23 abril, 2024
La Huelga de estudiantes de la UNAM por el derecho a la educación gratuita puso un ejemplo de comunicación efectiva, que se mostró en el abrazo de familias y sectores populares a los estudiantes, que provocó la creación de medios de comunicación que caminen con los movimientos estudiantiles, contra la estigmatización
Por Daliri Oropeza Alvarez / X: @Dal_air
A la memoria de Martha Alejandra Trigueros,
estudiante del CCH Oriente
a 25 años de su fallecimiento
durante una movilización.
A 25 años de la Huelga de la UNAM, que impidió la privatización de la educación pública, el tema tiene poca presencia en los medios de comunicación. Despierta la suspicacia. ¿Será que es un tema que todavía provoca incomodidad en las élites políticas y económicas?
De tal importancia es este movimiento estudiantil que logró frenar los deseos e imposiciones de los intereses empresariales internos y los organismos financieros transnacionales, como el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional. Privatizar la Educación Pública. Estudiantes se levantaron por el derecho a la educación gratuita en la Universidad pública más importante de América Latina en abril de 1999.
“Ya nos había tocado, cuando estaba el rector José Sarukhán, un segundo intento de incrementar las cuotas. Porque el primero fue con Jorge Carpizo. Era un paquete muy completo de reformas neoliberales para la Universidad. Yo estaba al principio de la huelga”, cuenta Marjory González Vivanco, divulgadora científica egresada de la carrera de Biología.
La organización estudiantil fue una respuesta emergente a la imposición de un Reglamento General de Pagos, que establecía nuevas cuotas de ingreso y permanencia en los diferentes niveles educativos. La comunidad estudiantil manifestó su rechazo pero las autoridades universitarias continuaron con la imposición, sin diálogo, hasta que el Consejo Universitario decretó los incrementos.
Mediante asambleas, estudiantes de todos los planteles de la Universidad Nacional Autónoma de México acordaron seis puntos de un Pliego Petitorio, dieron forma a lo que nombraron como Consejo General de Huelga (CGH-UNAM). Izaron banderas rojinegras en las instalaciones universitarias el 20 de abril de 1999.
Marjory recuerda que en la Facultad de Ciencias, tomaron la imprenta. “Allí se producían miles de volantes”, cuenta que no había todavía una comisión de prensa o de finanzas y matiza que tiempo después, una corriente predominó en la impresión. Sin embargo, como ejercicio estudiantil para comunicar, fue muy efectivo.
Griselda Sánchez, radialista comunitaria y artista sonora ñuu savi, cuenta su vivencia como estudiante de Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. La More, como le dicen de cariño, cuenta que realizaban brigadas y se organizaban de manera rotativa para informar.
“Tuvimos esta experiencia en la Huelga con medios populares, lo que se le llama la comunicación popular. Por ejemplo, volantes, carteles, ir a hablar al metro, te subías a un vagón y empezabas allá, a lanzar un discurso, a dar información o lo que sea… en los vagones y repartir volantes…”, narra Griselda quien desde entonces participa en medios libres y comunitarios.
La difusión del movimiento estudiantil combinaba las habilidades de miles de estudiantes que confluyeron con entusiasmo. Crearon comisiones de prensa y propaganda, que incluso enviaron a los estados. Eran los comienzos del internet. Se implementó el uso de radio bocinas, perifoneo y transmisiones de radio, creando formatos innovadores.
Fructificaban ingeniosos carteles con diseños originales, volantes, los propios pies de los estudiantes recorrieron cada rincón del antes DF para distribuir miles de volantes en forma de brigadeos. Con sus propias voces explicaban las demandas del CGH en improvisados mítines en toda la ciudad y área metropolitana, Por todos lados emergió un especial apoyo popular, ante las condiciones de marginación económica y exclusión educativa de la periferia.
La More continúa su relato: “Sabíamos pues de toda la campaña de desprestigio que había contra los estudiantes universitarios. Creo que de esa experiencia, de vivenciar que los grandes medios corporativos son manipuladores, hacen un montón de estrategias de desinformación. Por eso también surge la KeHuelga, como medio de información interna, pero también externa, en las colonias, que dijera la verdad”.
Paristas, vándalos, minoría, intransigentes, secuestradores de la UNAM, drogadictos, revoltosos, radicales, cristaleros, beligerantes, violentos, haraganes, malnacidos, guerrilleros, pseudoestudiantes, ultras, moderados, delincuentes, terroristas… fueron algunos de los calificativos usados por los medios de comunicación nacionales, tanto en televisión, radio, medios impresos, que resonaban en el entonces Distrito Federal para descalificar y estigmatizar a las juventudes que participaron en la huelga universitaria. Hasta fueron excomulgados.
De esa forma, las autoridades universitarias y el gobierno federal pretendían restarles legitimidad a los estudiantes en huelga, como interlocutores directos para solucionar el conflicto. Pero los estudiantes ya se habían ganado a parte de la sociedad mexicana.
“A pesar del cerco mediático tremendo que había, se mantiene el contacto con la gente. Tan es así, que cuando meten a los compañeros en la cárcel, volvemos a salir a la calle y volvimos a llenar el Zócalo. 10 meses después, la gente aún tiene disposición, ese convencimiento de que lo que estaba pasando era muy grave. De que los estudiantes estuvieran presos. Fue ese trabajo muy constante con la gente en las plazas, en los mercados. En algún momento la gente de la Central de Abastos nos regaló un camión de cebollas, ¿qué hacemos?, nos reímos, las revendimos, hicimos tinga de cebolla en la barricada. Pero esa cebolla era parte de la vida de los comerciantes. Era la población cuidando a sus hijos. Eso era muy bonito”, cuenta Marjory sobre su experiencia en brigadas informativas del CGH.
