La cooperativa Onergia ha trabajado con dos de las cooperativas más grandes del municipio de Cuetzalan en la instalación de paneles solares, para así replantear cómo consumimos energía y para quién se genera
Texto: Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
Fotos: Olga Valeria Hernández
PUEBLA.- En Cuetzalan llueve mucho y constantemente está nublado, por eso es difícil pensar que grandes inmuebles pueden sostenerse mediante la energía solar; pero desde hace al menos un año y medio, este es el caso del hotel Taselotzin -propiedad de la cooperativa del mismo nombre- y del edificio central de la cooperativa Tosepan Titataniske.
De la mano de la cooperativa Onergia, estos proyectos no solo han traído beneficios económicos y ambientales, sino que han iniciado el camino hacia la soberanía energética; es decir, la generación de energía de manera autónoma, que se distribuya de manera justa y equitativa sin depender de las autoridades.
Cuetzalan del Progreso tiene una larga trayectoria de defensa del territorio y organización social, al grado de que fue declarado como municipio libre de megaproyectos. Desde 2012 sus habitantes emprendieron una lucha contra la CFE para evitar la instalación de una subestación, la cual finalmente fue cancelada, al menos temporalmente, en 2017, e incluso derivó en la recomendación 09/2021 el año pasado de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Hay que tomar en cuenta que los grandes proyectos de generación de energía casi siempre se construyen para que sean aprovechadas por centros urbanos o industria, y pocas veces las personas que habitan en las comunidades donde se construyen tienen beneficios; al contrario, generalmente conllevan conflictos sociales y daños ambientales.
Rufina Villa Hernández, mujer nahua y fundadora de la cooperativa de mujeres Masehual Siuamej Mosenyolchikauanij (que en español significa “mujeres que se apoyan”), cuenta que siempre le interesó poner paneles solares en el hotel Taselotzin, pues entendía que la generación de energía de la manera tradicional contamina el agua y daña el campo.
Doña “Rufi” y sus compañeras se enteraron del trabajo y servicios de la cooperativa Onergia al leerlo en un volante; desde hace cinco años, dicha cooperativa está integrada por jóvenes dedicadas a áreas diversas como ingeniería y antropología con dos intereses principales: la búsqueda del trabajo digno para jóvenes y la labor de buscar energías alternativas y una transición energética justa, explicó Sofía Pacheco, una de sus fundadoras.
Así empezó su trabajo en conjunto, y no sólo instalaron el sistema fotovoltaico, sino que se dieron capacitaciones a las trabajadoras del hotel para cuidar, conocer y limpiar los paneles.
Antes de tener este sistema llegaban a pagar hasta ocho mil pesos de luz, y ahora desde que tienen energía solar las cuentas no pasan de 700 pesos, así que recuperarán en poco tiempo la inversión que hicieron. Cabe destacar que en Taselotzin todavía no tienen una generación totalmente autónoma de energía, sino que todavía utilizan la infraestructura de la red de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para almacenar el excedente que se genere.
Sofía Pacheco explicó a LADO B que cuando se genera energía a veces no se utiliza toda, por lo que esta se almacena en bancos de baterías. Sin embargo, estos bancos son todavía bastante caros, por lo que muchas veces los usuarios pueden optar por un modelo combinado, que utilice la luz solar y su propia infraestructura pero que almacene lo necesario aprovechando la red de la CFE.
El otro proyecto con el que Onergia colabora en Cueztalan es en la sede de la Tosepan (donde hay una escuela, espacio para talleres, café, auditorio y un hotel). Allí también se instalaron paneles solares y se utiliza una parte de la infraestructura de la red de CFE.
Leticia Vázquez Esteban, integrante de la Tosepan, cuenta que fue parte del “primer esfuerzo más o menos constituido por parte de la Unión de Cooperativas Tosepan por empezar a hacer el camino hacia la transición energética”. La Tosepan entre sus líneas de trabajo contempla el tema de soberanía energética, así que de la mano de Onergia y otras personas abrió un programa donde se capacitó a jóvenes en el tema y se les enseñó a instalar sistemas fotovoltaicos, los cuales también pusieron en la Universidad UBBJ de Cuetzalan
Leticia dice que si bien se capacitaron en materia técnica, siempre fue acompañado por una reflexión desde el tema social. Actualmente otros de sus compañeros y compañeras que iniciaron ese proceso conformaron también una cooperativa propia, Tonaltsin, dedicada a instalar estos sistemas de energía fotovoltáica en viviendas.
Uno de los mandatos de la Asamblea de los pueblos masehual, tutunakú y mestizo en la Sierra Norte de Puebla —que agrupa a habitantes nahuas y tutunakus de la serranía poblana— es la construcción de alternativas en materia de energía para beneficio de la región, para construir otras formas de producir y gestionar la energía; de esta manera buscan proteger el territorio y contra megaproyectos como mineras e hidroeléctricas.
Es por esto que la lucha que el pueblo emprendió contra la CFE en 2012, para evitar que se pusiera una subestación en el municipio no fue ninguna sorpresa,
Dicha obra pretendía constituirse en una zona conocida como Kuaotakiloyan, donde hay una importante biodiversidad cultural, y además afectaría 13 Unidades de Gestión Ambiental y no respetaría los lineamientos del Programa de Ordenamiento Territorial para la conservación ecológica, y provocaría fuertes impactos negativos por tala de árboles y cambios de uso de suelo.
“Por un lado sabíamos que no es el interés de la Comisión Federal el realmente beneficiar a la población, ese eso lo tenemos clarísimo que lo que pretendía la Comisión Federal al poner esa subestación es preparar el terreno para que después llegue la minería que ya estaba amenazando con entrar, y sería lo que les daría pie a poder hacerlo y que además sabíamos que esta energía (que se generaría) la iban a llevar a otros municipios”, explica doña Rufi.
Para Onergia las energías alternativas o renovables no son por sí solas la solución, también se necesita plantear correctamente el para qué se genera energía, y cómo. Pusieron como ejemplo el tema de las eólicas, donde la colocación de turbinas tiene un fuerte impacto ambiental que puede dejar huellas décadas posteriores. O por ejemplo cuando se trata de hidroeléctricas, que casi nunca generan energía para las comunidades donde son instaladas, ni dan tarifas más baratas; al contrario, suelen dar la electricidad a grandes empresas, a centros urbanos alejados de los sitios rurales donde se instalan, en donde dejan impactos fuertes desde ruptura del tejido social hasta daños a la naturaleza.
Sin embargo, para la cooperativa es importante no sólo cambiar de fuentes de energía, sino hacerlo desde la reflexión de los impactos que puede tener y sobre todo que la distribución sea justa. Si bien el camino para la soberanía energética es largo, cada vez hay más esfuerzos y reflexiones desde la organización social para tener una distribución más equitativa, sin tantos impactos negativos al medio ambiente.
*Esta nota fue realizada por LADO b, integrante de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
Periodista en constante formación, interesada en cobertura de Derechos Humanos y movimientos sociales. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014
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