morelos y Pavón y Leona Vicario, 

El sitio funcionó para las autoridades de la Santa Inquisición hasta 1820. Con los años el lugar se convirtió en escuela de medicina, pero con la construcción de Ciudad Universitaria el palacio se convirtió en museo de medicina y de tortura. 

En el sitio aún se conservan los dibujos o mensajes dejados por los presos antes de que se les hicieran sus autos de fe, en el lugar aún se lee “de un ignorante y un ciego qué malicia puede haber, el ignorante no sabe, el ciego no puede ver” 

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).