28 enero, 2021
Los datos actualizados a diciembre de ese año de la Secretaría de Salud registran un “exceso de mortalidad por todas las causas” de 40 por ciento. Covid-19 se convirtió en la segunda causa de muerte, sólo superada por las enfermedades del corazón. Científicos discuten retos para 2021
Texto: José Ignacio De Alba y Daniela Pastrana
Foto: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Este es el dato más preciso que existe para dimensionar el golpe de la pandemia de covid-19 en México: el “exceso de mortalidad”, calculado por la Secretaría de Salud hasta la semana 50 (12 de diciembre de 2020).
Y es contundente: se esperaban 680 mil fallecimientos, con base en el promedio de muertes registradas en los cinco años anteriores. Murieron 954 mil 518 personas. Eso significa que hubo 274 mil 487 muertes “extra”. O dicho de otro modo, 40.4 por ciento más de las que ya ocurrían en México cada año.
Aunque no todas son directamente por covid-19, el exceso de muertes por otras enfermedades, como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasulares, tumores malignos o neumonías, permite suponer que tienen alguna relación indirecta, ya sea por un subregistro o porque los pacientes no pudieron tener un seguimiento de su enfermedad.
La información fue publicada el pasado 10 de enero en el Noveno Boletín Estadístico sobre exceso de mortalidad por todas las causas durante la emergencia de 2019 Se trata de un trabajo elaborado por un Grupo Interinstitucional que integran la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), el Consejo Nacional de Población (Conapo), el Registro Nacional de Población (Renapo), el Instituto Nacional de Salud Pública (INPS), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la Secretaría de Salud federal y el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece).
El “exceso de mortalidad” es una herramienta diseñada para detectar con mayor precisión la mortalidad de la pandemia, al establecer cuánta gente fallece en comparación con años anteriores; fue presentada en julio pasado por Organización Mundial de la Salud como una forma de medir lo que los registros de los sistemas de salud no alcanzan a detectar.
En la última actualización de esta herramienta, presentada en la conferencia diaria de covid-19 del 25 de octubre por Ruy López Ridaura, director de Cenaprece, estimaba un exceso de mortalidad de 36.8 por ciento hasta el corte de septiembre, con 193 mil muertes “no esperadas” hasta entonces, de las cuales, más de 140 mil podrían estar directamente relacionadas con covid.
En México la primera muerte registrada por covid sucedió el 18 de marzo de 2020. Según el boletín, el exceso de mortalidad empezó a observarse a partir de la semana epidemiológica 13 (del 22 al 28 de marzo). Desde ese momento, tuvo un aumento continuo, hasta la semana 29 (segunda semana de julio), cuando se registró el punto más alto: 110 por ciento.
El mayor exceso de mortalidad se presentó en personas de 45 a 65 años, en este rango etario hubo un exceso de muertes de 66 por ciento. En cambio, la mortalidad fue menor a la esperada en las personas menores de 20 años.
Más de la mitad de estas defunciones no esperadas se concentra en cinco entidades: Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Veracruz y Guanajuato.
Hay más registros de exceso de mortalidad en hombres que en mujeres. Según el documento, por cada 1.3 varones que murieron una mujer perdió la vida.
El documento se presentó con el propósito de estimar la magnitud de las muertes durante la pandemia de la covid-19, aunque el propio informe también contempla que los datos “están sujetos a problemas en la cobertura, oportunidad y calidad en el registro”.
Por la mañana, el Inegi difundió los datos de muertes de los primeros 8 meses de 2020 y destacó que, hasta agosto de ese año, hubo 108 mil 659 fallecimientos por covid-19, lo que representa un 44 por ciento más de lo reportado hasta entonces por la Secretaría de Salud.
“Estamos hablando de una cifra de exceso de mortalidad 2.45 veces la cifra reportada “, comentó Laurianne Despeghel, consultora en economía y analista de datos, en entrevista con Carmen Artistegui.
Según sus estimaciones, el costo humano de la pandemia hasta el día de hoy podría ser de más de 300 mil decesos (una estimación muy cercana a la del boletín del exceso de mortalidad).
