Cultura barrial, receta del nuevo gobierno contra el cartel inmobiliario

8 septiembre, 2018

Texto: José Ignacio De Alba. Video: Arturo Contreras Camero

El desarrollo cultural en la Ciudad de México tiene enfrente un iceberg: el desarraigo vecinal causado por el crecimiento de desmedido de proyectos inmobiliarios. Para evitar el choque, el nuevo gobierno buscará subirse a una ola de proyectos culturales ciudadanos y de barrio. La encomienda, dice en entrevista el próximo secretario de cultura, es impulsar la reconciliación de los habitantes con su ciudad

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera usa un elegante bastón, viste con distinción y para referirse a Claudia Sheinbaum dice “la Doctora”. El diputado constituyente de la Ciudad de México, que a partir del 5 de diciembre será secretario de Cultura en la capital del país, usa palabras como “solemnísimo” y “abulia”. Jamás se mancha la boca con groserías. Es traductor jurado de francés, italiano e inglés, y tiene dos premios nacionales de periodismo. Amante de la historia, y sobre todo, de la historia de la Ciudad de México, visualiza una ciudad donde las propuestas culturales provengan de los ciudadanos. Lo que él llama “ciudadanizar el proyecto cultural”.

Nos recibe en su oficina de la Asamblea Legislativa de la capital. La legislatura va de salida, así que el diputado por Morena tiene las maletas en la puerta. Las paredes vacías no dejan rastro de la historia de uno de los funcionarios con más experiencia del gabinete que el 5 de diciembre asumirá el gobierno de la Ciudad de México, en su nuevo estatus de “estado 32”. En esta legislatura propuso cambiar el nombre de la delegación a México Cuauhtemoctitlán como reconocimiento al lugar fundacional del país. En cambio, se opuso a que se impusiera la “ciudad marca” CDMX.

Hoy, el hombre de 64 años parece listo para nuevas batallas, y tiene la idea de recuperar la ciudad que sus antecesores pusieron a la venta.

“La gentrificación hizo que la gente no sólo perdiera su casa, también perdió su hábitat” dice, en una dura crítica al proceso por el cual, los habitantes originarios de una ciudad son desplazados por otra población de mayor nivel adquisitivo.

— ¿La gentrificación ha provocado un retroceso en las actividades culturales de la Ciudad de México?

— Definitivamente sí. La visión gentrificadora busca sustantivamente acabar con el sentimiento de arraigo. O sea, es la posibilidad de cambiar tan sencillamente de un lugar a otro porque todos los lugares son iguales.

El retroceso, aclara, es sobre todo gubernamental porque no se ha garantizado el derecho a la cultura a todos los habitantes de la megalópolis.

— ¿Y qué se puede hacer frente a eso, desde la Secretaría de Cultura?

— Generar cultura comunitaria.

Suárez del Real se dice sorprendido de la “efervescencia” de propuestas culturales ciudadanas que hay en la capital del país. Jura que ha recibido un sinnumero de currículos de colectivos y gente que quiere participar.

— ¿Esta efervescencia surgió porque el gobierno no ha impulsado espacios para la cultura?

— Es el resultado del divorcio, de confrontación entre el gobierno de la ciudad y sus habitantes que se expresa en la gentrificación y en la centro-comercialización desmedida, inexplicable, e irracional.

Suárez del Real enumera propuestas ciudadanas y colectivos, casi todos marginales y con mucha identidad. Pone de ejemplo La Lata, en Iztacalco, con una población de 400 jóvenes que aprenden guitarra clásica, música vernácula, grupos de teatro y cine. Ellos serán el centro del programa cultural de gobierno, dice. “Toda esta efervescencia que está a ras de piso la vamos a visibilizar”.

Nidos chilangos

Una de las partes centrales de su proyecto es la creación de Cesi (Centro Educativo Social de Innovación), que estarán localizados en los 300 lugares más conflictivos de la ciudad. “Ya los tenemos bien identificados”, dice.

Los Cesis están inspirados en los “nidos” bonaerenses, que son pequeños centros barriales (los de Buenos Aires están en trenes) donde se imparten talleres. Suárez del Real define los centros como un “epicentro” cultural. Serán operados desde la Secretaría de Educación Pública y tendrán varios componentes: el educativo, que implica que los asistentes puedan terminar ciclos truncos de primaria, secundaria o preparatoria; el de salud, con talleres de salud preventiva; el económico, que dará apoyos y orientación a pequeñas y medianas empresas; y el cultural.

La apuesta, dice, es que regrese la vida comunitaria a los barrios y acercar a la gente a Vivaldi, Händel o Bach.

