25 abril, 2022
Después de 15 meses de estar en la calle pidiendo ser retornadas a su comunidad, las familias triquis desplazadas de Tierra Blanca Copala fueron desalojadas por la policía esta madrugada; el argumento del gobierno de la Ciudad fue una queja anónima por las condiciones de insalubridad
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- De madrugada, sin previo aviso y con cientos de policías, el gobierno de la Ciudad de México desalojó el campamento que mantenían, desde hace 15 meses, familias triquis desplazadas de Tierra Blanca Copala, Oaxaca.
El campamento estaba ubicado en Avenida Juárez y Eje Central, frente al Palacio de Bellas Artes. En el momento del desalojo había unas 35 personas, sobre todo mujeres y niños.
El argumento que esgrimió Juan Gutiérrez Márquez, coordinador general de concertación política, fue una queja anónima, recibida por la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX y remitida al secretario de Gobierno, Martí Batres.
Dicha queja señala que niñas, niños y adolescentes que están en el campamento “no acuden a la escuela y se alejan del campamento, sin supervisión de adultos, lo que ha generado que los más pequeños lloren al sentirse extraviados entre la multitud de personas que transitan diariamente por la zona. Asimismo ha observado que las condiciones sanitaria son las adecuadas”, dijo el funcionario al presentarse con las familias.
Gutiérrez Márquez acudió acompañado de Estela Damián, representante del DIF de la capital. De acuerdo con algunos testimonios, el DIF presionó a las mujeres para aceptar irse a un albergue, ante la amenaza de tomar en resguardo a sus hijos.
“Mi hermana y la madre del niño está enfrente de la torre (Latinoamericana). Ahí está en el carro y dicen que si ella no se va con el bebé se lo van a llevar a la fuerza. Entonces, mi hermana está enfrente del carro tratando de que no avance, pero a fuerzas se quieren llevar al niño”, contó por whats app una de las mujeres que estaba dentro del campamento cercado por la policía.
Las autoridades llegaron poco después de la medianoche. La policía hizo un cerco alrededor del campamento para evitar que las familias pudieran hablar con periodistas. Aunque las mujeres rechazaban retirarse, personal del servicio de limpia comenzó a desarmar el campamento y echó en camiones de basura las pertenencias de los triquis.
Fotos: Isabel Briseño
En diciembre de 2020, las familias fueron expulsadas de sus hogares a punta de balazos que atribuyen al Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT). Primero se refugiaron en una comunidad cercana y en febrero, algunas llegaron a la ciudad de México para pedir la intervención del gobierno federal.
Originalmente el campamento se instaló en el Zöcalo, frente al Palacio Nacional, pero ante la falta de respuestas optaron por instalarse sobre el Eje central, donde serían más visibles.
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En julio, cuando cumplieron seis meses desplazadas, las familias triquis intentaron regresar a su pueblo. Los gobiernos federal y estatal les habían asegurado que ya existía un acuerdo con otras comunidades afiliadas al MULT. Así que empacaron sus maletas y se fueron a Oaxaca. PIE DE PÁGINA los acompaló en el viaje de retorno y constató que les fue imposible entrar a su comunidad, a pesar de que fueron escoltadas por varios vehículos de la Guardia Nacional y de la Policía Estatal.
Al llegar a Tierra Blanca, un grupo de mujeres impidieron el acceso de los desplazados y de los elementos de seguridad. Autoridades federales y estatales intentaron dialogar sin éxito con ellas durante varios días y finalmente las familias regresaron a la Ciudad de México.
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Después de eso fue el desgaste y la invisibilización de las autoridades al problema. La falta de atención a las triquis que seguían en la calle hasta que llegó la nota de la Comisión de Derechos Humanos y el desalojo.
El operativo duró cerca de dos horas. Los más pequeños lloraban y las autoridades no terminaban de informar a las mujeres a qué albergue las llevarían.
Entre las desalojadas estaba la profesora Venustiana, quien en diciembre de 2020 fue secuestrada durante 5 días por los agresores que tienen tomada su comunidad. En el campamento estaba junto con sus cuatro hijos y sus padres.
“No esperábamos que nos hicieran esto, salimos desplazados de nuestra comunidad y también nos corren de la ciudad, ¿entonces a dónde nos vamos?”, dijo la profesora de preescolar.
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