El periodismo emplea un método flexible basado en normas generales para dotarle de veracidad y requiere –claro está– de valores éticos propios, autónomos, que permitan a la sociedad acercarse a la verdad
Por Gerardo Albarrán de Alba
Celebro que un texto publicado en Pie de Página haya generado entre algunos lectores una discusión sobre sus alcances morales. Me congratulo doblemente porque esto marcó el inicio de un ejercicio de Defensoría de Audiencias en este portal y que, como resultado, se ha publicado una réplica a mi valoración deontológica del caso. Esto es bueno, porque cumple con uno de los propósitos básicos de un News Ombudsman: propiciar el diálogo ético dentro y fuera del medio, entre los propios periodistas y entre ellos y sus lectores. De paso, esto ratifica una convicción personal: la ética no se impone, se construye.
Agradezco a Juan Pablo Pardo Guerra no sólo su interés en el tema, sino que en su carta a Pie de Página moderó su redacción y sus aseveraciones, en contraste con las publicaciones que hizo en Twitter sobre el texto de referencia y su autor, así como respecto de mí mismo. Esto permite que aquí, en este espacio, pueda darse una discusión argumentada que enriquezca a todos, en lugar de perdernos en diatribas de redes sociales, futilidad que me previno de responder a sus tuits.
Pardo insiste en acusar a Étienne von Bertrab de “traición a la confidencialidad de fuentes”. Ya argumenté sobradamente porqué tal cargo no se sustenta. Y aunque coincido en aplicar a este caso la visión kantiana, recordemos que en los imperativos categóricos no importan los fines, sino la intencionalidad del acto, independientemente de las consecuencias materiales que provoque dicho acto. La deontología, por cierto, no se constriñe a lo que se denomina la ciencia de los deberes, si recordamos la obra de Jeremy Bentham (1748-1832) Deonthology or Science of Morality, y su principio utilitario: los actos buenos o malos de los hombres sólo se explican en función de la felicidad y el bienestar que puedan proporcionar. Es decir, en esta otra visión, la deontología se entiende a partir de sus fines.
En cualquier caso, a mí me gusta recordar que Emmanuel Kant y Jeremy Bentham coinciden en que la deontología entraña el ejercicio de la libertad individual en apego a la razón. En el caso de los periodistas, esto supone un parámetro de referencia para medir el grado de eticidad en el ejercicio profesional.
Y aquí, Pardo vuelve a encorsetar un texto periodístico en parámetros ajenos.
Lo que nos plantean es un falso dilema.
El replicante le adjudica a la columna periodística de Von Bertrab problemas epistemológicos y metodológicos que, en realidad, pertenecen a otros campos de la investigación social.
Alegando que un colaborador periodístico es, al mismo tiempo un académico que debe sujetarse a los criterios éticos que rigen la investigación académica en la universidad británica donde trabaja, se pretende equiparar un género periodístico opinativo con un paper academicista. El periodismo tiene otros dilemas. Los suyos. Los propios. Es desde ahí que los periodistas y los medios hemos de ser evaluados.
Recordemos:
– Pie de Página no es una revista científica, es un medio de comunicación, un portal periodístico. Y esto hace toda la diferencia.
– Los periodistas no investigamos para generar conocimiento por el simple conocimiento, como se hace endogámicamente desde la academia; tampoco buscamos conocimientos nuevos como instrumentos de la práctica, como se insinúa al pretender equiparar la investigación periodística con la investigación aplicada.
– La investigación periodística es exógena, y tiene como función la autorregulación de la vida social.
– Los periodistas no escribimos para una comunidad científica cerrada, sino para la sociedad general.
– El periodismo es más cercano a la doxa que a la episteme.
– Los científicos publican sus hallazgos sin aspirar a consecuencias específicas; los periodistas publicamos para que la sociedad, la justicia y los tomadores de decisiones reaccionen en consecuencia.
– Una pieza periodística requiere necesariamente de investigación, pero sus procesos deben ser regulados por la propia comunidad periodística para que se cumplan una serie de parámetros que ratifiquen su validez.
– El periodismo no se rige deontológicamente por criterios de otras ciencias sociales, e incluso puede atreverse a transgredir normas jurídicas que le limiten, asumiendo las consecuencias.
Pretender imponer al periodismo unas normas éticas de la investigación académica es desnaturalizar ambos subcampos deontológicos. Bajo ese mismo criterio, infinidad de investigaciones periodísticas no habrían sido posibles o sus resultados serían desacreditados porque no se sujetan a regulaciones de campos que no les obligan. El argumento de Pardo no puede ser más forzado.
El periodismo emplea un método flexible basado en normas generales para dotarle de veracidad y requiere –claro está– de valores éticos propios, autónomos, que permitan a la sociedad acercarse a la verdad.
He dicho antes que la deontología periodística, como producto cultural, es mutable, depende del lugar, tiempo y valores propios de la comunidad en la que se aplique. De ahí la importancia de que un medio cuente con un código de ética. Pie de Página tiene el suyo, y habrá de enriquecerse con cada dilema que enfrente y resuelva. Desde el periodismo.
* Gerardo Albarrán de Alba es periodista, estudió una Maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana y un doctorado en Derecho de la Información en la Universidad de Occidente. Ha sido Defensor de las Audiencias desde 2011. Como Ombudsman MVS, fue el creador y primer titular de una Defensoría de las Audiencias de una radio comercial en México; posteriormente tuvo la misma función en Radio Educación, así como en Canal 44 y Radio Universidad de Guadalajara. Actualmente es el Defensor de las Audiencias de Ibero 90.9. Es miembro de la Organization of News Ombudsman (ONO), de la que ha sido integrante de su Junta Directiva, y es fundador de la Organización Interamericana de Defensorías de Audiencias (OID), de la que también fue miembro de su primer Consejo Directivo. Con 45 años de experiencia profesional, fue corresponsal, reportero, editor y coordinador de proyectos especiales de la revista Proceso, jefe de redacción de El Financiero y subdirector de la agencia de noticias Informex, entre otros muchos cargos. Entre enero de 2018 y febrero de 2023 desempeñó el cargo honorario de presidente del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección Integral de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Ciudad de México, al que renunció para ocuparse de la Agenda de Libertad de Expresión de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.
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