JaguaR-2 surcará los cielos del municipio de Ecatepec para atender emergencias y tareas de protección civil. El helicóptero recorrerá la Sierra de Guadalupe, los límites con otros municipios y la Ciudad de México, además de vías férreas, ductos de Pemex, tránsito de migrantes; también traslará pacientes con emergencias
Texto y fotos: Isabel Briseño
ECATEPEC, ESTADO DE MÉXICO.- Ecatepec de Morelos es el municipio más poblado del Estado de México con 1.6 millones de habitantes. La pobreza y marginación les ha llevado a construir sus hogares en superficies no propicias como debajo de taludes, con mucha inestabilidad del terreno o sobre minas abandonadas, condiciones que los sitúan en estatus de vulnerabilidad.
El municipio que debe su nombre al insurgente José María Morelos y Pavón, porque ahí fue encarcelado y fusilado en el año de 1815, también es uno de los lugares más temidos por las personas. El chofer que conduce el taxi de aplicación me lo dice tajantemente mientras tomamos la carretera México-Pachuca para pasar a un costado del “vigilante” del escultor Marín: “¿Y usted qué va a hacer por allá si está muy peligroso?”; sin darme oportunidad a responder interroga de nuevo: “¿Base Aztlán?, ¿un helipuerto?, nunca he ido por allá, debe estar bien feo”.
El señor continúa la plática contándome que vive en el municipio de Tecámac, “otro lugar bien feo, eh”, asegura el hombre. En general todo el Estado de México es peligroso para las mujeres. Sólo en Ecatepec, en lo que va del sexenio de Alfredo del Mazo, alrededor de 500 mujeres han sido reportadas como desaparecidas.
“Y en la chamba, híjole, no sabe cómo la pasamos nosotros con las inundaciones, y más por estas zonas”, relata.
“¿Está segura de qué es por aquí?”, me pregunta al llegar a un cementerio. “Ya sé por qué no me habían traído por acá. Sí está bien feo”, insiste.
Al bajarme del automóvil, él se asoma por la ventana y dice: “¡Cuídese!”. Respondo elevando la mano y dándole gracias al señor que, opina, deberían darle la pena de muerte a los delincuentes.
La Base Aztlán efectivamente se encuentra frente a un cementerio, pero como son las 11:20 de la mañana, eso no preocupa tanto como el hecho de subir por primera vez a un helicóptero. La principal tarea de la recién adquirida aeronave es observar y vigilar las zonas que pueden representar un riesgo para la población del municipio del Estado de México.
En la entrada del helipuerto solicitan el registro de la prensa y nos proporcionan unos chalecos verdes. Mientras colocamos las prendas fluorescentes Victoria Arriaga Ramírez, titular de Protección Civil y Bomberos de Ecatepec, comienza por contarnos que debido a las diversas condiciones geográficas del municipio es necesaria la aeronave.
Además de la inseguridad, los robos en el transporte público y los feminicidios que se viven en el municipio, también existen otros riesgos que acechan a las y los ecatepenses. Las lluvias, los ductos de combustible, la construcción irregular de viviendas, entre otras, también vulneran la integridad de los que habitan la periferia.
Las matemáticas comienzan y se realizan cálculos de masa corporal de la tripulación que abordará el JaguaR-2. En tanto, Arriaga nos informa el objetivo del día que consiste en recorrer la Sierra de Guadalupe y que el ingeniero Juan Lozada marque coordenadas para posteriormente en tierra y con mapas en mano, se identifiquen las calles y las viviendas a las que habrá que notificar e informar del riesgo en el que viven.
Gracias a la observación aérea también se ha detectado el crecimiento de asentamientos irregulares. Una vez vimos, así literal, en una roca, asentaron una casa. Cavaron la roca y pusieron su casa”.
“Vámonos» grita el piloto que aparece con overol color verde militar y gafas de aviador. Pero en lo que determinan quién realizará el vuelo con los 4 tripulantes periodistas, el ingeniero Juan Lozada, encargado del área de prevención, comenta que hasta el momento se tienen identificados 3 polígonos con asentamientos irregulares. Uno comprende alrededor de 100 viviendas; en Arroyo la Esperanza ya se notificó del riesgo a 25 viviendas y el tercer polígono es el de Tierra Blanca con un sondeo de 50 viviendas más.
El siguiente paso no es sencillo, advierte la titular de Protección Civil: “tenemos que irnos a pelear con la gente, para decirles que su integridad está en riesgo y es su responsabilidad por asentarse en una zona irregular que además es reserva natural”.
La directora Arriaga nos pide absoluta atención para escuchar las instrucciones y reitera: “Recuerden, no pueden pasar por atrás, aunque esté apagado», y señala las líneas en el piso por las que comenzamos a caminar para abordar el helicóptero.
El piloto muy amable nos indica cómo sentarnos de acuerdo con nuestro tamaño. También da un par de breves indicaciones además de advertirnos que como ya es tarde, la temperatura ocasionará turbulencias que intentará sobrepasarlas de la mejor manera. Es en estos instantes cuando recuerdo nuevamente al chofer que me preguntó si no tenía miedo del vuelo.
El ingeniero y el piloto se acomodan en la cabina, encienden motores. Las hélices comienzan a girar lento y observo al piloto oprimir más botones en el techo. El movimiento de las hélices pasa de lento a veloz. Comenzamos a elevarnos y por debajo se observan las coloridas y pequeñas casas de Ecatepec, esas que por necesidad y falta de recursos no fueron edificadas en otras lomas, las de Chapultepec, por ejemplo.
Cada vez nos alejamos y elevamos más, llegando a la Sierra de Guadalupe. Zona verde en donde también se verifica el estado de los muros y presas de gavión. Las cuales sirven para frenar los escurrimientos de agua provocados por las intensas lluvias. De las 55 presas, el Estado ya tiene conocimiento que hay 30 presas de gavión y 2 de mampostería que se deben reponer porque están fracturadas, de acuerdo con lo informado por la funcionaria.
El miedo ni se asoma, pero durante 30 minutos continúo observando lo grande que es el municipio, algunos taludes deslavados así como la construcción masiva sobre estas pendientes naturales que en verdad, creo, es lo que más me impresionó, la perspectiva es otra.
La aeronave comienza a descender y en cuestión de segundos estamos de nuevo sobre la plataforma con el círculo dibujado. Esperamos a que las hélices dejen de girar y a que nos den la instrucción para descender. Mientras avanzo por las líneas indicadas, agradezco al piloto por regresarme a la tierra en donde nos espera la directora de Protección Civil, esa mujer responsable de un equipo cuya tarea es la de vigilar la otra integridad de los ecatepenses, esa que tiene que ver con decisiones propias, desastres naturales y condiciones geológicas.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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