El mundo después del fin del mundo

31 octubre, 2020

A punto de que declaren a Milán por segunda vez en confinamiento, lo que está marcando aquí y en muchas partes de Europa el fin del mundo, es la rabia y la desesperación.

@cynthiaitalia

Hace exactamente cuatro años, empecé a sentir que se acababa el mundo. Mi padre, un roble cuya sombra me cobijó siempre sin importar distancias, vino cuando nació mi tercer hijo y aquí, en mi ciudad adoptiva, enfermó repentinamente. 

En pocos días se transformó a una velocidad que sólo fui capaz de creer porque estaba sucediendo ante mis ojos. Lo atestiguaba día con día a tal grado que, tres o cuatro semanas después cuando pudo regresar a México, seguía siendo mi padre pero como nunca lo hubiera imaginado ver porque parecía que habían pasado 20 o 30 años en un lapso menor a un mes.

Mi padre estaba enfermo y había iniciado el crepúsculo y yo sentía que para poder sobrevivir al dolor de no tener de frente al padre que conocía, tenía que reorganizar mis sentimientos, readaptarme y pensar que esa situación era pasajera y que en mi próximo viaje a México, platicaríamos de lo sucedido como una de esas malas experiencias que sólo se desean olvidar.

No fue así. La enfermedad de mi padre sigue avanzando y él ya no es el mismo, aunque en esencia lo sea. Muchas cosas cambiaron desde aquel noviembre del 2016 y ya nosotros, su familia, tampoco somos los mismos ni podemos percibir igual la vida. 

La familia, la madre o el padre, a veces se parecen a las ciudades en las que elegimos o nos toca vivir. A veces nos abrazan, nos acarician, nos acompañan, nos divierten. Aunque luego también nos castigan, nos estresan, nos saturan o hasta nos asustan.

Milán, la ciudad donde vivo desde hace más de 10 años, es así. Una ciudad que protege, no sólo a sus ciudadanos, sino en parte, también al entero país.

Según datos del ISTAT (Instituto de Estadística Italiano), sólo su área urbana representa el 13 por ciento del Producto Interno Bruto a nivel nacional. Su productividad es comparable a otras ciudades europeas como París o Londres.

Aquí, donde la economía se mueve a velocidades impresionantes, el impacto del Covid ha sido devastante. En la capital de la moda y el diseño, como es reconocida mundialmente, cada día se reportan 750 mil llegadas menos y con ello, sus hoteles, que aglutinan 33 mil recámaras, antes de la pandemia estaban siempre llenos. Ahora, si hay un poco de suerte, se llega al 20 por ciento de la ocupación.

Muchos de sus rascacielos ahora están vacíos porque entre 600 mil y 700 mil empleados que los ocupaban, desde hace meses trabajan en casa.

Esto significa que cada día, cafeterías y restaurantes venden unas 82 mil comidas menos, y los comedores empresariales han dejado de vender otras 20 mil.

Comparado con el 2019, en el 2020 esta sola ciudad que representa la vitrina de Italia al mundo, ha registrado 7.5 millones de turistas menos.

Las pérdidas de este año en el sector restaurantero se estiman en 1.9 mil millones de euros cada día. El sector hotelero hace también sus cuentas y las pérdidas las calculan en 1.5 mil millones de euros.

Y sin turistas, sin congresos, sin ferias, la industria del vestido también sufre. En lo que va de la pandemia se han perdido 3.6 mil millones de euros y cientos de establecimientos están a punto de cerrar. Lo mismo para el sector del espectáculo (actores, bailarines, escenógrafos, músicos, cableros, sonidistas, etcétera), donde se han perdido también mil millones de euros.

Sólo en la semana en la que se debió haber llevado a cabo el Salón del Mueble (la feria más importante del año donde diseñadores y empresas de todo el mundo presentan las nuevas tendencias de esta industria), se perdieron 350 millones de euros. En la semana de la moda, otro tanto. 

El efecto dominó en pleno en una ciudad donde la cadena productiva depende de eso, la moda y el diseño, que emplea a millones, y donde los inmigrantes, internos y externos, siempre han encontrado un lugar de trabajo aquí.

Ni qué decir de las nueve universidades que abren sus puertas a una importante comunidad estudiantil de todo el mundo. Más y más pérdidas.

Hoy, cuatro años después, a punto de que declaren a Milán por segunda vez en confinamiento, lo que está marcando aquí y en muchas partes de Europa el fin del mundo, es la rabia y la desesperación,  porque sí, el Covid ya se llevó muchas vidas pero ahora se está llevando también las esperanzas de quienes pensábamos que esto podía ser otra mala experiencia de esas que sólo se quieren olvidar.

Cynthia Rodríguez

Periodista mexicana radicada en Italia, donde ha sido corresponsal para varios medios. Autora del libro Contacto en Italia. El pacto entre Los Zetas y la 'Ndrangheta, sobre los lazos entre uno de los grupos criminales más antiguos del mundo y uno de los cárteles emergentes más temidos de toda la historia en México. Tiene una maestría en Migración por la Universidad de la Sapienza y otra sobre Combate a la criminalidad organizada y la Corrupción por la Universidad de Pisa.