El homenaje a Ingrid Escamilla se volvió un encuentro de denuncias y dolores por agresiones sexuales y por las mujeres que ya no están. Los vecinos llenaron la calle de papeles lilas; la manifestación dejó flores y velas en el edificio donde vivió
Texto y fotos: María Ruiz
La calle de Tamagno se llenó de papeles morados. En las paredes de las casas, en los vidrios de los coches, en las ventanas, los vecinos escribieron mensajes contra la violencia a las mujeres. Algunos solo pegaron papel de china morado, diminutos papeles lilas que ondeaban con el viento.
Los colonos se organizaron para poner los carteles porque temen por las que viven en su calle. Por las señoras, las madres, las niñas. Decidieron unirse como colonia: la Vallejo, en la alcaldía Gustavo A. Madero.
“Nos apoyamos porque ya no puede salir una chica normal, con pantalón o falda o como quiera salir porque las empiezan a insultar, a aventar piropos, que son degradantes hacia ellas. Nos apoyamos y porque Ingrid era nuestra vecina, era una compañera de la colonia y lamentablemente le pasó” cuenta uno de los vecinos que vive a lado de la dulcería.
Otra mujer de la misma familia dice que sí hay apoyo en la colonia: “Hace como medio año a las niñas había uno (un hombre) que las estaba siguiendo y entre todos le pegaron, los que se juntan ahí (en la esquina de la calle) y lo corrieron, porque andaba detrás de las niñas, y lo sacaron” relata la mujer.
Este sábado los tambores de la batucada feminista sonaron en las calles de la colonia Vallejo. Son los tambores que acompañan las marchas en el centro de la ciudad. Desde la estación del metrobús Gustavo A. Madero, pasando por Avenida Misterios, caminaron hasta la calle de Tamagno.
Las personas miraron la manifestación como un evento inusual. Algunas que caminaban por ahí se detuvieron, levantaron el puño y gritaron en apoyo; otras solo veían desde sus azoteas y ventanas; unas más salieron para grabar la marcha con sus teléfonos.
Una mujer se acercó a la manifestación para pedir ayuda. La marcha frenó y la mujer fue rodeada por las integrantes de la batucada feminista, quienes escucharon su denuncia: “Es una violencia y un terror al salir y decir, estos dos viven a dos cuadras de mi casa y nadie les dice nada”.
Alín Guerrero fue abrazada por otras mujeres. Llorando, la joven pidió a las autoridades, con quiénes ya puso denuncia, que no esperen a que asesinen a las mujeres para hacer algo.
En esa calle, donde Alín Guerrero alzó la voz, Ingrid Escamilla fue asesinada por su pareja. Ahora un moño negro cuelga de la puerta principal de Tamagno, 258 y una lona blanca con la fotografía de Ingrid Escamilla abarca la fachada. En ella se lee: “Los vecinos de Tamagno 258 nos encontramos terriblemente dolidos por los lamentables hechos ocurridos el pasado 9 de febrero. Rechazamos cualquier tipo de violencia contra las mujeres y exigimos justicia para Ingrid”.
Debajo de esa lona, Victoria Barrios, tía de Ingrid. colocó un rosario que portó durante la manifestación. Rodeada por las mujeres, unas con paliacates en sus rostros, otras con capuchas negras y verdes, Becerril habló en representación de su familia:
“Yo les pido respeto para la memoria de mi sobrina. Los medios amarillistas se enriquecen de las malas noticias, que ni siquiera sirven para alimentar nuestros espíritus», dijo la mujer, antes de infomar que por la tarde había otra marcha en el pueblo de Nuevo Necaxca, Puebla, de donde es originaria Ingrid.
Una marcha de dolor, y también de repudio a las autoridades «porque no han sabido hacer nada, porque a diario las mujeres transitamos en estas calles de la Ciudad de México, de las rancherías, de los pueblos y ya no regresamos a los hogares (…) Ya estuvo bien, ¡basta de feminicidios!. Nosotros no somos muñecas para pensar que nos van a despedazar como quieran. Tenemos dignidad. Hoy les pido a cada uno de ustedes, los que nos están escuchando en las ventanas, los que nos están escuchando, (a) las autoridades, tienen que poner fin a esto. Por mi sobrina Ingrid, por mi familia, por sus hermanas, su hermana gemela, su mamá y su papá, que está en el cielo, por todos ellos, una oración, porque todos están sufriendo. Porque Ingrid no debió morir así”.
Un minuto de silencio siguió después de las palabras de Victoria Barrios. Este se rompió cuando a coro la nombraron: «¡Ingrid no ha muerto, Ingrid somos todas!»
