25 julio, 2020
El presidente López Obrador supervisa este fin de semana las obras del Corredor Interocéanico que busca detonar el desarrollo industrial en 79 municipios Oaxaca y Veracruz, y ser un puente de traslado de hidrocarburos, entre otros. Pie de Página entrevistó al director de la Unidad de Desarrollo Regional, quien admite que el proyecto incluye la modernización del tren, dos puertos y dos aeropuertos, para «jalar» la sobrecarga que tiene el canal de Panamá
Texto: Daniela Pastrana y Daliri Oropeza
Fotos: Especial
La propuesta causa alarma en muchas comunidades del Istmo, sobre todo en la parte de Oaxaca, donde han tenido una experiencia terrible con las empresas eólicas y ven como una amenaza un proyecto de desarrollo industrial en una región mayoritariamente indígena. Para otros, es la concreción de una vieja idea neoliberal: el Plan Puebla Panamá, en su versión mejorada.
El titular de la Unidad de Desarrollo Regional del Corredor Interoceánico, Héctor Ramírez Reyes, dice, de entrada: Este es un proyecto de desarrollo industrial que busca resarcir el desequilibrio entre regiones.
El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec es el organismo público descentralizado creado por decreto en marzo del 2020. Su objetivo es realizar un ambicioso proyecto que incluye 10 parques industriales, la rehabilitación de un tren, dos puertos y dos aeropuertos, así como desarrollos urbanos en los 10 “polos de desarrollo” que impactarán en 79 municipios, 33 de Veracruz y 46 de Oaxaca..
“No se busca un proceso de desarrollo como el que hemos visto, pues se crean desequilibrios entre regiones, entre sectores productivos y entre grupos sociales. Sino un modelo de desarrollo, digamos, con una orientación más hacia lo humano, que nos permita equilibrar, resarcir desequilibrio”, insiste, en una entrevista realizada por videoconferencia.
Luego enlista los rezagos de una región con indicadores de desarrollo por debajo de la media nacional y una alta población indígena. La apuesta, dice, es provocar el desarrollo y reducir el abandono de las últimas cuatro décadas.
El Istmo es parte del corredor biológico mesoamericano. En esta zona se encuentran Los Chimalapas, 600 hectáreas que son un conjunto de ecosistemas único en el mundo, donde se encuentra el 40 por ciento de la biodiversidad.
Tiene bosque de coníferas y encinos, bosque espinoso, mesófilo, selva baja caducifolia, selva alta perennifolia, selva mediana subcaducifolia. Es donde existe la mayor concentración de orquídeas de México y también es la zona con más agua del país por la cantidad de ríos, arroyos y manantiales.
Para muchos, instalar un corredor industrial en esta zona significa una depredación ambiental.
El funcionario insiste en que se trata de un proyecto con una orientación social y humana. Aunque el proyecto, admite, es un desarrollo “orientado por una fuerte actividad industrial”.
Lo primero que hay que hacer es modernizar la infraestructura, dice el funcionario: «Como no hubo inversión hacia la región por mucho tiempo, décadas, no hubo mantenimiento para carreteras, no hay una red de gas natural para propiciar el proceso de industrialización, la red de fibra óptica, por ejemplo, es muy mala, la comunicación digital es malísima. El propio ferrocarril estaba muy deteriorado, los puertos inhabilitados para recibir volúmenes de cargas fuertes. Entonces, la primera idea es restablecer y modernizar toda la infraestructura física y complementarla en aquellas áreas donde no existe o es muy débil”
—Esta es de las cosas que provocan suspicacias ¿Qué están pensando para evitar que esa industrialización y la carga humana que implica no termine imponiéndose sobre la vida de los pueblos?
—Tenemos ya mucho tiempo trabajando a nivel comunitario, en comunidades indígenas, cúpulas empresariales locales, alianzas de productores agrícolas, ganaderas, con autoridades municipales, ejidales, comunales. O sea, hemos tenido una estrategia de penetración. Y hemos aprendido qué tipo de desarrollo no quieren en la región: No quieren el desarrollo que margina, que no incluye a la población y se centra en los beneficios empresariales. No quieren tampoco un tipo de desarrollo que deprede los recursos naturales. Son muy celosos en ese aspecto y tampoco que se vaya sobre aspectos culturales. Quieren un tipo de desarrollo respetuoso de las formas locales de vida, de la cultura local, y que no llegue solamente a buscar mano de obra barata, ni a explotar los recursos.
