24 marzo, 2021
Mientras la deserción estudiantil crece por la pandemia, una maestra decidió dar clases en los cruceros a niños sin internet ni un televisor para aprender en casa. Casi un año después, a su estrategia se han sumado decenas de voluntarios. Lo grave, destaca la docente, es que cada día encuentran a más estudiantes en estas condiciones de precariedad
Texto y fotos: Alejandro Ruiz
QUERÉTARO.- El ruido de la retroexcavadora rompiendo el asfalto ensordece a los cláxones y motores que circulan por la calle. La tierra levantada por el viento llena los parabrisas de polvo, mientras camiones y autos avanzan lentamente por la avenida Cimatario hacia el cruce con la carretera 57. El semáforo está en rojo.
Mientras el tiempo discurre entre el minuto y medio que tarda en llegar el “siga”, Rocío y su familia, quienes desde hace más de 7 años migraron de Santiago Mexquititlán hacia la capital queretana, avanzan precavidos entre los automóviles. Ofrecen mazapanes y bolsas de basura a los conductores, mientras que en el camellón que delimita la vuelta continua. Sus hijos aguardan pacientes a que su mamá termine la venta del día.
“Primero nos venimos mi esposo y yo”, dice la mamá de 29 años de edad, “nos vinimos a buscar trabajo y a vender cosas aquí en el crucero. Dejábamos a los niños con mi mamá en el pueblo, es hasta hace un año y medio que decidimos traerlos aquí con nosotros”.
Antes de la pandemia, Rocío llevaba a sus hijos a una de las primarias del DIF ubicadas en el Centro Histórico de la capital queretana, lo cual le permitía poder realizar su trabajo como vendedora ambulante sin exponerlos a los riesgos que implica estar en las calles.
Tras el confinamiento, para miles de familias, como la de Rocío que carece de acceso a internet o a la televisión, la educación de sus hijos pende de un hilo.
“Para poder sacar algo para comer tenemos que estar aquí en el crucero de 6 a 7 horas, y no puedo dejar a mis hijos solos todo ese momento. Me los traigo aquí. Yo quiero que ellos continúen estudiando para que no estén en una situación como nosotros, pero no tenemos internet ni televisión, y en la escuela sólo los reciben dos días a la semana. Tengo miedo de que se rezaguen o quieran dejar de estudiar”.
Rocío, comerciante.
Al crucero donde trabaja Rocío con sus hijos, llegó la maestra Jemima Peláez, para enseñarles lo que antes aprendían en el aula.
Jemima Peláez es maestra de educación especial en el municipio de Jalpan de Serra, y aunque su labor se ha visto afectada por la pandemia ella sigue dando clases frente a un grupo de 30 niñas y niños en la comunidad.
“Tras la suspensión de las clases presenciales me tuve que regresar aquí a la ciudad, y voy una vez al mes para Jalpan para atender a mis niños, yo me esfuerzo para que ellos no se rezaguen” puntualiza.
Día con día, cuando Jemima salía a correr por su colonia, se percató de que las y los niños que trabajaban en los semáforos habían incrementado y se preocupó por su continuidad educativa.
“Yo me pregunté ¿cómo le están haciendo estos niños con las escuelas cerradas? Y la verdad es que como maestro tu vocación es enseñar, y al ver a tantos niños en esta situación no podía quedarme quieta”, relata. “Decidí salir con algunos materiales didácticos y hablando con las mamás de los niños les propuse darles clase ahí en el semáforo, apoyarles con sus tareas y darle seguimiento a los contenidos de la SEP, y es así como nace En el Semáforo se aprende.”
La iniciativa de Jemima inició en un semáforo a un costado de la carretera federal No.57, y ahí comenzó a atender a un grupo de 5 niñas y niños que acompañaban a sus padres en la venta del día, poco a poco la iniciativa fue expandiéndose en diversos cruceros de la ciudad, hasta cubrir 28 puntos de la zona metropolitana.
