14 noviembre, 2023
El asesinato de Ociel Baena y su pareja sigue sin esclarecerse. La Fiscalía de Aguascalientes ha apresurado declaraciones sin realizar los protocolos de investigación adecuados, pero la muerte de le magistrade puso en la agenda pública lo que muchos no quieren ver: las personas no binarias existen y resisten
Texto: Alejandro Ruiz
Fotos: María Ruíz
CIUDAD DE MÉXICO. – La Fiscalía de Aguascalientes salió, apresurada, a declarar que el asesinato de Ociel Baena y su pareja, Dorian Herrera, fue un crimen de índole personal. Un eufemismo, que en realidad esconde un prejuicio arraigado en todas las instituciones del Estado Mexicano: la incomprensión de las identidades sexodiversas.
Aunque su muerte aún sigue sin esclarecerse, el discurso estigmatizante y revictimizante de las autoridades, los medios de comunicación y algunos sectores de la sociedad que han reducido la tragedia a un «crimen pasional», parecen, de nuevo, invisivilizar la situación de 5 millones de personas se identifican como parte de la comunidad LGBTI+, o sea: el 5.1 por ciento de la población.
México es un país que asesina la diversidad. Por eso, el activismo y la figura de Ociel eran importantes. No solo para generar conciencia, sino para reafirmar que las personas no binaires existen y pueden ocupar espacios en una sociedad ampliamente conservadora y prejuiciosa.
Alejandro Brito, fundador de Letra S, una organización que por décadas se ha dedicado a documentar y dar seguimiento a los crímenes de odio contra la comunidad LGBTI+ de México, reflexiona sobre esto:
«El legado de Ociel, más allá de sus logros personales, está en que puso en la mesa, en el centro del debate, la importancia de asumirse con una identidad y expresarla de manera libre. Ese es un derecho fundamental que no se ha entendido hasta ahora. Siempre se interpretó esta expresión libre de Ociel como un capricho, una payasada, o un acto de exhibicionismo en los sectores mas recalcitrantes, conservadores de la sociedad. Pero Ociel insistió que eso era parte de su ser, algo fundamental de su persona, y ese mensaje es potente».
Ociel, además de ser le primer magistrade en México y América Latina, también fue la primer persona no binarie en obtener un pasaporte que expresara su identidad de género sin necesidad de un amparo o un recurso judicial.
Es innegable su legado en la vida pública del país. Aún, después de su muerte, Ociel sigue combatiendo los prejuicios de una sociedad que se empeña en invisibilizar la identidades no binarias.
Brito, quien afirma estar connsternado por el asesinato de Ociel, resalta eso: que el magistrade sigue luchando por la comunidad.
«La movilización de la comunidad es impresionante, y no es poca cosa, pues es la primera vez en México que hay una movilización de estas magnitudes en un caso de una persona LGBTI+ asesinada. Fue una coordinación nacional, activistas de varias ciudades que expresaron su enojo e indignación en muchas ciudades del país».
Ahora, reflexiona Brito, hay que seguir adelante con lo que Ociel comenzó a hacer desde su trinchera para visibilizar la diversidad y a las identidades sexodiversas. Toca hacer «acciones pedagógicas, educativas, de promoción de derechos, y campañas de no discriminación en todos los sectores de la sociedad».
«Es algo fundamental a lo que la derecha y lo sectores conservadores se han opuesto con todo. De lo que se trata es de incluir el tema en las escuelas, en los libros de estudio, en los salones de clase; porque también hay infancia LGBTI+, hay infancias que tienen una orientación, una identidad de genero diversa, y eso los sectores conservadores, se niegan a aceptarlo».
Por eso, la labor pedagógica para derribar los prejuicios (y el odio) es fundamental desde la educación básica. Esto, porque no hacerlo expone a las personas sexodiversas a problemas de salud mental, como lo demostró la encuesta del INEGI.
Por ejemplo, el 26 por ciento de las personas encuestadas dijo que alguna vez pensó en suicidarse, mientras que el 14.2 por ciento lo ha intentado, al menos, una vez.