Con esa base se está buscando un tipo de desarrollo que evite estas cosas. Pero difícilmente podemos lograr los cambios estructurales deseados si no hay un proceso de desarrollo local. La experiencia histórica, en el país y en el mundo, es que la base del progreso material es la industria.
—¿Qué tipo de industria?
—No cualquier tipo de industria. Hay muchos empresarios que comparten los objetivos sociales que tiene el programa y están dispuestos a colaborar. Es el tipo de empresas que nos interesan. Quizá haya empresas muy potentes, que operan sobre una escala global y estrategias corporativas, pero es difícil vincularlas a objetivos sociales. Quizá preferiríamos una empresa nacional con más conciencia y compromiso hacia el desarrollo social del país.
Entonces, digamos que un primer segmento son empresas que sean detonadoras. Se les llama “empresas motoras” porque ayudan a jalar el siguiente segmento, que son micro y medianas empresas. De esas hay muchas en el Istmo de Tehuantepec, pero están poco diversificadas, tienen muy poca capacidad de generar empleo, productividad muy baja, y necesitamos jalarlas y vincularlas a grandes empresas que traen prácticas y procedimientos operativos distintos. Este segundo segmento de empresas, las mipymes, es muy importante porque es la base de la productividad local y del empleo local, y es lo que sostiene la estructura productiva de la región.
—Puede haber empresas socialmente responsables con un tipo de actividades muy agresivas para el entorno. El caso de la minería es claro…
—Tenemos una guía que le llamamos de vocación productiva. Es decir, ¿qué tipo de empresas son las que convienen atraer al Istmo y que tienen mayores probabilidades de éxito? Y tenemos una selección de 31 ramas industriales que tienen muchas probabilidades de ser exitosas en la región.
Por ejemplo, en el norte, por toda la vocación productora orientada a los hidrocarburos, están todos los complejos petroquímicos, la refinería, terminales de almacenamiento, transporte y distribución, todo lo que la industria química y petroquímica tiene, conglomerados muy importantes, que ahorita están decaídos por la baja del petróleo, pero están muy localizados en la zona de Coatzacoalcos-Minatitlán.
Un poco hacia abajo, la actividad predominante es la ganadería. Es una potencia ganadera. La mayor cantidad de becerros que produce el país sale de esta región. Entonces, se buscaría fortalecer la capacidad de agregarle valor a esta producción de ganado por medio de procesadoras de cortes especiales de carne. Por trabas institucionales ellos no pueden exportar, pero superando eso tendrían la capacidad de transformar productos procedentes de la ganadería y agricultura, y exportarlos por medio de lo que será el Corredor Interoceánico hacia Europa, Norteamérica o Asia.
También hay una gran vocación para todo lo que es la producción de transporte de equipo pesado. El grupo Dina ya ha tomado una decisión de que le va entrar ahí y nosotros ya sabemos que la producción de transporte pesado tiene muchas probabilidades ahí. Manufacturas diversas también.
Desde la visión de Ramírez Reyes, la vocación de la región está «muy definida»: «toda la función logística, el movimiento y el almacenamiento de mercancías».
Explica: «Uno de los polos de desarrollo, que es una estrategia base del desarrollo local, va a ser dedicado precisamente al almacenamiento, transporte y distribución de mercancías. Y ese valor se queda convertido en salarios, mejores condiciones de vida, mejores escuelas, digamos que todo eso pues contribuye al desarrollo. Ese es el tipo de procesos que se buscan propiciar».
—Cuando habla de manufacturas ¿incluye, por ejemplo, empresas locales o textiles familiares?
—Hay una gran tradición artesanal en la región, en especial en Oaxaca, de bordados finísimos. Eso es una actividad que genera un ingreso importante, pero se está analizando la posibilidad de maquilar o producir textiles ¿Cuál es la ventaja de una maquila de textiles? Que requiere mano de obra de poca especialización, se capacita a personas, señoras de regiones, que no es la mejor opción, pero es una opción importante con la que se pudiera empezar.
