El fantasma de la reelección de Trump acecha el 2020

29 diciembre, 2019

Un Donald Trump omnipresente adorna todo tipo de souvenirs en Manhattan y recuerda la disputa que viene por su permanencia en la Casa Blanca. ¿Cómo lidiará López Obrador con el mandatario estadounidense en campaña?

Un Donald Trump omnipresente adorna todo tipo de souvenirs en Manhattan y recuerda la disputa que viene por su permanencia en la Casa Blanca. ¿Cómo lidiará López Obrador con el mandatario estadounidense en campaña?

NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- Un fantasma naranja recorre las calles de Manhattan y se va haciendo más visible conforme agoniza el 2019; es el fantasma de la probable reelección del presidente Donald Trump.

En las tiendas de souvenirs de Times Square, destacan entre los clásicos recuerdos de la Gran Manzana múltiples objetos con la figura del presidente Trump, que ahora se venden igual, o más, que las típicas réplicas en miniatura de la Estatua de la Libertad o el Empire State.

Una figura de plástico con las enormes fauces de Trump habilitadas como destapador de botellas se oferta en 15 dólares; un encendedor con el apellido del presidente, en 12.50; las estatuillas de cerámica de cabeza móvil fabricadas en China, en 24.99; los mini Trump con gorra de béisbol, en 5, y un Trump Troll al que se le puede peinar un largo mechón de cabello amarillo cuesta 15 dólares.

De los estantes, cuelgan limpiadores de baños con la frase «make America clean again», un juego de palabras con el lema de la primera campaña de Trump que sugiere al comprador meter la cabeza del presidente al WC.

Hay vitrinas que ofrecen al público Trumps de goma que defecan si se aprietan con fuerza, cabezas naranjas de King-Trump, plumas con un Trump boxeador y parlante, y cajitas de pastillas de menta con la palabra «impeach-mint».

Las camisetas de Trump varían de color y diseño, pero la mayoría muestra el lema de la campaña de reelección: «Keep America great».

Además de las camisetas y gorras oficiales, se venden playeras negras con la cara de Trump semejando a Terminator (I’ll be back”), o un Trump mostrando el puño sobre un letrero que dice «Make liberals cry again».

La leyenda de reelección también está impresa en billetes de 2 mil 20 dólares que se venden en 99 centavos, y que muestran a un sonriente Trump a lado de un escudo en el que puede leerse: «Promises made, promises kept» y, al reverso, la imagen de la Casa Blanca adornada con diversas proclamas: «No socialism», «More jobs 4 americans», «Build the wall», «Viva Israel» y «CNN fake news», entre otras.

Un Trump omnipresente adorna pelotas y bates de béisbol, tazas, vasos de cristal para tomar shots de tequila, balones, calcomanías, placas, bolígrafos, ceniceros…

Kevin, un vendedor en la Octava Avenida, afirma que Trump es uno de los productos que más se llevan los turistas, y agradece que la inminente campaña de reelección le permita vender hasta 500 dólares al día en mercancía presidencial.

Según él, la euforia por Trump ha superado la Obamanía de 2008 o 2012, pues son tantos los que compran artículos para promover su imagen, como los que se llevan los objetos que buscan parodiarlo o denostarlo abiertamente.

Un muñeco de cuerda con cabeza de Trump y cuerpo de Godzilla llegó a venderse en 50 dólares en esta tienda, cuando quedaban pocos ejemplares en el mercado.

Y, mientras Kevin destapa cajas y cajas de productos Trump, en el Museo Marie Tussaud, decenas de personas hacen fila para fotografiarse con la estatua de cera del presidente, que mira altivo a latinos, asiáticos, árabes y europeos que aguardan su momento para la selfie con Mr. President.

Pero, con las elecciones primarias a la vuelta de la esquina y un proceso de juicio político en marcha, la permanencia de Trump en el poder hasta 2024 deja de ser un juego y comienza a polarizar al país.

Trump cierra el año atacando a la demócrata Nancy Pelosi en su cuenta de Twitter, y cuestionando al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, por distraerse en el impeachment, en lugar de atender situaciones reales como el «tremendo» problema de personas sin hogar que deambulan por las calles de New York City.

Al tiempo que sus simpatizantes echan a andar la campaña para unas primarias en las que se le ve el camino despejado, con tintes preocupantes.

Ayer, el diario The New York Times daba cuenta de un festival llamado Trumpstock en Las Vegas, en el que sus seguidores alientan el voto por Trump entonando canciones racistas y supremacistas.

Y, en el mismo día, el presidente condenaba la muerte de dos personas en Nueva York por un acto de terrorismo antisemita, mientras las autoridades locales hablaban de un episodio de violencia doméstica.

La campaña por la reelección de Trump, en 2020, hará que resuenen nuevos coros de intolerancia y odio racial, particularmente hacia México y los mexicanos. Como ocurrió en 2016, nuestro país será el pretexto ideal para inflamar el nacionalismo de los votantes de Trump, que van mucho más allá de las filas republicanas.

Sólo que esta vez no será un empresario recién llegado a la política quien pronuncie esos discursos, sino el inquilino de la Casa Blanca, uno de los hombres más poderosos del mundo.

Por más bien que le caiga el presidente Andrés Manuel López Obrador, es previsible que Trump use a México como piñata, para refrescar la promesa de una América «grande y segura», y para darle sustancia a su nueva promesa: «lo mejor está por venir».

El negocio de una elección en ‘Trumpland’

En la Quinta Avenida, un hombre gigantesco vestido de traje negro y corbata roja se pasea por la acera de la Trump Tower con una máscara de látex del presidente.

Se retrata con los paseantes a cambio de un par de dólares, pero exige que se le pague antes de disparar los flashes de los teléfonos que apuntan hacia él.

Con su boutique de Gucci, sus tres pisos de tiendas, cafés y restaurantes, la Torre Trump es ahora un atractivo más de Manhattan, que en esta Navidad está repleta de turistas.

Atraídos por el poderoso personaje, los curiosos cruzan la puerta del edificio y pasan estrictos filtros de seguridad similares a los de un aeropuerto sólo para ver paredes doradas, espejos y escaleras eléctricas que no llevan a ninguna parte.

El viaje por Trumpland acaba en la misma avenida en la que miles de personas caminan formando un impresionante mosaico interracial.

Es paradójico: la ciudad más cosmopolita del mundo ha hecho de la Trumpmanía un atractivo turístico, y de la posible reelección un jugoso negocio.

Quizás una de las más interesantes incógnitas de cara al 2020 es ver cómo lidia el gobierno de López Obrador con el presidente Trump en campaña.

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Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.