El Mundial que despojó a Santa Úrsula Coapa

6 diciembre, 2025

Estadio Azteca. Foto: Jesús Almazán

Santa Úrsula Coapa denuncia despojo, desabasto de agua y falta de consulta en los proyectos de Televisa y el Estadio Azteca. Las protestas crecen rumbo al Mundial mientras aumentan la represión, la gentrificación y el riesgo de expulsión del pueblo originario

Texto: Camilo Ocampo y Laura Buconi
Fotos: Jesús Almazán / Archivo Pie de Página, y Camilo Ocampo

CIUDAD DE MÉXICO. – Los habitantes del pueblo de Santa Úrsula Coapa nunca quisieron un estadio de fútbol. Su construcción, iniciada en 1962, fue una imposición que marcó el comienzo de una resistencia que se extiende hasta hoy: la defensa del territorio frente al despojo, la gentrificación, la acaparación del agua y la violación sistemática de sus derechos.

Rubén Ramírez Almazán, vecino de la zona y autoridad tradicional del pueblo, lo recuerda con claridad. Era apenas un niño cuando vio entrar a los granaderos en los antiguos predios ejidales para desalojar con violencia a las familias que los habitaban. “Mi abuelo me agarró de la mano y corrimos. Yo no entendía qué pasaba, me asusté mucho”, cuenta.

El 13 de septiembre de 1966 la historia se repitió. La policía, bajo el mando de Ernesto P. Uruchurtu, regresó al pueblo acompañada de bulldozers que destruyeron viviendas hechas de madera, cartón y lámina. Las familias fueron expulsadas a la calle. Aquel día, Raúl Mendiolea Cerecero, subjefe de la policía metropolitana, declaró que el desalojo era “por seguridad”, debido a supuestas explosiones en minas de piedra volcánica. Con el tiempo, sobre ese terreno aparecieron cajones de estacionamiento.

Ante estos atropellos, colonos de Santa Úrsula Coapa y del Ajusco se movilizaron bajo la consigna: “Obras públicas sin sentimientos humanos y sociales, nunca. ¡La política del bulldozer debe terminar!”. Llegaron hasta la Cámara de Diputados exigiendo la destitución de Uruchurtu —quien finalmente fue removido— y la reparación del daño. Algunas familias obtuvieron alojamiento temporal; muchas otras quedaron a la deriva.

“La lucha no desiste”

Desde entonces, la resistencia continúa. Rubén, ahora adulto, enfrenta junto a sus vecinos los efectos del despojo, la presión inmobiliaria, el encarecimiento de la vida y la amenaza permanente sobre el acuífero que abastece a los pueblos de la zona.

Recuerda los mundiales de 1970 y 1986 y sabe que siempre han traído afectaciones profundas para Santa Úrsula. Aunque inicialmente se planeó la construcción de un centro comercial y un hotel, los planes cambiaron; sin embargo, las remodelaciones internas del estadio continúan impactando a la comunidad.

Rumbo al Mundial, Ollimani, el conglomerado deportivo a cargo de Emilio Azcárraga, a través de la empresa Fútbol del Distrito Federal, cuyo representante Jorge Agustín Lutteroth Echegoyen, vicepresidente y contralor corporativo de Grupo Televisa, firmó un acuerdo con Banorte a cambio de un préstamo de 2100 millones de pesos.

El pozo de Televisa

La empresa propietaria —Televisa— posee, además, una concesión para extraer 450 000 metros cúbicos de agua. El pozo se encuentra a menos de 500 metros del pozo comunitario, una violación a los criterios establecidos por la Conagua. Guadalupe Castillo, vecina y activista, muestra un mapa donde la distancia real es de apenas 370 metros.

“Se están conectando al acuífero de los nueve pueblos de la zona. Lo están agotando y dependemos de él porque no estamos conectados al Cutzamala. Si baja el nivel, el agua se va a contaminar porque las piedras sueltan minerales tóxicos”, advierte Castillo.

Para 2021, el desabasto se volvió crítico. Ese mismo año comenzó la excavación de un pozo profundo de 350 metros. “Nuestros pozos son de 80 metros. Este pozo profundo los está secando”, explica Rubén. “Ahora el abastecimiento depende de lo que Televisa ‘done’ a la Ciudad de México.”

Rubén identifica la contradicción central: “Si Televisa abastece de agua a la Ciudad, el pozo debería ser expropiado por utilidad pública. El agua es un derecho humano, no una mercancía.”

Violaciones a derechos y consulta engañosa

Para el pueblo de Santa Úrsula Coapa, la lista de violaciones es extensa: al agua, la vivienda, la autodeterminación y la consulta libre, previa e informada. Esto lo denuncia el propio Rubén Ramírez Almazán.

