Debemos escuchar a las infancias

23 febrero, 2025

El albergue casa Tochán que es exclusivo para hombres, ha dado apoyo también a infancias y mujeres. Foto: Isabel Briseño

En el Programa Infancia de la UAM Xochimilco se reflexiona sobre las infancias a partir de metodologías participativas y horizontales, donde son los propios niños, niñas y adolescentes quienes marcan la agenda pública

Texto: Luciana Oliver Barragán

Foto: Isabel Briseño / Archivo Pie de Página

CIUDAD DE MÉXICO – ¿Qué les sucede a las infancias y adolescencias en su barrio, colonia, comunidad, cerro o esquina? ¿Cómo perciben su realidad y qué propuestas tienen para transformarla?

El mundo adulto ha centrado su atención en describir los problemas y necesidades sociales desde una perspectiva excluyente hacia las infancias. Frecuentemente pensamos que esta población debe ser tutelada o disciplinada, que el objetivo es que obedezcan y aprendan a callar sus inquietudes cotidianas. Sin embargo, no nos damos cuenta de que niños, niñas y adolescentes son una población crítica, con propuestas valiosas. “No son ajenos a las realidades. Uno puede invisibilizar sus críticas, pero en realidad tienen mucha claridad sobre lo que no está funcionando”, menciona Ana Lázaro, del Programa Infancia de la UAM Xochimilco, en una entrevista.

Durante 25 años, este programa ha sido un espacio que atestigua e impulsa trabajos colaborativos con y para las infancias. Conversamos con Minerva Gómez, Eliud Torres Velázquez y Ana Laura Lázaro Santiago para comprender la realidad que aqueja a las infancias y qué se puede hacer frente a ella.

¿Quién cuida a los niños y niñas?

El cuidado, la situación económica y la violencia son algunas de las desigualdades que las infancias en México perciben. “En nuestro país, son quienes más padecen violencia, pobreza, exclusión e indiferencia”, comenta Minerva.

Un claro ejemplo de esto es el informe de la Red por los Derechos de la Infancia en México, que presentó en enero de este año datos alarmantes sobre 2024: 2,243 personas de entre 0 y 17 años víctimas de homicidio, 9,868 reportes de desapariciones de menores y 319,000 niñas, niños y adolescentes indígenas en edad escolar viviendo con rezago educativo, entre muchas otras cifras.

“No poder acceder a estudios de educación media superior, la necesidad de trabajar, no sentirse libres en la ciudad, la violencia entre pares, la discriminación por aspecto físico o condición emocional”, dice Minerva, “nos hace darnos cuenta de que su contraparte es esencial en cualquier decisión pública”, concluye.

Identificar estas prácticas es clave para transformar nuestra relación con las infancias y repensar el tipo de crianza que hemos conocido hasta ahora. “Somos uno de los países que más violenta a niñas y niños. El castigo corporal es una práctica frecuente. Hoy está prohibida y debemos hacer una gran difusión de esto”, reconoce Minerva.

Por otro lado, Eliud nos comparte una experiencia que lo hizo reflexionar sobre la realidad de las infancias en México:

“En la Costa de Chiapas, municipio de Tonalá, en una comunidad al fondo del estero. Estoy en el domo, haciendo actividades con niños y compañeras de una organización campesina pescadora. Al repartir las sopas de letras, le doy una hoja a una niña de unos 13 años y le digo: ‘Mira, la sopa de letras, llénala’. La niña agarra la hoja, me mira y me dice: ‘Es que no sé leer ni escribir’”.

“¿Cómo transmitir a los niños y niñas la exigencia por su propia dignidad?”, se pregunta Eliud.

Minerva añade:

“¿Cómo nos acercamos a las realidades tan distintas que existen en nuestro país?”. Ana, por su parte, nos habla sobre cómo las etiquetas impuestas por los adultos a los niños y niñas “desobedientes”, “hiperactivas” o con otras formas de aprender, les excluyen e invisibilizan. Para Ana, la pregunta clave es: “¿Cómo cuidamos? ¿Cómo cuidamos al otro? ¿Cómo nos cuidamos?”