“El proyecto comenzó a llamar la atención de mucha gente, muchos medios de comunicación se acercaron para entrevistarnos y aplaudir la iniciativa, yo estoy muy agradecida por eso, pues poco a poco una red de voluntarios se fueron sumando, nutriólogas, biólogos, gente profesionista que vio las mismas necesidades que yo vi cuando en noviembre comenzamos a dar clases” señala.
A la par que una red de voluntarios se fue sumando al proyecto que abandera la maestra Jemima, donaciones de gente y empresas fueron llegando para que pudiera haber una continuidad en la iniciativa. Asimismo, las autoridades de la Unidad de Servicios para la Educación Básica en el Estado de Querétaro (USEBEQ) se acercaron a la maestra para dotar de clave escolar a su proyecto y que pudiera certificar de grado a sus alumnos.
Para Jemima esto representó un avance, pues varias personas la fueron contactando a través de su página de Facebook para que la iniciativa pudiera implementarse en otras comunidades de la entidad.
“Actualmente tenemos tres centros educativos en Santiago Mexquititlán, Vizarrón y La Griega. Asimismo sumamos 76 voluntarios quienes a diario trabajamos con los grupos que ya se abrieron. Estoy muy contenta, pero a la vez muy preocupada, pues la necesidad de este proyecto refleja una problemática social: cada vez hay más niños en situación de calle o trabajando en los semáforos”.
Para la docente de educación especial, lejos de felicitar la iniciativa de su asociación, lo que en verdad preocupa a quienes integran En El Semáforo Se Aprende es la realidad educativa que atraviesan miles de niñas y niños en el estado, pues la pandemia ha acrecentado la migración de las comunidades campesinas hacia las ciudades, lo que ha orillado a que cad vez existan más familias habitando y trabajando en los cruces peatonales del estado.
“Estamos abiertos a que recibamos más voluntarios y donaciones, pero creo que la tarea que tenemos es combatir las condiciones estructurales que orillan a alguien a desplazarse, a estar tomando clases en un semáforo, a trabajar cuando deberían de estar estudiando, es algo que me entristece mucho”, agrega.
Durante los primeros meses del 2021 la iniciativa de la maestra Jemima se vio pausada por la contingencia sanitaria, pues al estar la entidad en semáforo rojo el equipo de En el Semáforo se aprende decidió pausar actividades para evitar contagios entre las y los niños y el equipo de voluntarios.
“Ahorita que regresamos contabilizamos a 110 niños que están recibiendo atención, y pues ha incrementado, lo cual refleja que cada vez hay más gente que se enfrenta a estas condiciones”, relata.
“Nosotros vamos a seguir hasta donde podamos, ya estamos por obtener la acreditación por parte de Conafe. Y cada vez nos llegan más donaciones y avisos de gente que quiere que repliquemos la iniciativa en sus comunidades, nos da gusto eso, que nos solidarizemos y avanzemos. Lo que me preocupa, recalco, es que esto sea una necesidad.”
Como Jemima, cientos de maestros en la entidad han innovado en su labor con estrategias que permitan hacerle frente al rezago y deserción escolar en las poblaciones más vulnerables. Sin embargo, el acceso desigual a la educación sigue siendo un tema pendiente en todo el país que la pandemia sólo puso en relieve.
De acuerdo con el informe La política social en el contexto de la pandemia por el virus SARS-CoV2 (covid-19) en México, publicado por el Coneval en mayo del 2020, el sistema Aprende en Casa profundiza la brecha en el acceso a la educación para los 20.8 millones de hogares que carecen de conectividad a internet, lo cual representa el 59.7% de la población en el país.
Además, al trasladar gran parte del proceso de enseñanza hacia el núcleo familiar -y al no contemplar factores como la ocupación, disponibilidad de tiempo, o el grado de escolaridad de los padres o tutores- no hay una garantía de que el aprendizaje en el nivel de educación básica sea significativo para las nuevas generaciones que se encuentran dentro del sistema de educación pública.