Hay zonas económicas en varios países que viven solamente de hacer ropa interior de hombres que ya están destinados a los mercados de Estados Unidos y Canadá. Una especialización que ya está vinculada a mercados. Así han empezado algunas zonas económicas muy exitosas. En China hay ejemplos de zonas económicas que empezaron con textiles, cosiendo ropa con la base de patrones de diseño y ahorita ya están en alta tecnología, después de 30 años. Pero es un proceso que implica educar a la gente, hacer la mano de obra especializada. Una ruta que se pudiera seguir. No necesariamente la maquila es mala, digamos que es mala cuando es la única vía …
En esta parte del proyecto, es clave el ferrocarril del Istmo que ya se construye y que uniría los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos y permitiría llevar mercancías de la producción local a muchas partes del país: «En un punto que se llama Medias Aguas se bifurca, y una parte se va hacia la parte centro del país y la otra hacia la Península de Yucatán. Las productoras pueden tener acceso a los mercados regionales y locales potentes, nada menos que la Ciudad de México, la zona metropolitana, la zona norte del país, el Bajío. Y hacia el sureste por donde está todo el conglomerado turístico de Cancún que tiene una gran demanda de alimentos que ahorita se traen del centro y norte del país».
—¿Ya tienen la manifestación de impacto ambiental? ¿Qué dice de la urbanización? ¿Tienen diseñados controles para las empresas?
—Hay varias herramientas de planeación que tenemos en desarrollo. Por un lado, una estrategia de ordenamiento del territorio, porque si no cada quien se pone donde quiere, y simplemente se hace un revoltijo ahí donde están las fábricas junto a las escuelas. Hemos visto este tipo de desarrollos, así casi por impulso eléctrico, sin regulación, por ejemplo, en la zona turística de Cancún. Eso crea muchos desequilibrios, y se depredan los recursos naturales.
Estamos haciendo, en coordinación con la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Urbano y Territorial), un programa de ordenamiento territorial para definir qué áreas van a estar reservadas para el crecimiento, cuáles para centros habitacionales, porque va a llegar más gente y van a requerirse más escuelas, mejores viviendas. Entonces, la idea es tener un plan ordenador.
—¿Cuándo tendrán ese plan?
—A fines de este año o a principios del siguiente. Ya está en proceso de contratación, nos van a ayudar algunas instituciones internacionales.
El otro es tema pendiente es el ordenamiento ecológico. Aunque Ramírez Reyes asegura que «a nivel de legislación nacional, el aspecto mejor resguardado es el ambiental» y que hay normas muy estrictas que deben cumplirse. Por el momento, dice, ya existe la aprobación de la Manifestación de Impacto Ambiental para el ferrocarril, y cuando empiecen a realizarse los 10 polos de desarrollo proyectados tendrán que hacerse manifestaciones para cada uno, de acuerdo a la normatividad que regula Semarnat. «Si no hay eso, no hay posibilidad de que empiecen una obra».
En el caso del ferrocarril, Semarnat condicionó la aprobación a varias acciones:
—Por ejemplo, nos piden que haya pasos de fauna. Se ha detectado que hay jaguares en la zona, entonces un paso por debajo de la vía los va atropellar y va a matar a los jaguares, el ferrocarril no se detiene. Entonces, hay que hacer un estudio, esa es la condición que nos pusieron, para detectar cuáles son los pasos de los jaguares que cruzan la vía, y en esos pasos se tiene que hacer un puente elevado, un camino que tiene que parecer natural por el cual van a pasar los jaguares. Y tiene que haber varios.
Como eso, hay una lista de cosas que tenemos que cubrir, antes, otras después o durante la obra. Cada empresa que se establezca dentro de un polo de desarrollo, tiene que obtener también su Manifestación de Impacto Ambiental.
Entonces la parte ambiental, digamos, que está resguardada con la normatividad para todo. Pero en la parte social no, tenemos que poner mucho empeño en que las empresas se sujeten en la filosofía social que tiene este programa de desarrollo de que estamos impulsando. Poner reglas, desde el principio.
—¿Cuándo van a hacer públicas las MIAs? ¿Ya hay alguna?
