El cardenismo, la conservación y la 4T

13 abril, 2020

Falta que el gobierno de la Cuarta Transformación se tome en serio su vena cardenista y la ponga al centro de su acción. Hay que ser cardenistas a fondo, con seriedad y convicción, y eso implica defender la naturaleza en todas partes

Twitter: @eugeniofv

Uno de los elementos definitorios del gobierno del general Cárdenas en los años 1930 fue el doble afán de construir un México más justo y más próspero, y de basar esa prosperidad en el uso de los recursos naturales, pero también en su conservación. Si el gobierno actual verdaderamente quiere inscribirse en la historia como heredero del cardenismo, como la administración que realizó una nueva transformación en línea con esa “3T”, por decirlo en términos presentes, bien valdría la pena aprovechar la coyuntura que abre la pandemia actual para dar mayor fuerza a los elementos verdes de la agenda gubernamental, que ya están ahí, pero que hace falta fortalecer.

Una de las cosas que suelen pasarse por alto es que el gobierno de Lázaro Cárdenas no solamente nacionalizó el petróleo, sino que también puso a la vanguardia al país en número de parques nacionales, y que esos parques nacionales sentaron en cierta forma las bases para el sistema actual de áreas naturales protegidas, y abrieron paso para lo que se llamó después el “modelo mexicano”, que consiste no en expulsar a los habitantes de los territorios a conservar, sino en incorporarlos a las tareas de conservación, en fortalecerlos como guardianes de la biodiversidad y en innovar para hacer que esas comunidades pudieran florecer restaurando y conservando el entorno. 

Hay muchas señales y algunos gestos que apuntan que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no es del todo ajeno a esa sensibilidad cardenista. Ahí están, por ejemplo, las declaraciones recientes del presidente de la República en contra del parque eólico de La Rumorosa, en Baja California, protestando por la forma en que los molinos estropean el paisaje. “Nunca más permisos para afectar al medio ambiente, para la contaminación visual”, prometió en un video desde cerca de Tecate, y remató: “Hay que respetar la naturaleza”. 

El programa Sembrando Vida es también muy cardenista en espíritu, al menos en la forma en la que se lo planteó en un primer momento. Detonar un gran esfuerzo de restauración de la biodiversidad generando pequeñas cooperativas de productos agrícolas obtenidos a partir de una mezcla de especies naturales y cultivos es, en gran medida, lo que los técnicos del Departamento Forestal quisieron hacer en esos años de innovaciones y grandes esfuerzos. 

Ahora lo que falta es que el gobierno de la Cuarta Transformación se tome en serio esa vena cardenista y la ponga al centro de su acción. Eso pasa por renunciar al clientelismo que sigue marcando muchos de los programas sociales y que impide que se hagan realidad en todo su potencial. Implica ser fieles a la promesa que el presidente hizo en La Rumorosa, y aplicar el mismo baremo, por ejemplo, a la refinería de Dos Bocas. En pasos más fáciles de dar, debería llevar también a dar un presupuesto digno a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. 

Todo esto se vuelve tanto más importante cuanto que estamos viviendo una cadena de crisis provocadas por el deterioro ambiental y la explotación desmedida de los recursos naturales. El coronavirus y las nuevas enfermedades que asuelan el mundo llegaron hasta nosotros precisamente por invadir entornos naturales que deberían conservarse intactos. El cambio climático que ha hecho que se enciendan ya las alarmas ante la sequía severa es producto de la quema indiscriminada de combustibles fósiles. La contaminación del aire y el agua de ciudades y pueblos merma la salud de todos y ahoga las arcas de por sí frágiles del sistema público de seguridad social. 

No debería ser difícil para esta administración dar los pasos que siguen y que tanto urgen: hay que ser cardenistas a fondo, con seriedad y convicción, y eso implica defender la naturaleza en todas partes -y no solamente donde los depredadores son “fifís”. 

Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.

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