“A nosotros se nos dificulta ayudarle a nuestros hijos con sus tareas” señala Rocío “y aunque en la escuela a la que asisten les dan una guía mensual para que la llenen, la dejaban incompleta o mal hecha ya que hay cosas que nosotros no conocemos, o no tenemos el tiempo de ayudarle a nuestros hijos.”
De acuerdo con Estela Hernández, doctora en pedagogía y docente frente a grupo en la comunidad de Santiago Mexquititlán, la pandemia por covid-19 ha propiciado que se acreciente el rezago educativo en las comunidades indígenas de la entidad, pues al no contemplar las particularidades socioeconómicas y lingüísticas en la implementación de modelos educativos homogéneos se está excluyendo del acceso a la educación a miles de niñas y niños.
“Creo que hay que generar nuevos indicadores”, señala, “pues no podemos explicar las consecuencias de esta pandemia en la educación solo con la deserción escolar, hay un rezago mayor al 90%, y eso no se refleja en que un niño deje de ir a la escuela, pues con el lastre que venimos arrastrando de la reforma educativa peñista algunos profesores pasan de grado a los alumnos sin medir realmente el aprendizaje que los niños están teniendo en la escuela”.
“Entonces tenemos a niños”, continúa, “que ya en cuarto o quinto de primaria no saben leer, escribir o sumar. Por ejemplo una de las cartillas que diseñó la USEBEQ contemplaba aspectos de trigonometría avanzada, cuando los niños apenas y saben sumar, es realmente preocupante”.
Aunque la USEBEQ declaró que aún no se tienen registros de la deserción escolar durante el ciclo 2019-2020, de acuerdo con información presentada por esta dependencia, en esta entidad, al término del ciclo escolar 2018-2019, se registró un índice de deserción escolar del -0.2% en educación primaria, 4.6% en educación secundaria y de 11.3% en nivel medio superior.
Aunado a esto, durante el segundo semestre del 2020 la Secretaría de Educación Pública (SEP) estimó que durante esta pandemia ha habido una deserción escolar en el nivel básico del 10%, lo que se traduce en dos millones 525 mil 330 alumnos de preescolar, primaria y secundaria en todo el país.
También, de acuerdo con la Encuesta para la medición del impacto covid-19 en la educación (ECOVID-ED) 2020, a nivel nacional, 5.2 millones de personas, de 3 a 29 años de edad, no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 a causa de la pandemia o por falta de dinero.
“Esto es un problema gravísimo”, puntualizó Estela Hernández “pues estamos viendo que muchos niños dejan la escuela al no comprender los contenidos que se están viendo en las clases y prefieren irse a trabajar a las fábricas o a la ciudad”.
“Además”, agrega, “las autoridades educativas estatales y federales no han implementado alternativas reales para atender este problema ni en la ciudad ni en las comunidades indígenas, pues cuando algún profesor muestra iniciativa para atender a sus grupos, se les penaliza o despide injustificadamente, no hay un diálogo.”
De acuerdo con información solicitada a la USEBEQ, en Querétaro se están implementando diversas estrategias que refuerzan los contenidos de “Aprende en Casa”, las cuales hacen uso de las nuevas tecnologías y medios de comunicación, así como la elaboración de cartillas de trabajo que se hacen llegar a las comunidades a través de las estructuras administrativas de los municipios y las autoridades escolares.
Asimismo, aseguran, se han destinado estrategias de acompañamiento para las y los estudiantes en situación de vulnerabilidad como visitas domiciliarias, ajustes curriculares en los contenidos educativos dando primacía a los aprendizajes clave y priorizando a la evaluación del alumno como un elemento formativo.
Sin embargo, y pese a los esfuerzos institucionales y de colectivos pedagógicos independientes por atender la educación en tiempos de pandemia, diversas organizaciones y asociaciones de profesoras y profesores han optado por otras alternativas para atender a las y los alumnos en población vulnerable.
Periodista independiente radicado en la ciudad de Querétaro. Creo en las historias que permiten abrir espacios de reflexión, discusión y construcción colectiva, con la convicción de que otros mundos son posibles si los construimos desde abajo.
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