8 febrero, 2021
No basta con saber que la economía como se la entiende hoy acabará con el mundo; tenemos que rescatar el mundo poniendo los paradigmas actuales de cabeza
Twitter: @eugeniofv
La forma en que entendemos la economía y el progreso están acabando con la biodiversidad del planeta y poniendo en riesgo la vida de todos, de los vivos tanto como de quienes no han nacido todavía. Con esa contundencia se expresa el Reporte Dasgupta sobre La economía de la biodiversidad, preparado por Partha Dasgupta y que se acaba de publicar a instancias del Tesoro británico, pero que tiene un alcance y unas ambiciones globales. En sus conclusiones, Dasgupta resalta la urgencia de valuar mejor la naturaleza y cambiar nuestra comprensión del “progreso”. Eso es un buen primer paso, pero hay que ir mucho más allá: tenemos que reinventar la economía y relocalizarla, y eso pasa por construir nuevas políticas públicas —unas que sean muy distintas de las que se siguen impulsando, aun bajo el nuevo gobierno—.
Quizá lo más importante del Reporte Dasgupta sea que vuelve a poner en negro sobre blanco, con toda claridad y sustentado de forma difícilmente refutable que la forma en la que se produce y se consume en el mundo y nuestra idea misma de progreso están acabando con la naturaleza y poniendo en riesgo nuestra supervivencia como especie, además de la supervivencia de otras miles de especies con las que compartimos el planeta. “Acumular capital humano y producido a expensas del capital natural es lo que hoy significa para mucha gente crecer y desarrollarse”, explica Dasgupta en un momento del informe. Por ello propone que se incluyan medidas de capital natural en los análisis económicos.
Cambiar la forma en la que se mantienen las cuentas económicas nacionales o globales y emprender medidas para que ese balance sea menos dañino para la naturaleza puede ser útil, pero se queda escandalosamente corto de lo que urge hacer. Más que apostar por empezar a crecer “en forma sustentable” como sugiere Dasgupta hay que reimaginar y reinventar nuestras ambiciones como humanidad.
Hay que dejar de pensar que una economía que ya es más grande de lo que puede absorber el planeta y que ha alcanzado esas dimensiones a costa de la destrucción de la naturaleza y de sociedades enteras puede seguir creciendo. Más bien, hay que devolverla a un tamaño que quepa en el planeta y que, curiosamente, al ser más chico podrá incluirnos mejor a todos.
Una economía que articule pequeñas redes productivas y en la que la mayor parte de las cadenas productivas sean cortas y sustentables y en la que éstas a su vez se aniden entre sí y con cadenas que probablemente deban tener otra escala mayor será clave para avanzar hacia allá. Invertir en el desarrollo de tecnologías energéticas limpias para que sean bienes públicos será también importantísimo. Esto, por desgracia, va en contrasentido de lo que los gobiernos actuales de todos los colores están proponiendo. En este sentido queda mucho por hacer, pero por eso mismo urge ponerse a trabajar, apoyando iniciativas en ese sentido y bregando por que se multipliquen.
Pensando en la situación específica de México, se tiene que pasar de elegir entre el menos malo de dos males a emprender la ofensiva —al menos la ofensiva ideológica— y articular discursos y propuestas que vayan en el buen sentido. No basta con resignarnos a que el gobierno de López Obrador favorece menos el despojo de territorios que los neoliberales y sus eólicas, o engañarnos pensando que lo que es bueno para Pemex es bueno para la Secretaría de Hacienda y por eso es bueno para todos. Tampoco vale aceptar sin más que este gobierno no solo roba menos, sino que además reparte más en subsidios.
Más bien hay que articular el sueño de una nueva economía regenerativa e incluyente en un discurso con el que podamos tomar acciones contundentes y de largo plazo. Tenemos que revisar los hallazgos de Dasgupta pero llevar sus conclusiones a las últimas consecuencias, con propuestas viables, suficientes, relevantes: no basta con saber que la economía como se la entiende hoy acabará con el mundo; tenemos que rescatar el mundo poniendo los paradigmas actuales de cabeza, o descartándolos de plano.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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