—Si, entiendo que es un documento público. Es un oficio de Semarnat, donde te acepta con ciertas condicionantes
El el caso de los polos de desarrollo, el funcionario reconoce que son espacios que serán urbanizados:
«Tiene que haber conexión eléctrica, agua, gas, conectividad digital, todo para que las empresas lo encuentren atractivo para venir a establecerse», dice.
Y, como en cualquier obra de que implique afectación a comunidades indígenas, «tiene que haber una consulta indígena».
—La ONU dijo que era importante emitir medidas cautelares porque no se había consultado a los pueblos. ¿Ustedes estarían dispuestos a volver a hacer una consulta?
—Naciones Unidas estuvo con nosotros en el proceso de la consulta indígena. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo nos acompañó, hizo un vídeo, le pareció una experiencia innovadora. En las siete mesas también estuvo la Comisión Nacional de Derechos Humanos, funcionarios de Gobernación. Ellos fueron los garantes de la limpieza del proceso. Nos acusan mucho de que fue un proceso improvisado, pero nos llevó cuatro meses de planeación y después de eso seguimos trabajando.
Nosotros lo vemos como un proceso: hicimos siete asambleas comunitarias, en distintos lugares del Istmo, con el apoyo de traductores del INALI (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas). Se hizo con una convocatoria abierta, firmada por Gobernación, INPI y Rafael Marín (titular del proyecto) del Corredor Interoceánico. Y asistió el que quiso asistir. Hubo sesiones que duraron 10, 11 horas; se le dio el micrófono a quien quiso, se les expuso el Programa de Desarrollo. Todo se filmó. Se hicieron actas, listas de asistencia, con todo el rigor de la Organización Internacional del trabajo. Y el resultado fue que la población quiere el desarrollo.
Ciertamente hay un grupo de opositores, que a veces se oponen a lo que sea, pero la percepción que tenemos, y está por escrito, es que la población en general quiere que las cosas mejoren.
Para la etapa que viene será necesario hacer tres consultas indígenas, explica Ramírez Reyes, porque los polos de desarrollo tocan a tres comunidades. «Lo único que estamos esperando es que nos den permiso ya las autoridades sanitarias para hacer reuniones grandes. Ya les estaremos avisando de esto, porque si me gustaría que vean el proceso», dice.
Para leer más sobre consultas:
—En la zona hay 13 pueblos indígenas. Y la gente nos dice que toda la entrada de megaproyectos ha desgarrado, ha devastado el tejido social, ¿Cuál es la estrategia para que este desgarramiento no ocurra?
—Mira, cuando el presidente Andrés Manuel anunció este programa el 23 de diciembre de 2018, nos puso dos condiciones: primero, no se vale un desarrollo que deprede los recursos naturales; el capital natural no sólo tiene que ser conservado sino incluso aumentado. Y el otro: tiene que haber una consulta a los pueblos indígenas. Nos lo dijo: si los pueblos indígenas dicen, en la consulta que no quieren desarrollo, no va haber desarrollo en el Istmo.
«Ha habido cosas que no se han hecho bien, lo de las eólicas nos ha generado muchos problemas sociales porque las cosas no se hicieron de la mejor manera. Estamos procurando evitar cosas que vimos que no fueron bien hechas y hacerlo mejor».
—¿Cómo qué? ¿Cuál sería una cosa diferente al pasado?
—Tratamos, primero, de llevar la información así, en asambleas comunitarias, con los ejidos. Un medio de comunicación importante fue la propia consulta: 5 mil representantes de comunidades indígenas se enteraron del programa. Obviamente nos falta, no hemos tenido recursos para la parte de comunicación, pero tenemos un programa ya aprobado. De cualquier manera, nos falta todavía, son dos millones y medio de personas las que viven en esta región, de 79 municipios, hay que intensificar el esfuerzo por comunicar, acercarnos más con la población, aunque creo que siempre nos va faltar población por acercarle información.
«Hemos aprendido que para las comunidades, la única manera de hablar de desarrollo que tenga sentido, es lo concreto: la escuela que se les cayó, la clínica que no tiene doctores o no tiene medicamentos, el camino que se les aniega cuando llueve. Ese es el desarrollo para ellos. Si no atendemos ese frente de necesidades urgentes, tiene poco sentido irles hablar de desarrollo», dice Ramírez Reyes.
