“Defender un pedacito de la Ciudad es defender la vida”

3 julio, 2023

En un pequeño rincón de la Ciudad de México, en la Magdalena Contreras, un grupo de vecinos decidió organizarse para defender una barranca de los fraccionadores ilegales y la contaminación. Sus acciones, aunque pequeñas, pueden salvar el futuro de una ciudad que avanza en destruir sus bosques y sus ríos

Texto: Alejandro Ruiz

Fotos: María Ruiz

«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo».

Eduardo Galeano

CIUDAD DE MÉXICO. – Aquí la ciudad es otra. El canto de las aves se escucha, el fresco de los árboles abunda. Los grandes edificios y carreteras parecen no existir en este rincón de la Magdalena Contreras. Aunque los problemas no son ajenos.

La corrupción y negligencia de las autoridades ha hecho que este espacio peligre, así como tantos otros en la Ciudad de México.

La diferencia, es que aquí un grupo de vecinos decidió defender, a contra corriente, su espacio, territorio y la naturaleza.

Sus enemigos: los fraccionadores ilegales y las autoridades que lo permiten.

Esta es la historia de los guardianes de la barranca Anzaldo.

Defender una barranca

Al llegar a este rincón de la ciudad una lona recibe a los paseantes: «Desde 2011 este ramal de la barranca Anzaldo fue declarada como Área de Valor Ambiental».

Debajo, una cerca con púas impide el paso a camiones o vehículos que acostumbraban descargar cascajo o basura en la barranca.

De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, en la capital del país existen 44 barrancas. La barranca Anzaldo, ubicada en la Magdalena Contreras, es una de ellas.

Su longitud no es menor, pues nace en el pueblo de San Bernabé Ocotopec y llega hasta la presa Anzaldo, ubicada en Periférico. Entre sus desfiladeros corren riachuelos que abastecen de agua a la ciudad, y habitan cacomixtles, ardillas y un montón de aves y plantas endémicas de la región.

De ahí su importancia, y la indignación que provoca su descuido, pues a lo largo de ella se pueden ver escombros, basura y construcciones ilegales, permitidas por gobiernos que se han hecho de la vista gorda ante el negocio de la urbanización.

Pero en un pequeño rincón de la barranca, que no es más que la esquina de una calle, donde la imponente e infinita ciudad parece acabar, la esperanza de mantener esta fuente de vida en la ciudad ha crecido.

“Nos empezamos a organizar porque creemos que es importante conservar este espacio en la ciudad. La barranca nos da vida, agua, aire, y que se las estén acabando es algo que nos debería ocupar a todos”, cuenta uno de los vecinos organizados en defensa de la barranca.

Su colectivo se llama Peblos y Voces de la barranca, y está integrado por no más de 10 personas. Todas pidieron anonimato, pues temen que por dar su testimonio hayan represalias.

“Aquí en esta pequeña parte de la ciudad creemos que se expresan todas las cosas malas que pasan: la indiferencia, las autoridades corruptas, la contaminación ilegal y todo eso”, cuenta.

Las primeras acciones que realizaron fueron jornadas de limpieza y rescate de espacios. Después, comenzaron a enfrentarse a los fraccionadores ilegales, clausurando las tomas de agua clandestinas que ahí están, así como interponiendo denuncias ante la delegación y las autoridades correspondientes.

Nadie, sin embargo, los ha apoyado.

“Han sido pocas veces las que en realidad las autoridades se han acercado a ayudarnos. Nosotros nos hemos ofrecido para cuidar este espacio, pero que nos den las herramientas para hacerlo, pero no nos escuchan”, dicen.

Tan solo en 2011, cuando el gobierno de la Ciudad declaró a  la barranca Anzaldo como Área Natural Protegida, las autoridades fueron a poner el alambre que hoy impide el paso hacia la barranca. De ahí, cuentan los integrantes del colectivo, jamás volvieron a aparecer.

“Cuando nos enteramos de eso, en 2022 pusimos la lona, eso ha frenado momentáneamente que siguieran tirando basura y cascajo, y que vendieran parte del Área de Valor Ambiental”.

