Prevenir casos como el reciente tiroteo en un colegio requiere una mirada integral. Sería un error criminalizar los espacios de cuidado de niños y adolescentes, como son la casa y la escuela. Especialistas señalan que se debe ampliar la discusión a otros factores: el acceso a las armas, la salud mental, la violencia cotidiana
Texto: Daniela Rea
Fotos: Rogelio Morales / Cuartoscuro
Los hechos sucedidos en el Colegio Cervantes de Torreón deben salir del escrutinio polarizante y ser analizados con una mirada integral que incluya acceso a armas, salud mental, contexto social y familiar. En ello coinciden Nashieli Ramírez, titular de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, y Víctor Mendoza, sociólogo facilitador comunitario.
Nashieli Ramírez ha trabajado con la infancia en México desde hace más de tres décadas. Ella parte de dos recomendaciones: no centrar la discusión en el programa Mochila Segura, que consiste en la revisión de las mochilas en las escuelas, y no criminalizar los espacios de cuidado; esto es: la casa, la escuela, la comunidad de las niñas y niños.
“No podemos centrar la discusión en Mochila Segura sí o no, porque ahí se acaba la discusión. Lo que se ha probado en Estados Unidos, como padres de este tipo de programas, es que no funciona, básicamente, más allá de discusión ideológica. Mochila Segura no es la fórmula, ningún programa lo es. Deseamos encontrar fórmulas mágicas porque estamos desesperados, pero no va por ahí”.
Sobre la segunda recomendación, Nashieli considera que cuando este tipo de hechos suceden, lo primero que se tiende a hacer es a criminalizar los espacios de vida, de desarrollo de los niños: la escuela, la casa, la comunidad.
“¿Vamos a poner arcos de seguridad? Si se supone que la escuela como la casa siguen siendo los lugares más seguros para los niños, con todo y sus problemáticas. Pero con un arco de seguridad lo que estás diciendo es ‘no puedo confiar en ti, no es tu comunidad’. Es como si en tu casa tuvieras detectores. La escuela, la casa, son espacios de socialización y ésta no se hace con el autoritarismo, sino con reglas de respeto”.
“¿Cómo dejamos de criminalizar todos los espacios ante estos fenómenos? ¿Cómo respondemos sin responsabilizar un solo elemento del entorno y sin criminalizarlo?”, cuestiona.
Nashieli critica también que en esta discusión sobre lo sucedido en el Colegio Cervantes, donde un niño de 11 años mató a su maestra y luego se quitó la vida, refleja cómo todos los espacios se desvinculan de su responsabilidad.
“¿Qué depositas en qué? Todos se tratan de zafar. Desde la escuela y el Estado que lo conducen a lo privado, la familia.
De entrada, discutamos de manera integral un fenómeno que no es exclusivo de la escuela o de los videojuegos o de que el niño sea huérfano”.
Nashieli Ramírez
Hace más de una década Nashieli y un grupo de especialistas advirtieron sobre la falta de atención emocional a la infancia en sus hogares; así como las condiciones laborales precarias que impiden a los padres tener tiempo y energía para la atención emocional de sus hijos.
“La salud mental de niños y padres no es una prioridad en salud pública y tampoco podemos responsabilizar a los maestros de todo. De ser maestros, psicólgos, sexólgos, de resolver conflictos, porque no hay las condiciones, no tienen los elementos para ello”.
Víctor Mendoza, sociólogo especializado en juventud y violencia, alerta sobre el cada vez más fácil acceso a armas.
“Cada vez más es necesario discutir, conversar, preguntarnos sobre la posesión y uso de armas. En México hay 15.5 millones de armas (según una investigación del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados). El 20 por ciento está en los entes autorizados: policías, marinas, seguridad privada con permiso. El resto está en particulares, pero no sabemos cómo está, si está regulado o no. Y aunque estuviera regulado me parece una cifra que revela que el acceso a las armas es muy sencillo y a precios mucho menores a 10 mil pesos, alto calibre”, dice en entrevista.
Coincide con Nashieli al mencionar el tema de salud mental: “Me refiero a quién escuchó a ese niño, los problemas que tenía, cómo sabemos o no sabemos que el niño vivió la muerte de su mamá, quién le dio seguimiento. Y me refiero a que hay una ausencia de red de apoyo.
“¿Dónde quedaron las políticas de prevención?, tiene que ver con que no hemos aprendido a mirar ese tipo de sucesos, la violencia nos ha pasado en nuestra vida cotidiana sin reflejarlo, sin hacer un trabajo de reflexión entre el entorno en el que estamos vinculando, escuela, familia, trabajo, el barrio. Se tiene que trabajar con información y reflexiones a ese nivel y considerar como un trabajo entre sociedad civil, investigadores”.
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Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.
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