Luego insiste: «Hay una gran necesidad de la población local de que se le escuche. Nos lo dijeron: ‘es la primera vez que vemos un número grande de funcionarios federales que nos visitan’. Y seguramente tuvimos errores, pero tratamos de hacerlo de la mejor manera posible».
—Mencionaba que el proyecto tiene objetivos comunitarios ¿Cuáles son?
—El objetivo fundamental es la mejora generalizada del nivel de vida de la población, y principalmente la población de mayor nivel de marginación. Ahí ya no pueden esperar, es necesario actuar rápidamente. Lo estamos coordinando para atender necesidades urgentes. De manera muy importante CFE ha estado muy dispuesta a poner una subestación que hacía falta. Ni siquiera necesitaba una inversión fuerte, sino con una visita y componer un alambre, Yo no sé de estas cosas, pero se atendió rápidamente. Y CFE, y todas las dependencias Conagua y SCT han estado dispuestas a colaborar.
—¿Qué propuestas de las propias comunidades están retomando para el proyecto?
—Tenemos en desarrollo un Programa para el Fortalecimiento del Turismo Comunitario. Hay riquezas culturales, naturales, ambientales, hay un bagaje histórico muy importante, pero no está estructurado para desarrollar una oferta turística importante. Entonces con Turismo (federal, de Oaxaca y Veracruz) estamos armando un programa para que sea una actividad generadora de ingresos para la población. Nuestro mercado es todo aquel turismo que busca más que irse a tirar al sol, sino que busca experiencias de vida, y hay mucho turismo europeo que anda tras esto. Ahí está el potencial, pero se necesita capacitar a la gente, se necesita infraestructura, servicios. Este programa tiene que servir para desarrollar rutas turísticas de interés histórico, de interés por temas naturales. por la cuestión de las telas que son famosas ahí, o la parte arqueológica también, una Ruta Olmeca que queremos construir.
Son actividades que refuerzan el espíritu comunitario, insiste, una y otra vez. La “cuestión comunitaria es un activo que hay que preservar”.
Otro frente, son los proyectos productivos: «Una de las mayores demandas durante la consulta fue que se les apoye para proyectos colectivos diversos, textiles; tienen muchas iniciativas. En la parte artesanal. Hay formas de apoyarles, mejorando la tecnología que usan, los recursos de que disponen, la parte de bordados, que es riquísima, tenga acceso al mercado, que se convierta en una fuente de ingresos para las comunidades, pero a ese nivel, que no haya intermediarios, sino que el valor que se genera vaya directo a las comunidades».
«Un valor muy importante que nos manifestaron mucho son sus lenguas nativas. Ellos quieren que haya educación en español, pero también en su lengua, esa es una parte cultural que hay que preservar y es una riqueza, una diversidad vigente. El Estado Mexicano tiene que hacer cargo de que se fortalezca. Entonces, estamos trabajando con el convencimiento de que un programa de desarrollo no tiene por qué atentar contra la cultura y las formas de vida locales, sino al contrario debiera servir para fortalecerlo».
—El año pasado, el licenciado Rafael Marín anunció que están pensando en que habría este gasoducto que conectaría hacia el Norte. ¿Por qué seguir impulsando este proyecto?
—La actividad petrolera fue el sostén del desarrollo de este país muchos años. No lo es ya más, ahorita anda con problemas. Pero lo que podría decir es que el mundo vive con energía, y una buena parte de la energía viene de los hidrocarburos. El transporte de gas y de crudo del Golfo, sólo por pasarlo al Pacífico, adquiere un valor muy importante porque hay demanda muy fuerte de crudo y de gas para sustentar el desarrollo asiático, que viene creciendo a unas tasas muy fuertes. Hay un valor ahí que se puede agregar, y el excedente que quede permitiendo el paso puede quedar para sustentar el desarrollo.
Obviamente hay que construir un ducto… eso tiene otras implicaciones, hay que hacer un proyecto en toda forma. Se están analizando posibilidades pero todavía no hay nada firme en cuanto a eso. Una posibilidad que se ha visto es utilizar los ductos que ya tiene Pemex construidos, tiene ahí poliductos, gasoductos, oleoductos; todo lo que iba a la refinería.
