18 noviembre, 2021
En la IX Cumbre de Líderes de América del Norte se habló poco del tráfico de armas, a pesar de que es uno de los temas centrales para México. Fue un golpe de realidad: en la agenda de Joe Biden el problema no está en su lista de prioridades
Twitter: @anajarnajar
Son 567 al día, en promedio unas 22 cada hora. Llegan escondidas en automóviles o dentro de camiones de carga.
A veces se transportan por las noches en sitios alejados de pueblos y ciudades. Pero la mayoría cruzan a México de a poco, casi por goteo. Tráfico hormiga le llaman algunos.
La mayor parte, el 70% por lo menos, proviene de Estados Unidos.
Hablamos de pistolas, fusiles de asalto, ametralladoras, granadas y municiones que diariamente ingresan al país por la frontera norte, y que representan uno de los mayores retos de seguridad para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) en el 70% de los homicidios violentos que se cometen en el país se utilizan armas de fuego. La mayoría fueron vendidas en armerías estadounidenses.
López Obrador reconoce que en su gobierno no se ha logrado frenar la ola de violencia y asesinatos.
Una razón es que el problema involucra a muchos sectores del país, no sólo la delincuencia sino la protección y respaldo de empresarios y autoridades.
Pero otra causa es que tampoco cesa el tráfico de armas. La Secretaría de la Defensa Nacional estima que cada año cruzan las fronteras más de 200 mil piezas.
La cifra, por el cariz clandestino del tráfico, puede ser mayor. Por eso no se sabe la cantidad real de armas que hay en el territorio nacional.
Hace dos años el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados estimaba que podrían ser 15 millones.
Por esos días el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, afirmó que en la década anterior ingresaron ilegalmente al país 2 millones de armas.
Casi todas se compraron en establecimientos de California, Arizona, Nuevo México y Texas. Los datos son de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF en inglés).
El mismo organismo reconoce además que en esos estados fronterizos con México existen 22 mil 689 armerías y establecimientos autorizados para la venta.
Los datos poco han cambiado, y de hecho forman parte de la demanda que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) presentó en agosto pasado contra fabricantes de armas de Estados Unidos.
La intención es conseguir una indemnización por daños causados por la comercialización de armas y su tráfico ilícito a México.
El litigio se ventila en tribunales estadounidenses y puede durar varios años. Pero el tema aparece con frecuencia.
De hecho, fue parte de la agenda de López Obrador en su reunión presencial con el presidente Joe Biden de Estados Unidos.
El encuentro ocurrió en la IX Cumbre de Líderes de América del Norte en Washington, esta semana, y que reunió a Biden, AMLO y el primer ministro de Canadá Justin Trudeau.
Un evento que debió realizarse desde hace varios años, pero fue aplazado por Donald Trump, primero, y por la pandemia de covid-19 después.
Biden y López Obrador llevaron los temas de su interés al encuentro bilateral. El estadounidense insistió en detener la migración irregular hacia su territorio y reforzar la seguridad de sus fronteras.
El mexicano habló de comercio, integración de Latinoamérica al mercado norteamericano, respeto a los migrantes mexicanos, inversión en Centroamérica… Y tráfico de armas.
No es la primera vez que un presidente mexicano insiste sobre el tema, y de hecho López Obrador es quien ha tomado acciones más concretas.
Además de la demanda judicial estableció retenes de vigilancia militar en las cercanías de pasos fronterizos para combatir el tráfico hormiga.
Hasta ahora, sin embargo, poco se ha logrado para resolver el problema. Para muchos estadounidenses la Segunda Enmienda de la Constitución -que les permite poseer y portar armas- es sagrada. La consideran uno de sus derechos fundamentales.
Por eso el enorme poder político de los fabricantes de armas y organizaciones que les representan, como la Asociación Nacional del Rifle.
Difícilmente un candidato presidencial podría ganar las elecciones con ese grupo en contra.
Por eso es difícil que en el corto plazo exista algún avance en la solución del problema, a pesar de la receptividad que, según la Cancillería mexicana, mostró el presidente Biden.
Y es que no la tiene fácil. El demócrata enfrenta una crisis de popularidad en su país en parte por su respuesta a la nueva oleada de migrantes irregulares, y también por el activismo de su antecesor, Donald Trump y el grupo de extremistas que le respaldan.
En el Partido Demócrata no son pocos quienes acarician la posibilidad de pedir a Biden que no busque la reelección, como es el propósito de casi todos los presidentes de Estados Unidos.
Quién sabe si les haga caso. Pero su lista de prioridades es clara: la política interna, afrontar a sus rivales. Recuperar la popularidad que tuvo apenas hace un año, cuando ganó las elecciones.
En tal escenario difícilmente arriesgaría su capital político en abrir un frente de batalla con los poderosos fabricantes de armas.
La preocupación de México puede esperar.
Por lo pronto hubo espacio para un buen encuentro trilateral. La llamada Cumbre de los Amigous fue cordial. “Mucho muy positiva”, la definió el canciller Marcelo Ebrard.
Algo que, por cierto, enfureció a algunos académicos, intelectuales, empresarios, periodistas, políticos y gente de la farándula quienes pronosticaron que el presidente mexicano tendría una mala jornada en la capital estadounidense.
Se quedaron con las ganas. Lástima, Margaritos.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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