Sin embargo, el director General de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi Edgar Vielma, aclaró en otra entrevista que el aparente desfase entre los datos se debe, en gran medida, a que el informe técnico diario de las autoridades sanitarias se basa únicamente en las muertes que ocurren dentro de los hospitales, mientras que el instituto utiliza los certificados de defunción.
“El certificado es fundamental porque ahí tiene toda una serie de valoraciones médicas que es donde nosotros extraemos aplicamos la clasificación internacional de enfermedades”, dijo.
Explicó además que no es la misma información del certificado que la del acta de defunción. El certificado lo realiza un médico legista a partir de detalles clínicos sobre la muerte, lo que permite contabilizar un mayor número de casos de covid-19. En cambio, el acta de defunción es la que recibe un deudo al momento de cuando entrega el certificado en el registro civil.
Históricamente, dijo, 55 por ciento de los fallecimientos ocurren fuera de hospitales, y en esos casos se levanta un certificado de defunción. Pero en 2020 ese porcentaje subió a 58.
“Este dato es muy importante porque por eso explica por qué nosotros estemos manejando una cifra distinta», dijo.
En el período registrado por Inegi, las tres principales causas de muerte en el país fueron: enfermedades del corazón, con 141 mil 873 casos (20.8 por ciento); covid-19, con 108 mil 658 registros (15.9 por ciento) y diabetes mellitus, con 99 mil 733 (14.6 por ciento).
Las causas donde se observan los mayores excesos de mortalidad en número de casos fueron las enfermedades del corazón, la diabetes mellitus y la influenza y neumonía. En estas últimas se esperaban 20 mil 297 muertes y ocurrieron 29 mil 228, un “exceso de mortalidad” de 44 por ciento, explicó el Inegi.
En noviembre pasado, al presentarse la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018-2019, elaborada entre el Inegi y el INSP, las autoridades reportaron que más de 75 por ciento de la población adulta en México tenía sobrepeso u obesidad cuando llegó la pandemia de covid-19. Y sólo el índice de personas con obesidad, que es el paso que le sigue al sobrepreso, aumentó 4 puntos porcentuales entre 2012 y 2018.
Durante la conferencia diaria de covid-19 en México, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, informó que científicos e investigadores de organismos nacionales e internacionales realizaron en los últimos días una reflexión amplia sobre los retos que enfrentará México los próximos meses.
“Obtuvimos un documento que tiene recomendaciones sumamente valiosas, un análisis muy crítico que nos permite orientar los esfuerzos de lo que sigue del manejo de la epidemia, incluyendo de manera preponderante la vacunación de covid”, dijo el funcionario.
“En las próximas semanas vamos a ir presentando una a una las recomendaciones y cuál es la respuesta que va a tener el gobierno de México respecto a esas recomendaciones”, expresó.
Las recomendaciones fueron elaboradas a partir del seminario Reflexiones sobre la estrategia de México para enfrentar la pandemia de covid-19 y sugerencias para enfrentar los próximos retos, en el que participaron 38 especialistas de 29 instituciones, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), El Colegio de México (Colmex), los institutos nacionales de Salud Pública, Nutrición (INCMNZS), Enfermedades Respiratorias (INER), Geriatría y Pisquiatría, la Comisión para el Desarrollo de América Latina y el Caribe (Cepal), el Banco Mundial y la OPS.
El documento de 147 cuartillas dedica un apartado a los factores estructurales que limitan la capacidad de respuesta a la epidemia en México; un análisis de las acciones implementadas por las autoridades mexicanas “a la luz de las opciones y posibilidades existentes” para enfrentar lo que viene en 2021.
El diagnóstica señala que “en esta primera ola pandémica no habrá disponibilidad de vacunas contra SARS-CoV-2. En las perspectivas más optimistas, al menos deberán trascurrir 12 meses para que exista un insumo real de vacuna para esta infección emergente”.
Además, plantea que la comunicación de información científica debe ser adaptada a las características sociodemográficas y culturales de la población para facilitar su comprensión y que los funcionarios de salud deben centrar sus esfuerzos de comunicación en los jóvenes, los grupos poblacionales con menor escolaridad y los grupos vulnerados: población indígena, personas mayores de 60 años y con escaso acceso a los medios de comunicación virtual.
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