Ahora que la refinería opera a una capacidad muy baja, hay poco flujo de gas. Pero la idea es utilizar ese lugar de paso para comercializar gas y crudo en Asia, y utilizar ese excedente para fondear el programa de desarrollo. (El proyecto) tiene un valor estratégico muy importante: tener una franja de 300 km solamente, en un momento en que el mundo necesita pasos interoceánicos, y no hay muchos. Está Suez, Panamá, los americanos ya desarrollaron lo que llaman Puentes Terrestres … Panamá ya tiene problemas de desecamiento para el cruce de embarcacioness.
La idea es ir jalando esa sobrecarga que tiene Panamá. Pero necesitamos primero competir en precios y servicios, en tiempo de traslado. Ahorita existen un tren y dos empresas, los puertos, las tres son empresas públicas, pero que cada una se maneja por su lado. Cada una tiene su plan de negocios, responde a sus propios objetivos, y nunca se ha visto como una unidad de negocio, orientada a la generación de beneficios.
—Entonces, ¿el Programa Interoceánico responde a una demanda de logística, a una demanda de hidrocarburos?¿Está confirmado esto del gasoducto, también con su debida manifestación de impacto?
—En el momento en que se decida construir se va a hacer con todo orden. Si se opta por utilizar los ductos de Pemex, se evita la construcción. O se va hacer sobre el mismo derecho de vía que ya tiene Pemex. Eso implica hacer un ducto sin afectar más de lo que ya se afectó hace más de 40 años, cuando se construyeron los ductos, o se va a utilizar el mismo, como se está haciendo ahorita con el ferrocarril, que se está haciendo sobre el mismo derecho de vía, que ya es propiedad del ferrocarril.
—Durante años ha habido muchas promesas de desarrollo y muchos despojos. Es difícil que la gente pueda confiar en las instituciones, y además, los tiempos que los pueblos ocupan para deliberar difícilmente empatan con las urgencias que puede tener el gobierno ¿Cómo están las etapas del proyecto, y cómo van a lograr que la gente reciba suficiente información?
—Estas condiciones de deterioro económico y social son producto de décadas de descuido y de falta de atención de necesidades… Te echan a perder cualquier esperanza de cualquier gente, y lo que nos encontramos es eso: una gran desconfianza y una falta de credibilidad hacia toda la acción de gobierno.
Ciertamente, va a ser un proceso difícil impulsar el desarrollo de la región, si va medio siglo este nivel de deterioro y un proceso de desarrollo puede llevar una generación. A una comunidad que vive en pobreza extrema no le podemos hablar de que en 15 años van a vivir mejor si le entran al programa de desarrollo. Lo que más encuentra uno a nivel local son rezagos, y eso se ha convertido en efervescencia social, en actividad política y que se convierte en un polvorín cualquier cosa que se hace en el Istmo. Entonces, hay que ser muy cuidadoso en lo que se hace, cómo se hace y hasta del lenguaje que se utiliza.
La única manera de preservar el programa es que la comunidad lo haga suyo. Y la única manera de hacerlo es que respondas a expectativas actuales. En el momento en que empiecen a ver que el programa les atiende necesidades urgentes, van a empezar a apropiarlo. Y puede venir otro gobierno, pero si el programa ya lo cobija la población local, difícilmente va a poder echarse para atrás.
Los programas del Istmo de Tehuantepec han fallado porque se hacen en la Ciudad de México y se les lleva para allá y se les dice: ‘así va a ser la jugada’. Lo primero que despiertan es rechazo porque la población local es muy celosa de sus puntos de vista y de su necesidad de participar.
—¿Las eólicas juegan algún papel en este proyecto de desarrollo del Istmo?
—Es indispensable entrarle a un esquema de generación de fuentes alternas de energía, no sólo como proyectos de inversión empresariales, sino como proyectos regionales, y ser cuidadosos con las implicaciones de nivel social. Es un tema pendiente y se le tiene que encontrar alguna solución. Hay muchas otras formas de generar energía y la tecnología está avanzando muy rápido. Pero no tiene sentido tener energía a cambio de tener un hervidero social permanente. Hay que entrarle con un programa ordenado de fuentes de energía alterna complementario de petróleo. Porque una cosa es segura: por décadas vamos a seguir dependiendo de hidrocarburos para generar energía.
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