Una historia de corrupción

En 1980 esta parte de la Magdalena Contreras comenzó a habitarse. Las casas, en un inicio, se construyeron en los límites de las laderas de la barranca.

Por esos años, el delegado en la Magdalena era el priísta Roberto Madrazo. Y ahí, cuentan los vecinos, comenzó el problema: la proliferación de fraccionadores ilegales que comenzaron a ocupar y vender terrenos de la barranca.

“Ya para los 90 había líderes priístas que llegaban y ocupaban un terreno, y después lo vendían a la gente. Todo eso era ilegal, pero las autoridades de la Delegación lo permitían, pues después les conectaban los servicios”, cuentan los vecinos.

Durante esos años el modo de operar de estos grupos consistía en comenzar a rellenar con basura y cascajo las laderas de la barranca para nivelar el suelo. Después, ponían cercas y tomas clandestinas de agua, y lo vendían a gente interesada.

El método prevalece hasta la fecha, aunque las cosas frenaron un poco cuando la zona se declaró Área Natural Protegida. Sin embargo, en realidad el acaparamiento de terrenos y su venta fraudulenta sigue existiendo.

“Lo siguen haciendo, por eso empezamos a defender esto, porque además de que se ha convertido en un tiradero de basura, que se construya en la barranca es riesgoso para la gente, pues el piso no está firma. Además se llevan el suelo, la tierra, lo cual es ilegal, y contaminan el agua que llega a la presa”.

Mientras caminamos por la barranca los integrantes del colectivo muestran una toma clandestina de agua. Ellos mismos la clausuraron, y metieron la denuncia a la Delegación, pero no les han hecho caso.

“Aquí creemos que esto es con el permiso de las autoridades, pues no llegan a clausurar las tomas, o las construcciones. Les imponen multas a los fraccionadores, pero después de un tiempo siguen como si nada”.

Para ejemplificar su testimonio en la misma barranca se ven las secuelas de la extracción de tierra y de asentamientos irregulares.

“Ahí están, y no les dicen nada. Somos nosotros quienes nos organizamos para que esto ya no pase, pues nos interesa conservar esta riqueza natural de la ciudad. Defender un pedacito de la ciudad es defender la vida, eso creemos y por eso hacemos lo que hacemos”.

Un expediente infinito

Los años que este grupo de vecinos ha luchado para conservar su territorio les han hecho acumular un expediente de miles de hojas.

Oficios a Sedema, PAOT, a la Delegación y otras autoridades se ven en las hojas que pasan.

“Es un gran expediente, que también tiene otros casos”, dicen.

Por ejemplo, en la ladera oriente y sobre el cauce de la barranca, unos vecinos decidieron construir.

“Desde antes denunciamos cuando ese vecino comenzó a rellenar de basura y cascajo la barranca, y vinieron las autoridades, los sancionaron, pero después de un tiempo siguieron con eso. Después, otro vecino construyó sobre la ladera poniente de la barranca y una servidumbre de paso, y también lo denunciamos. La Sedema vino y clausuró la obra, pero en octubre de 2022 supuestos funcionarios de la Secretaría de la Contraloría General de la Ciudad de México retiraron los sellos y la construcción continuó”, cuentan.

Los vecinos, inconformes, decidieron ampararse porque la Alcaldía, ahora a cargo del priista Luis Gerardo Quijano, no estaba haciendo nada contra esa construcción, ni contra ninguna de las otras tres que están dentro del Área de Valor Ambiental. El amparo está en proceso de resolución, y es el primero y único que en la Ciudad de México se presenta contra un alcalde.

«La construcción sigue ahí. Nos ponen en riesgo, pues además de dañar a la barranca, creemos que estos vecinos son parte de un grupo del crimen organizado», dicen.

Su lucha, sin embargo, sigue en pie. Y los vecinos de esta parte de la Ciudad no pretenden dar ni un paso atrás.

“Creemos que estas acciones, por pequeñas que sean, pueden cambiar las cosas. Defender la vida es muy importante, porque también es defender la identidad y los pocos espacios que quedan así en la Ciudad. Aquí vamos a seguir, porque así queremos hacerlo, y porque es importante para nosotros”.

Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.

Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.