Los vecinos señalan que nunca fueron consultados conforme lo establece la Constitución de la CDMX ni el Convenio 169 de la OIT. Natalia Lara, vecina que acompaña la lucha, describe la consulta realizada:

“Era una consulta engañosa. Preguntaban si les gustaría tener agua en su colonia. Y cuando la gente respondía que sí, contestaban que podrían ir a abastecerse al centro comercial. Además, el propio representante del pueblo ni siquiera fue informado.”

El proyecto se sustenta en el llamado Sistema de Actuación por Cooperación (SAC), un instrumento que permite a desarrolladores privados intervenir con apoyo gubernamental en polígonos específicos. Bajo esta figura también avanza el megaproyecto Mitikah en Xoco.

El SAC del centro comercial fue aprobado en 2017. El 27 de junio de 2019, Televisa S. A. de C. V. obtuvo el título de concesión de agua con folio 811 078 en el pueblo originario de Santa Úrsula Coapa.

Rubén recuerda que ya en 1954 existían decretos que prohibían nuevas perforaciones para proteger el recurso hídrico, vigentes aún hoy. Pero nunca fueron considerados.

Represión y borrado sistemático

Las protestas vecinales comenzaron en 2021 y se han intensificado en los últimos meses. El desabasto empeora, y con la proximidad del Mundial, las rentas se han triplicado: de 8000 pesos a más de 24 000 mensuales, según relata Natalia Lara.

Los últimos tres domingos, vecinos se han reunido bajo el “puente de la resistencia”, a un costado del estadio, para realizar intervenciones gráficas. Pero todo es borrado casi de inmediato.

“Estamos restaurando nuestro puente cada domingo. Lo pintan todo de rojo y ponen publicidad, ahora una de Coca-Cola que dice ‘Feliz Navidad’”, cuenta Natalia.

También denuncia agresiones contra mujeres del pueblo durante protestas pacíficas y un aumento de la presencia policial. “Creemos que el gobierno quiere proyectar una imagen de aceptación del Mundial. Nos preocupa que la FIFA imponga restricciones para evitar cualquier expresión de disenso.”

Pero su preocupación va más allá del evento deportivo: “Televisa va a tener capital suficiente para invertir en desarrollo inmobiliario en nuestra zona. Ya tiene permisos para desarrollo hotelero y centros comerciales. Con el financiamiento del Mundial, la transformación urbana va a expulsar a los vecinos.”

Lavado de cara para Trump en el Mundial

Mientras los vecinos resisten en la Ciudad de México, el mundo se prepara para uno de los mundiales más controversiales por el papel que está jugando la FIFA en el lavado de imagen del presidente Donald Trump.

Durante el sorteo de partidos, la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) inventó un premio de la paz que se llevó el mandatario estadounidense debido a que, según la FIFA, jugó un papel extraordinario en lugares donde existen conflictos, aún pese a sus posiciones pro-genocidas y sus comentarios sobre expulsar al pueblo palestino de Gaza para crear un resort turístico, o el asedio sobre el Caribe y los ataques contra lanchas civiles en aguas internacionales.

No es de sorprenderse. Estados Unidos ha inyectado una cantidad impresionante de dinero en crecer su liga de fútbol, la MLS, y sobre eso Lucas Zalduendo, periodista argentino y fundador de la página “Fútbol y Política”, asegura:

—Creo que como vimos con el Mundial de Clubes, vamos a ver una Copa alineada con Trump y los Estados Unidos, en un contexto geopolítico donde se está discutiendo el orden mundial, y donde EE. UU. está redefiniendo su papel en el escenario global. Por eso vemos una FIFA muy pegada a Trump, y un EE. UU. que busca hace un tiempo mejorar su liga de fútbol porque ve en él una herramienta más que lo ayude a legitimarse en el poderío mundial.

El arribo de Lionel Messi a la MLS se ha convertido en una de las operaciones de soft power más visibles de Estados Unidos en el ámbito deportivo y cultural. Más allá del fichaje de una superestrella, su presencia funciona como una herramienta diplomática y económica: proyecta a la liga como un producto global, atrae inversión extranjera, y posiciona al fútbol —tradicionalmente secundario en la cultura estadounidense— como un activo estratégico para influir en audiencias latinoamericanas y del resto del mundo. Este tipo de poder blando opera a través del entretenimiento, la admiración y la construcción de imaginarios colectivos que refuerzan la idea de Estados Unidos como centro cultural y deportivo planetario.

Mientras los tres integrantes del Tratado de Libre Comercio se preparan para recibir aficionados, las luchas locales salen a flote. En Jalisco, por ejemplo, el FBI y la policía francesa están ayudando a capacitar a policías frente a las posibles movilizaciones en los estadios; y en la Ciudad de México, las resistencias se preparan para protestar.

Camilo Ocampo