En un volante dirigido “A toda la población”, estudiantes del CGH convocaron a una marcha del Monumento a la Revolución rumbo al Palacio Legislativo a realizarse el 16 de Noviembre de 1999. Para entonces acababa de renunciar Francisco Barnés como rector, y en su lugar asumió Juan Ramón de la Fuente.
En el papel exigían la solución inmediata a la Huelga, un mayor presupuesto al sector educativo, daban su palabra acerca de las descalificaciones mediáticas, azuzadas desde el gobierno federal y difundidas profusamente en medios televisivos, radiofónicos e impresos:
“Está demostrado que ni somos ‘minoría’ ni somos ‘ultras y vándalos’. Todos pudieron ver las imágenes de decenas de miles de estudiantes, profesores y trabajadores que marchamos el pasado 5 de noviembre. Pero el gobierno y las autoridades universitarias se empeñan en no vernos, no escucharnos y no resolver nuestras demandas que son elementales, lo mínimo para que los hijos de obreros y campesinos no sean expulsados de la universidad”.
Marjory cuenta cómo las brigadas lograron ser tan íntimas con los sectores populares como sindicatos, otras universidades, colonias, trabajadores, y familias que incluso, cuando iban médicos, odontólogos, daban consultas y al mismo tiempo explicaban la realidad de los estudiantes. Para ella, fueron los medios los que impusieron los motes de ‘moderado’ y ‘ultra’, que pronunciaron las divisiones internas.
Los huelguistas denunciaron que la estrategia para terminar la huelga fue diseñada desde la Secretaria de Gobernación cuyo titular era Diódoro Carrasco Altamirano quien fue señalado por haber reprimido comunidades indígenas en su cargo anterior como gobernador de Oaxaca. Se le responsabilizó de los operativos en la región Loxicha, que dejó decenas de ejecuciones extrajudiciales y cientos presos tras el surgimiento del Ejército Popular Revolucionario.
Dicha estrategia incluyó difundir un desplegado en los medios de comunicación en contra de los denominados “paristas” y la convocatoria a un plebiscito para enero del 2000, coordinado por el rector Juan Ramón de la Fuente (ahora en el equipo de Claudia Sheinbaum). Difundieron de manera masiva la idea de la “Recuperación de las Instalaciones”.
Las asambleas del CGH-UNAM, a través de un documento publicado el 1 de junio de 1999, detallaron el linchamiento mediático maquinado en su contra. Denunciaron a las autoridades universitarias de gastar cerca de 10 millones de pesos a medios para respaldar la imposición de cuotas. Citaron la Dirección General de Información de la UNAM:
Reforma, La Jornada, El Universal, El Economista, El Financiero, Proceso, Nexos, Milenio, Este País, Época, la Crónica, Excélsior, La Prensa, El Heraldo de México, El Sol de México, Unomasuno, Diario de México, Etcétera, El día, Novedades, Ovaciones, Esto, La Afición, México Hoy, Cine Mundial, Voz y Voto, Educación 2001, Huevo, Hoja por Hoja, Análisis XXI, Equis, Cuartoscuro, Quehacer Político, Revista de Revistas, Torniquete, Impacto, Rino, Ultimas Noticias, El Gráfico, El sol de Mediodía, Ovaciones Segunda, La Segunda, La Extra y Siempre.
Estos solo son medios impresos, aunque no estuvieran en el volante, falta sumar los canales de televisión como Televisa, TV Azteca, los medios del Estado Mexicano que replicaron estos mensajes estigmatizantes y la idea de recuperar las instalaciones universitarias.
La ansiedad mediática por condenar y estigmatizar a quienes integraron el CGH-UNAM, no tuvo límites. El primer operativo televisado en vivo fue la irrupción de la Policía Federal Preventiva en las instalaciones de la UNAM. La represión iba acompañada por los medios. Es el antecedente de lo sucedido después en San Salvador Atenco en el año 2006.
Al amanecer del día domingo 6 de febrero del año 2000, las cámaras de Televisa y Tv Azteca en primera línea, avanzaron al ritmo del trote de las tropas federales. Repitieron imágenes de los policías, tomas aéreas desde helicópteros, durante varias horas de “una transmisión especial”. Su narrativa justificaba la represión y al mismo tiempo sirvió para condenar desde las pantallas, sin previo juicio legal, a estudiantes que defendieron la gratuidad de la educación.
Pero las cuotas no incrementaron. Marjory sugiere a quienes luchan por la educación, pensar en las estrategias de comunicación popular para acuerpar su movilización. “Creo que tienen que regresar al trabajo personal. Las redes son muy poderosas, hay cosas muy interesantes muy creativas, videos, canciones, te permiten actuar muy rápido, pero yo creo que se ha perdido la capacidad de informar y de dialogar”.
“Lo importante es que los jóvenes siguen siendo un motor para cambios en el país y que eso es bueno que lo tengan muy presente. Que sí pueden cambiar cosas, claro, los movimientos estudiantiles siguen teniendo esa gran capacidad”, reflexiona la bióloga comunicadora de la ciencia.
Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
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