En su gestión participarán los tres niveles de gobierno y funcionarán en paralelo con más de mil 200 centros culturales que ya existen en la ciudad que ahora, con el cambio administrativo que tendrá la Ciudad de México, quedarán a cargo de las alcaldías (antes delegaciones).

De los talleres se realizarán mil festivales al año. Y según Suárez del Real, también se consultará qué talleres se impartirán en cada uno de estos centros comunitarios, “lo primero que me van a pedir es zumba y vamos a decir: zumba sí, pero ¿qué más? Porque te quiero decir que te voy a dar zumba, pero también te quiero ubicar cómo surgió la zumba” dice entusiasmado.

Suárez del Real ya se ha aventurado hacer intervenciones culturales en espacios atípicos: En 2003 ocupó un cargo directivo en el metro de la ciudad donde propició “asaltos artísticos” donde se hicieron puestas en escena improvisadas. Así llevó a las estaciones del metro obras del dramaturgo del Siglo de Oro español, Lope de Vega. La campaña itinerante también hizo “asaltos musicales” con Giussepe Verdi, Mozart, música maya y náhuatl.

— ¿Cómo compaginar este proyecto cultural con el desarrollo inmobiliario y el proceso de gentrificación?

— En el tema del desarrollo inmobiliario la Doctora Sheinbum ha sido muy clara, muy explícita: no va haber más megaproyectos. A partir del 5 de diciembre habrá proyectos y programas que tendrán que ser forzosamente consultados con la comunidad. Y habrá un proceso de consulta, para que no digan que estamos parando el desarrollo económico de este lavadero de dinero en que se convirtió la ciudad, porque yo también pregunto: ¿cuántos metros y metros cuadrados de superficies de comercios y oficinas están en renta?

Cartelera única

La propuesta, entonces, es la construcción barrial. Pero Suárez del Real es un enemigo declarado de la política de extinción de dominio impuesta por el ex jefe de gobierno de la ciudad, Marcelo Ebrad (y ahora, futuro canciller del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Entonces se expropiaron inmuebles relacionados con actividades ilícitas para convertirlos en centros culturales.

“Todas las fórmulas que se han creado han fracasado, allí está Tepito y todas sus estructuras elefantíasticas”, dice el diputado. “¿Sabes qué es lo que entendió la gente?: una imposición. Y lo que me impones se va la fregada, como se está yendo con todos los millones de pesos que se invirtieron”.

—¿Y a la clase media, qué le va a ofrecer el gobierno de la Ciudad?

— Uno de los grandes proyectos que queremos hacer, como gobierno digital, es crear una App que te permita conocer en una cartelera única los eventos de la ciudad. Esa la estamos trabajando con el gobierno federal. Y queremos invitar a las casas de la cultura de los estados que también le entren a esto, también las universidad públicas y privadas tienen una cantidad impresionante de actividades culturales que no salen más allá de los espacios que le son naturales.

El diputado insiste en que hay actividades culturales, pero tienen una mala difusión. “A mí me da grima ver teatros con un aforo que la taquilla no te da para pagar a los actores”, dice.

También hay una gran cantidad de obras de arte embodegadas en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que se hicieron como forma de pago por especie y que hay que recuperar como oferta cultural. La ventaja, dice, es que ahora habrá una relación fluida con el gobierno federal. “Tenemos para llenar cuatro veces Los Pinos (…) Con la cantidad de cosas que estos han recibido, tenemos para hacer la competencia al Museo Jumex, a Slim… a todos”.

Ciudadanizar los espacios no es lo mismo que privatizarlos. Y Suárez del Real tiene entre ceja y ceja las concesiones de espacios públicos a empresas privadas.

“¿Por qué le das (la concesión de la librería de la I Sección de Chapultepec) a Porrúa si el sistema de librerías públicas del país lo tiene Educal y le estás quitando clientela a las librerías Educal que tienen el museo de Antropología, el Museo de Arte Moderno, el Castillo de Chapultepec y el Museo del Caracol?”, cuestiona. “¿Y el Starbucks (que está enfrente de la librería Porrúa) en qué nos beneficia?”

O el restaurante junto al Museo Rufino Tamayo. “Yo no veo que el Tamayo tenga una actividad cultural incesante, o que digas tú: guau, sí lo necesita porque le está dando entradas”.

Esas concesiones, dice, tendrán que ser revisadas. “Y si el Tamayo no se ponen las pilas, a mí me gusta mucho el espacio y para mí sería un honor (ocuparlo con actividades culturales). Tamayo me lo va a agradecer”.


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“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: https://piedepagina.mx«.

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).