Espacios para escuchar a las infancias

Las realidades que viven las infancias en México ratifican la necesidad de trabajar y colaborar en torno al tema en nuestro país. Sin embargo, entre las estadísticas, asoman como un rayo de esperanza las propuestas y demandas elaboradas por los propios niños, niñas y adolescentes.

El ejercicio de sus derechos es posible cuando se construyen las condiciones para escucharles y concretar sus demandas.

“Piden alumbrado, piden seguridad en las calles”, menciona Minerva. “Muchos de los temas tienen que ver con la violencia, pero también con el cuidado, como un trato amable de parte de los adultos, desde la escuela, la casa y la comunidad”, agrega Ana. Eliud también menciona que “piden espacios para cuidar a sus mascotas, espacios verdes”. “Es maravilloso leer sus demandas”, afirma Minerva.

El Programa Infancia ha realizado proyectos de participación infantil, en los que no solo se han escuchado y sistematizado sus demandas, sino que, en colaboración con diversas instituciones, se han materializado en cambios reales. Minerva menciona un ejemplo de estos proyectos:

“El año pasado, trabajamos con el DIF de la Ciudad de México y Senderos del Tzikin A.C., definiendo la agenda desde tres colonias y luego cruzándola con el análisis de informes sobre los derechos de niñas y adolescentes. Este cruce fue maravilloso porque los niños son muy sensibles a las realidades que enfrentan y las necesidades que perciben de su contexto”.

Para los tres académicos, es crucial que las demandas de las infancias se articulen con otras agendas: “Hay que convocar a todos los actores para pensar conjuntamente cómo resolver las grandes dificultades y problemáticas que enfrenta la población infantil y adolescente”, afirma Minerva.

A nivel nacional, Eliud señala como una de las problemáticas persistentes la falta de un programa claro en el que el ejercicio de la ciudadanía se base en los derechos. También menciona el reto de construir pensamiento crítico y ciudadanía en México. Aun así, Eliud destaca las certezas con las que podemos avanzar hacia un cambio social: “El trabajo colectivo, el bien común, la escucha, la sensibilidad; hay cosas que no pierden vigencia y creo que es ahí donde debemos enfocarnos”.

¿Quiénes aprenden a callar y obedecer?

A través de ejercicios participativos desarrollados desde el Programa Infancia, nos damos cuenta de que las demandas que emergen son inquietudes que los adultos hemos aprendido a callar. Minerva, Eliud y Ana explican que esto ocurre debido a la organización adultocéntrica de la sociedad, directamente relacionada con el sistema productivo capitalista: “El adultocentrismo no es solo la relación de adultos hacia niños, sino una relación de poder en la que quien importa para tomar decisiones es el adulto en pleno proceso de producción y reproducción”, describe Eliud, y añade: “Sometemos a todos con nuestras decisiones, rapidez y practicidad”.

Deconstruir la discriminación por edad implica cuestionar la idea de que todo niño, niña y adolescente necesita un adulto que hable por él o ella.

“Por supuesto que debemos darles acompañamiento, pero también reconociendo su rol como actores”, afirma Minerva.

Las problemáticas y necesidades de las infancias no deben verse como cuestiones privadas, sino entendidas desde una perspectiva pública y nacional, como algo que nos concierne a todos, pues niños, niñas y adolescentes son también actores activos de la sociedad.

Los proyectos de investigación, intervención comunitaria y formación que desarrolla el Programa Infancia, desde una universidad pública y periférica como la UAM Xochimilco, destacan por su metodología participativa y multidisciplinaria.

“Nuestro objetivo es impulsar el enfoque de derechos mediante el trabajo en red. Pensamos que el sujeto debe ser activo, un actor que reflexiona sobre su propia práctica de intervención”, explica Minerva Gómez.

Para Minerva, Eliud y Ana, los proyectos de investigación no solo deben ser reflexivos, sino que buscan “generar una línea metodológica que replantee la manera de pensar sobre las niñeces”. A través de la metodología de escucha y construcción de diálogo con las infancias, los temas sociales más preocupantes encuentran nuevos significados y posibilidades.

“Tomar en cuenta a las infancias como sujetos capaces de aportar y transformar la vida nos lleva a relacionarnos con ellas de una forma diferente”, concluye Minerva sobre la dinámica de trabajo del Programa Infancia.

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