Días de encierro para voltearnos a ver

11 abril, 2020

Durante el encierro, ¿qué miran nuestros ojos? ¿Nos miramos atrapadas en nuestros cuartos o a las personas que con nosotras comparten las paredes? ¿Y qué de eso queremos compartir? 

@maria_efemere

En 1994 el fotógrafo Lee Friedlander tuvo que quedarse en cama después de una operación. Friedlander, fotógrafo de calle, se enfrentó al encierro. No dejó de tomar fotos, Encontró en las flores que María, su esposa, le dejaba en un florero a lado de su cama, un punto de interés. Así nació “Stems” (Tallos), un libro sobre la exploración fotográfica de Friedlander de los tallos de las flores. 

Pienso en Friedlander y en cómo algunas personas no podemos dejar de tomar fotos. Lo he sentido. Esos momentos de vacío me gusta llenarlos con fotos, de encuentros con la luz, de patrones repetidos. Y a veces aunque no haya vacíos, hay cosas que por impulso fotografío.

Recuerdo cómo en mi adolescencia mi celular se volvió una extensión de mi ojo-corazón. Tomaba todo a mi alcance: la plantita, el arbolito, el cielo, el atardecer.  Estos días me han regresado mucho a la adolescencia, cuando todavía me apenaba tomarle fotos a la gente y me tomaba fotos a mi misma y a todo lo que me hacía ser yo. 

Durante el encierro, ¿qué miran nuestros ojos? ¿Nos miramos atrapadas en nuestros cuartos o a las personas que con nosotras comparten las paredes? ¿Y qué de eso queremos compartir? 

Hoy más que nunca percibo la fotografía como un escape de nosotras mismas. De cómo nos sentimos, de nuestras preocupaciones, miedos, frustraciones, nostalgias. Un reflejo de lo que la incertidumbre y la sana distancia está provocando en nuestras mentes y cuerpos.

Y con las redes sociales estamos comunicando desde las salas, cuartos, detrás de las ventanas. Estamos conociendo a nuestros seres queridos desde la imposibilidad de movernos. 

El New York Times publicó un texto sobre lo que están fotografiando y compartiendo en sus redes un grupo de grandes fotógrafos de diferentes partes del mundo.

Instagram se ha vuelto muy personal. Como las de ellos, he visto fotos más íntimas en las cuentas que sigo. Estamos explorando quiénes somos y nos estamos comunicando desde lo más adentro. 

La fotografía de cuarentena, los hashtags y el internet nos permite comunicarnos al exterior. Como una banderita que ondeamos desde islas en medio del mar, gritando al mundo: ‘¡Aquí seguimos!’, con cada foto que subimos a la red.

Hace unos días pregunté a mis contactos en Instagram si siguen haciendo fotos y qué ha significado, al no poder salir, no dejar de hacerlo. Para algunos la foto se ha vuelto un escape de sentires; otros lo ven como una ayuda para recordar y sonreír; una parte de la realidad, una forma de experimentar; una oportunidad para aprender, para percibir su cuerpo; de encontrar la belleza en lo cotidiano, de reconocerse en ese espacio de cotidianidad. 

También están las que simplemente no han podido hacer foto en el encierro. No todas pueden, quieren, ni se sienten cómodas al hacerlo y está bien. Y claro, las que no han dejado de salir porque afuera, la vida no ha parado y hay quiénes tienen (tenemos) la responsabilidad de seguir documentando.

A todas esas y esos fotoperiodistas, gracias. 

La foto nos ha hecho sentir menos solas. Reflejarnos a la distancia. Recordarnos que acá seguimos aunque no nos veamos en la vida real. No la soltemos ni nos soltemos. 

Siempre me han gustado los autorretratos de Vivian Maier. También los de Francesca Woodman. Como ellas muchas otras y otros nos han enseñado que el autorretrato es un género; que el autorretrato es un ritual.

Les dejo algunos de mis autorretratos favoritos, quizá les resuene alguno de estos manifiestos y encuentren en la cámara o en su celular una forma de conocerse más.

Jen Davis 


Nan Goldin

Alberto García Alix

Ilse Bing

Paul Mpagi

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Nancy Floyd

David Uzochukwuh

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Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.