Luego, tomaron la palabra familiares de Brenda Josselin y María de Jesús, ambas víctimas de feminicidio.
Yesenia Zamudio, madre de María de Jesús Zamudio pidió a los medios que dejen de lucrar con el dolor de las familias y que hablen de todas las víctimas. Pidió nombrar a cada una y empezó con Isabel Cabanillas, activista de Ciudad Juárez, asesinada en enero del 2020.
Las mujeres hicieron un pase de lista que se convirtió en una marea de nombres: sólo en lo que va enero van 133 feminicidios, según el mapa de María Salguero.
El pase de lista terminó con un último llamado a la memoria: “Por todas las mujeres usadas para la trata y la prostitución. Donde quiera que estén, las queremos vivas y libres”
«A mi hija me la asesinaron hace siete años aquí en la calle de Tamagno», cuenta María de Dolores Padilla. Monserrat, su hija, tenía 17 años.
La madre acudió a la fiscalía y desde el primer momento dudaron de ella, de la edad de su hija. No tuvo ayuda. No se investigó. El asesino sigue libre y vive en la misma colonia. A veces lo ven en la calle y se les queda viendo, a ella y al resto de sus hijas.
Dolores Padilla teme por el resto de sus hijas y aprovechó el homenaje para acercarse a denunciar que en el caso de su hija hubo corrupción y “quedó botado, como si nada”.
Han pasado 7 años. Dolores dice que una de sus vecinas, de la misma colonia, fue asesinada hace dos años.
Erika González se acercó a denunciar el feminicidio de su sobrina, Brenda Josselin, asesinada hace unos días.
Su cuerpo fue encontrado en Ecatepec, tres días después del feminicidio de Ingrid Escamilla.
Su tía cuenta que Josselin se dedicaba a estudiar, siempre apoyó a sus papás para estudiar. Era muy alegre y muy querida. Por eso hace un llamado: «a todas las mujercitas»: que de verdad pongan atención a los focos de alerta y se cuiden. Una mala palabra, un golpe. Una agresión psicológica, que es la que más duele, la que daña el alma; física, emocional.
«Niñas, de verdad, cuídense.¿Nosotros como sociedad qué estamos haciendo para cuidar a las mujeres?, ¿vamos a dejar que las sigan matando?, ¿qué sigue? No podemos seguir así, que todos estos crímenes estén impunes y que no nos apoyemos entre nosotras. Que las autoridades no dejen impunes los crímenes».
Luz María Mújica tomó el micrófono y rompió en llanto porque a un año del feminicidio de su hija, Yéssica Celene, el asesino sigue libre.
A pesar de que fue un feminicidio en un lugar público -quién irrumpió en el Nine West de Reforma 222 con una pistola- y de día,ella sigue encontrando trabas en la justicia.
Con dolor contó lo mucho que le hace falta su hija a su nieto.
Un adolescente que sostiene un cartel con la fotografía de Brenda Josselin grita las consignas que la batucada feminista dirige con sus tambores. A esa misma adolescente, su hermana la lleva al micrófono de denuncias. Denuncia que unos hombres la subieron a un vehículo y la tocaron. Cuando lo habló, en lugar de justicia recibió burlas:
“Nadie sabe lo que sentí en ese momento. Que fue miedo, miedo a que me hicieran algo a mi o a mi familia. Nadie sabe lo que yo sufrí, solo saben reírse, desde las ventanas saben reírse, porque ellos no supieron lo que yo sufrí. En mi escuela se burlaban de mi, me pusieron el apodo de la secuestrada”
Alín Guerrero tomó el micrófono para contar que sus familiares la amenazan. Sus tíos la han encerrado, su hermano le apuntó con una pistola. Desde enero del 2019 fue a denunciar las agresiones que vive, que cuenta con una carpeta de investigación pero la alcaldía sigue sin detenerlos porque “no tiene pruebas”, o porque es su hermano, ¨¿y cómo cree que le va a hacer daño?”
El homenaje terminó con las palabras de agradecimiento de Victoria Barrios:
“Gracias por el esfuerzo que hicieron, tomar un momento, salirse de sus hogares y venir caminando muchos kilómetros hasta aquí. Siento mucho el deceso de las demás pero en este momento les doy las gracias por traer una luz para mi sobrina. A nombre de la familia que se encuentra en Necaxca, Puebla, muchas gracias”.
Luego, habló de su enojo con los medios de comunicación, a quienes ya no quiere tratar:
“Que respeten, que no lo tomen como plataforma política, sino que le guarden un luto a mi sobrina. No queremos más protagonismos, ya no, nos duele mucho.”
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