Personas privadas de su libertad en prisiones de Chilpancingo y Acapulco relatan que casi la población total de ambos centros ya enfermó de la covid-19. En Acapulco calculan alrededor de 20 muertos
Texto: Marlén Castro
Fotografía: José Luis de la Cruz
CHILPANCINGO.- “Yo estuve enfermó de coronavirus pero gracias a Dios ya salí”, cuenta Sergio, un interno del penal de Acapulco.
“Pero no todos tuvieron la mala suerte, ya murieron aquí dentro como unos 20. Cayeron enfermos y a sus familias sólo les entregaron sus cenizas”.
A mediados de mayo, cuenta Sergio, empezaron los primeros contagios en el penal de Acapulco.
Él estuvo mal como tres semanas. “Me dolía el cuerpo, tenía tos fuerte y dificultades para respirar, se me fue el olfato y la comida no me sabía a nada”.
Dice que cuando empezaron los primeros contagios, a todos los internos los hicieron traer cubrebocas, pero no sirvió de nada.
Asegura que prácticamente a todos los internos del penal de Acapulco ya les dio esa enfermedad.
Los centros penitenciarios administrados por las entidades federativas, de acuerdo con el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistemas Penitenciarios Estatales, del INEGI, alojan más gente de la que pueden acoger.
El Cereso de Acapulco es uno de los penales del país que registran mayor sobrepoblación. La tasa de sobrepoblación de los penales de Guerrero, de acuerdo con el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) es de 142 por ciento. Este penal tiene 2, 100 presos.
“Al principio, subíamos por grupos para ser atendidos en la enfermería, pero después nos pidieron permanecer en nuestras celdas, bajaban a checarnos la temperatura y a darnos el medicamento”.
Asegura que a los internos mayores los separaron del resto de la población, pero se enteraban cuando fallecía alguno.
Una fuente oficial del gobierno estatal que se consultó sobre el caso de los fallecimientos por coronavirus en Acapulco negó la existencia de muertos en este penal.
Pie de foto 1: Visitas rutinarias de familiares a los internos del penal de Chilpancingo.
La noche del 31 de mayo, Salvador, un interno del penal de Chilpancingo, se durmió con un leve dolor de cabeza. Cuenta, mediante mensajes de teléfono, que sintió mucho miedo, porque ya había varios enfermos de coronavirus.
“Al día siguiente, tuve dolor de cabeza intenso, me dio temperatura, tenía escalofríos con un sudor pegajoso”.
Salvador asegura que en el penal de Chilpancingo, cerca del 80 por ciento de la población ya cayó enferma de coronavirus. Este Cereso tiene una población de 960 reos.
El 1 de junio, como a las diez de la mañana, Salvador solicitó atención médica.
“Me formé para que me atendieran desde temprano, no era el único con esos síntomas, estábamos ahí varios pidiendo que nos dieran medicinas para ya no sentir ese dolor, pero a los hombres no nos pasaban sólo a las mujeres así que protestamos porque también merecemos atención”.
Les dijeron que se enfermaron de dengue no de coronavirus. Pero él asegura que el brote que tuvieron ahí fue de coronavirus, porque todos presentaron dificultad para respirar.
De los internos del penal no ha muerto nadie, de acuerdo con la información de Salvador, pero hace tres semanas falleció un custodio justo cuando estaba en servicio.
Al guardia, un hombre ya grande, le dio un infarto. Se desplomó y se murió ahí mismo, cuenta Salvador cuyo verdadero nombre, al igual que el de Sergio, son confidenciales.
Dice que los internos vieron al custodio con los mismos síntomas que ya tenían varios de ellos, tos seca y gripa.
Leticia tiene un hijo preso en el penal de Acapulco a quien no ve desde abril, cuando la Dirección General de los ceresos decidió suspender las visitas de los familiares para prevenir los contagios al interior del penal.
“Nosotros no podemos visitarlos y estuvo bien para evitar contagios pero esa medida no tuvo ningún caso porque el personal que ahí trabaja cubre turnos, unos salen y otros entran. Así que el riesgo fue igual”, cuenta Lety quien no sabe cómo está su hijo de salud, porque él tampoco tiene forma de comunicarse con ella.
Su hijo necesita dinero para hacer una llamada y no cuenta con recursos para ir a dejarle, porque por el coronavirus dejó de tener ingresos. Lety hace comida y cose ropa, actividades que suspendió para disminuir el contacto con otras personas para no contraer la enfermedad. Han estado sin saber cómo están ambos de salud.
El gobierno estatal de Guerrero no dio a conocer acerca de la implementación de algún protocolo especial para la atención de la Covid-19 en las cárceles.
A nivel federal, el gobierno estableció un protocolo de actuación para la atención de la Covid-19 al interior de centros federales de reinserción social, que se hizo público en el mes de marzo. En territorio guerrerense no existe ninguna cárcel de tipo federal.
De acuerdo con este protocolo, se contempló la posibilidad de evitar o restringir, en su caso, las visitas familiares y definitivamente evitar la presencia de menores, personas de la tercera edad y aquellas tengan alguna enfermedad degenerativa.
Se propuso estrechar la vigilancia para detectar inmediatamente cualquier caso de enfermedad respiratoria y prever un área de aislamiento para los posibles casos de la Covid-19.
De acuerdo con la información del gobierno federal, hasta el 13 de junio, tenían registrados 52 fallecimientos por coronavirus en los penales federales y estatales del país.
Se precisó que en los 281 penales estatales del país había 43 fallecimientos registrados en el Estado de México, Puebla, Jalisco, Chihuahua y Baja California. Guerrero no figuró en este reporte.
Los otros nueve fallecimientos se registraron en los penales federales. De este tipo hay 17 en todo el país, con una población de 17,000 reclusos, de acuerdo con el protocolo de actuación sobre el tratamiento de la Covid-19 en los ceferesos.
Esta publicación fue realizada por AMAPOLA PERIODISMO, que forma parte de la lianza de Medios. La retomamos con su autorización. Aquí puedes ver la versión original.
Es originaria del estado de Guerrero, en donde ha sido reportera durante 26 años, cubre principalmente temas de derechos humanos relacionados con los efectos sociales, ambientales y de salud en las comunidades, a causa de los proyectos extractivistas. Actualmente es coordinadora general del medio digital Amapola. Periodismo transgresor.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona