24 mayo, 2022
Como parte de sus paseos terapéuticos, personas internadas en el hospital de salud mental de la capital de Tabasco volvieron a nadar en el mar, luego de dos años de permanecer en confinamiento por la pandemia de covid
Texto y fotos: Carlos Marí
PLAYA AZUL, TABASCO.- El confinamiento obligado por la temporada álgida de la pandemia de covid-19 trajo depresión para miles de personas. Para quienes se encuentran en una clínica de salud mental, conllevo además la suspensión de sus paseos terapéuticos que realizaban cada dos o tres meses.
Es el caso de los pacientes del Hospital de Salud Mental de Villahermosa. Desde 2020 se les cerró ese resquicio en acato de la sana distancia para evitar lugares tumultuosos. Luego de dos años, sin embargo, han vuelto a ver un horizonte más allá de los pasillos del hospital. Están de paseo en un paraje costero de Tabasco, en Playa Azul.
A este tipo de salida se le denomina paseos terapéuticos y, según especialistas en psiquiatría, es muy importante en el tratamiento de los pacientes. Por ello, el Hospital de Salud Mental de Villahermosa ha adoptado este nuevo paradigma para llevar a sus pacientes a otros parajes, como museos o las haciendas cacaoteras desde hace 15 años.
Supervisados por enfermeras y fisioterapeutas del hospital, 19 pacientes salieron en días pasados a bordo de un autobús.
Una vez que arriban a la playa, la mayoría de busca refugiarse del intenso sol bajo una palapa; pero dos de ellos sin dejar pasar el tiempo corren directo a refrescarse al mar.
Descalzos, sobre la arena tibia, muchas personas usan el short color guinda que los distingue como pacientes del hospital, aunque la recomendación fue usar prendas de cualquier color.
Todos se suman a la invitación para convivir que hacen las terapeutas. Juegan voleibol o bailan reguetón. Y ya animados, todos se meten al agua, incluso quienes le temían al oleaje se dejan cargar por otras para poco a poco sumergirse.
Algunos se sientan en la playa, donde apenas les llega el oleaje y disfrutan que el agua les llegue apenas a los pies. Están todos, al fin conviviendo todos, hombres y mujeres. Hay algarabía. Y esto en el hospital no es cotidiano, porque no se les permite, comentan las terapeutas.
Como muchas personas, los pacientes del Hospital de Salud Mental gozan de la playa, pero a ellos se les percibe que por momentos disfrutan de la libertad y de acompañar a otros en el mar. Y si hay algo con lo que exhiben esa libertad es el momento cuando varios se animan a elevar papalotes.
Sarita cuenta que este paseo por la playa le significa un “regalo” que compensa lo difícil que es estar internada.
“Nos recreamos de lo hostil que es el hospital. Es muy bueno. Hacemos terapia y cosas muy bonitas. Pero, es también un regalo muy grande que nos hagan venir a la playa. Es sin costo y con cariño. Y aparte en el nosocomio todos, intendentes, médicos, cocina, todos son un gran equipo, doctores, y nos cuidan muchísimo”, expresa.
La joven tiene el propósito de terminar su carrera de Derecho que dejó trunca hace casi 10 años, cuando requirió ser internada.
“Terminé la carrera en el 2012, y me dieron terapia desde el 2013. Ahí tengo mi expediente. Y ahorita tengo que titularme, pero hasta junio tengo tiempo. A ver, primeramente Dios, que me den los tiempos para poderlo lograr”, dice con optimismo.
En su caso, dice, fue una decepción amorosa la que le ocasionó un estado depresivo que se agravó y por el cual llegó al Hospital de Salud Mental.
“Todos los casos son diferentes, pero el mío en lo personal fue una ruptura amorosa. Mi primer novio. Amor a los 23 años. Era una niña, y él no fue sincero conmigo de decirme que no se pensaba casar, no me lo dijo. Hasta que yo lo enfrenté y se lo dije. Y eso no es amor. Porque es el primer amor —y uno lo debe saber claramente—, y ahorita ya lo entiendo y lo comprendo más”, relata.
Sarita descata la importancia de que las personas atiendan su salud mental, detecten un cuadro sicótico y, de ser necesario acudir por su propia cuenta a una clínica. O bien, si se trata de otra persona, acompañarla.
“Cuando empiecen a sentir que su familiar o algún amigo deja de dormir o tiene insomnio, es señal de alerta de que le está pasando algo. O una ruptura amorosa. Un problema grande que esté pasando: que un hijo esté en la cárcel o algún problema enorme que esté pasando, aunque sea pequeño, que lo vean, que su cara cambia, o sea fruncida, triste; ahí es el foco rojo, que no esperen más”.
Sarita.
La psicoterapeuta Alejandra Contreras Conde explica la importanccia que tiene este viaje a la playa tras dos años de confinamiento.
“Es el primero de los paseos, después de casi dos años de pandemia; entonces, claro que todos los pacientes están súper emocionados. Se vienen a relajar, llegan con otra cara al hospital y eso es bueno para ellos”, comenta.
Detrás del paseo terapéutico hay 15 personas de diversas disciplinas de la Salud. Participan médicos generales, enfermeras, psicólogos, fisioterapeutas, expertos en terapia ocupacional.
Para Isabel Cristina Cáceres Chablé, jefa del Área de Rehabilitación Psicosocial del Hospital de Salud Mental, el resultado de que los pacientes salgan y se recreen, sobre todo en la playa, los llena de alegría y los motiva para continuar su tratamiento.
“El beneficio para los usuarios es que ellos se vuelven están más alegres, porque están esperando esas salidas, porque ya tienen más de dos años que no se realizan esos paseos por la pandemia y a ellos les da mucha alegría salir al paseo, principalmente, ahorita estamos aquí en la playa les da mucha alegría. A ellos les motiva seguir adelante en sus terapias”, señala Cáceres Chablé.
Inclusive, dice, los pacientes ven en los parajes que conocen con estos paseos terapéuticos los sitios que, una vez que estén dados de alta, pedirán a sus familiares regresar, a partir de la experiencia que tuvieron por parte del Hospital de Salud Mental.
Luego de dos horas, el chapuzón en el mar acaba para el grupo. El personal los llama para el refrigerio de sándwiches de pollo y agua de fruta.
Entrevistado en sus oficinas, Mario Villar Soto, director del Hospital de Salud Mental, asegura que los paseos, ya sea a un museo o a un parque son la mejor terapia que, desde hace años 15 años se les brinda da a los pacientes. Son parte de la atención interdisciplinaria que busca darles un trato digno y humano, evitando que la ciudadanía los rechace o se burle de ellos.
“El manejo multidisciplinario que se hace en esta unidad es precisamente la atención médica, la atención psicológica, la atención multidisciplinaria, la alimentación nutricional, estomatológica, la atención en la rehabilitación psicosocial, la atención en terapia familiar, o sea, todo es un conducto de intervenciones que dependiendo de las necesidades de cada usuarios”, expresa.
Para los paseos, la dirección del hospitaldecidió que los pacientes no usen uniforme, para evitar la estigmatización, burla o rechazo.
“La respuesta que hemos tenido de la sociedad ha sido bastante agradable, porque ya no hay agresiones”, sostiene el psiquiatra Villar Soto.
Periodista ex corresponsal del Grupo Reforma en Tabasco y doctorante en Ciencias Humanas para el Desarrollo Interdisciplinario enfocado a temas de gestión del agua, desastres naturales, de resistencias, explotación petrolera, megaproyectos, pobreza y desigualdad de desarrollo en la región sur.
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