Aunado a esto, problemas como el insomnio, el estrés, la angustia, ansiedad o depresión son frecuentes en más del 80 por ciento de la población encuestada.
Brito vuelve a las protestas, y también a los pronunciamientos públicos que algunas instituciones y figuras pública han hecho sobre el tema.
«Me parece una respuesta magnifica de entendimiento del problema, de conciencia de que estos casos no valen menos, que una vida LGBTQ+ no valen menos que otras, y una muestra de solidaridad importantísima. En el país, una expresión tan unánime de rechazo, solidaridad y exigencia de investigaciones con perspectiva es fundamental para desmontar los prejuicios».
Sin embargo, no basta solo con pronunciamientos, sino que hay que desmontar estructuras.
Alejandro Brito es cuidadoso en asegurar que el asesinato de Ociel y su pareja fue un crimen de odio. ¿Por qué? Brito responde: «Porque no somos igual a la Fiscalía. No lo podemos afirmar porque no tenemos los elementos probatorios para decir que fue un crimen motivado a los prejuicios».
Y esta posición es clave para la reflexión de Brito sobre el papel de las autoridades encargadas de procurar la justicia en el caso de Ociel, pero que se replica en muchos otros casos a lo largo del país.
«Lo que ha expresado el fiscal, de que une a otre se asesinaron a navajazos, es ridículo. Esas afirmaciones tiene que venir después de un estudio de medicina forense, donde se debe establecer la mecánica de los hechos. Eso no se está haciendo. El fiscal da la información más suelta, en este, y todos los casos, se tiene que ser serios. Si en realidad sucedió eso, se tiene que demostrar con pruebas, estudio forenses, con ir consiguiendo los estándares que ya se han fijado internacionalmente para este tipo de homicidios».
Uno de esos estándares, recuerda Brito, es el análisis de contexto. Algo que las autoridades han dejado fuera en los asesinatos de Ociel y su pareja.
«El fiscal, en sus declaraciones, no menciona para nada el contexto de Ociel: un activista destacado que fue victima de ataques de odio, de expresiones prejuiciadas, que inclusive denunció amenazas de muerte. Tampoco toma en cuenta que después de la ejecución de otro activista de Aguascalientes en julio, Ociel, con toda lógica, se sintió amenazade y pido medidas de protección y un agente para que garantizara su seguridad personal. Eso es importante retomarlo, pero la Fiscalía no lo hace».
Para Brito, el caso de Ociel es el reflejo de un proceder sistemático en las autoridades de procuración de justicia en México: llámense fiscalías, ministerios públicos, juzgados, etcétera.
Un ejemplo, es el intento por dar carpetazo a las investigaciones de asesinatos de la comunidad LGBTI+. El principal argumento que usan las autoridades, dice Brito, es la narrativa del crimen pasional, o, como en el caso de Ociel, «un delito de índole personal».
«Las fiscalías dicen que el crimen pasional se trata de un crimen típico de homosexuales y con eso cierran los casos. Ahora lo estamos viendo, desgraciadamente. Las declaraciones del fiscal hablan de que, a pesar de no tener todas las pruebas, todos los indicios, o los elementos probatorios, se aventura a decir que el crimen fue de índole personal. Con eso desata mucha homofobia, mucho rechazo, mucho prejuicio».
Para Brito, quien durante décadas ha luchado por eliminar estos prejuicios en las investigaciones de crímenes de odio, este tipo de narrativas son comunes, y se basan en prejuicios que aún no se erradican en la administración y procuración de justicia en México.
Y concluye:
«Durante muchas décadas hemos estado luchando contra esta figura prejuiciosa del crimen pasional, que siempre se aplicó a este tipo de crímenes, cuando la victima era gay, lesbiana, transexual, y ahora una persona no binaria, y que en realidad es un prejuicio hacia las personas de la diversidad sexogenerica, donde dicen que son más pasionales que el resto de la población, y al ser mas pasionales, son mas violentas y se matan entre ellas. Esto es lo que distorsiona todas las investigaciones, y lleva a que los expedientes sean archivados y se le de carpetazo al asunto».
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