Miles de personas compartieron sonrisas, alimentos y bebidas en un picnic en las Islas de Ciudad Universitaria para admirar el eclipse solar 2024, un maravilloso fenómeno natural que asombró a todo el país
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- “Nunca me imaginé que iba a haber tanta gente, pero fue algo bonito”, dice la señora Victoria que por primera vez visita Ciudad Universitaria.
Vino específicamente a ver el eclipse solar total que este 8 de abril pudo apreciarse en varios estados de la república, incluida la Ciudad de México.
Para este evento, la UNAM organizó una serie de actividades gratuitas en Las Islas, donde de acuerdo a la Dirección General de Análisis, Protección y Seguridad Universitaria se juntaron 50 mil personas.
Victoria, entre risas, dice que todo salió de improviso. La señora, que vestía ropa deportiva clara, dice que no pensaba ver el eclipse porque no tenía la protección adecuada, pero su hija la invitó a Ciudad Universitaria, y aunque no sabía cómo llegar, se animó a ir a pesar de la distancia entre su casa y la universidad.
“Mi otro hijo me espantó. Me dijo que no me tenía que vestir de negro porque si tenía problemas del corazón o de la presión me podía dar un paro cardiaco”, comenta.
La señora Victoria dice que su hijo vio un tik tok en donde decía eso y otras cosas, como que no debía lavar hoy porque las partículas de jabón podían generar una reacción de escozor en el cuerpo, y que las mascotas tenían que estar dentro de casa porque se iban a sentir débiles.
“Yo metí mi nochebuena antes de venirme, por si las dudas. También dejé cerradas las ventanas, porque el videito que me enseñó mi hijo decía que los rayos ultravioleta se podían meter por ahí y nos hacían daño”.
Pese a todos los miedos que la desinformación generó en la señora Victoria, ella pudo disfrutar de este fenómeno natural.
Y compartió su experiencia junto a las miles de personas que se congregaron con lentes de sol, filtros para soldar y telescopios. Todas unidas con un objetivo: mirar el cielo, y disfrutar al máximo del evento astronómico del año que no volverá a repetirse en México hasta el año 2052.
Alrededor de las 11:40 de la mañana, las miles de personas reunidas en Ciudad Universitaria detuvieron su apresurado camino, y con la mirada hacia el cielo, admiraron como la luna se interponía entre el Sol y la Tierra, oscureciendo su entorno por unos minutos.
“Todo lo veo tan bonito. Los murales. La gente. La convivencia», dijo una de las asistentes.
«El eclipse me parece algo irreal. Ver tanta gente junta. Nunca había estado en esta universidad, y es un ambiente muy bonito, la energía que se siente de la gente”.
A las 12:14, durante el punto máximo del eclipse, miles de cabezas apuntaron al cielo frente a los murales de Juan O’Gorman, en la Biblioteca Central, de David Alfaro Siqueiros en la Torre de Rectoría, y de José Chávez Morado en la fachada del auditorio Alfonso Caso.
La señora Lupita, acostada muy cómodamente junto a su amiga, recuerda que aunque tenía 24 años cuando ocurrió el eclipse de 1991, ella no lo pudo ver porque su mamá no la dejó.
“Igual que ahora decían que no podíamos ver el sol directamente, y como no nos prevenimos con tiempo, mi mamá me aconsejó no verlo”.
Xiomara y Nenetzin son hermanas y estudian medicina veterinaria zootecnia y odontología en Ciudad Universitaria. Ambas son originarias del estado de Morelos.
Se despertaron muy temprano para preparar los alimentos que llevarían en su bella canasta de mimbre, y con los que disfrutaron del fenómeno que les pareció “interesante”.
“La Universidad no es solo de los estudiantes, es de todos”, afirman al ver a tanta gente reunida, gracias a la iniciativa de la Universidad de congregar a la ciudadanía para ver el eclipse.
Infancias, personas adultas mayores, estudiantes, jóvenes y hasta vendedores ambulantes aprovecharon el evento para hacer negocio con la venta de los lentes especiales.
“Recibí el regalo más bonito de la naturaleza hoy; nos íbamos a quedar en casa encerrados porque mi hijo me asustó”, dice la señora Victoria.
Los asistentes al Picnic bajo la sombra, además de disfrutar la espectacular vista, disfrutaron de conferencias, música y eventos de meditación, totalmente gratuitos.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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