No existen los hombres feministas, no son las víctimas, ése no es su lugar. ¿Entonces cómo ayudar? Los necesitamos diciéndole a sus amigos que paguen las pensiones de alimentos, que no hablen mal de las mujeres, no compartan fotografías íntimas de sus parejas, no sean cómplices de actos violentos contra mujeres, que lean sobre masculinidad, que escriban contra los hombres, que no hablen de feminismo
Texto: Ingrid Urgelles*
Soy mujer y chilena, y antes de que decidan que mi palabra no tiene validez, déjenme contarles algo que les puede ser útil, porque el machismo es una pandemia más grave que el Coronavirus.
Las cifras de feminicidios, abusos y violaciones en Latinoamérica son escandalosas, y lo saben, no es necesario repetirlas. Lo que no saben es que el causante de (casi) todos los males de la sociedad es el patriarcado y que no sólo nos afecta a las mujeres sino también les arruina la vida a ustedes, los hombres. Hay una trampa invisible, una que los obliga a ser los mejores, los más exitosos, a reafirmar su masculinidad en todo momento, a no fallar, a no enfermarse, a no ser débiles: la masculinidad hegemónica. Esa trampa es la que a nosotras nos está matando a diario y debe ser eliminada. Para eso, cada género debe pelear desde su respectiva trinchera y, por ello, yo pienso que los hombres no deben participar en las marchas feministas del 8M.
Me explico: en una charla que dieron Las Tesis en Santiago, las creadoras de la viral performance Un violador en tu camino, un joven les preguntó por qué los hombres no podían sumarse a la intervención o participar de las concentraciones exclusivas para mujeres, si muchos de ellos estaban en contra de la violencia machista. La respuesta me pareció magistral. Una de ellas dijo: ¿Cuál es esta fobia a este espacio en el cual no pueden estar los hombres si ya pueden estar en todos lados? En el fondo, la cuestión es por la ocupación del espacio, por lo político. Desde siempre, a las mujeres nos ha estado vedada la participación en lo público, restringiéndose nuestro espacio al ámbito de lo privado, a la casa, a la familia. La voz política, las grandes decisiones, la última palabra siempre la han tenido los hombres. Y esto es precisamente lo que estamos combatiendo desde nuestro movimiento. Queremos tener voz, incidir en lo público y por un día, tan sólo por un día, tener la calle sólo para nosotras.
La pregunta que yo les haría es: ¿de dónde sale esa necesidad de participar y opinar de todo?, ¿no pueden, por una vez, hacerse a un lado y dejarnos a nosotras el protagonismo? ¿No se han cuestionado que ese impulso irrefrenable de estar presente en todo acto público es un símbolo del machismo encarnado en ustedes? Ésta es la principal razón por la que no deben marchar. Es un gesto político muy contundente el que seamos sólo nosotras las que concentremos la discusión ese día porque, finalmente, nosotras somos las víctimas directas de la opresión patriarcal, no ustedes. Necesitamos sentirnos seguras, tenemos desconfianza y nos inhibe la presencia de hombres acaparando nuestro espacio. Por darles un ejemplo: muchas veces, mujeres que han sido víctimas se han encontrado con su victimario en las marchas feministas y eso, también, es lo que queremos evitar.
No existen los hombres feministas, no es una lucha en la que ustedes sean las víctimas, por lo que ése no es el lugar que deben ocupar. La violencia contra la mujer es cometida por hombres y no digo que todos sean asesinos o violadores, pero el patriarcado sí los hace cómplices de los actos de su género. ¿Entonces cómo ayudar? Desmontando la masculinidad hegemónica, educando a sus amigos e hijos y peleando contra el patriarcado. Los necesitamos diciéndole a sus amigos que paguen las pensiones de alimentos, que no hablen mal de las mujeres, que no compartan fotografías íntimas de sus parejas, que no sean cómplices de actos violentos contra las mujeres, que lean sobre masculinidad, que escriban contra los hombres, que no hablen de feminismo y que, en el caso de México, no sean condescendientes: no necesitamos permiso el 9M para la huelga general, porque el paro es precisamente contra ustedes, contra los hombres. Si trabajan en medios de comunicación, como dice Rita Segato, no espectacularicen los feminicidios, mostrando imágenes o narrando el homicidio de manera de “atraer espectadores”, sin ningún cuidado por la imitación que puede producir en la calle, mucho menos exponer imágenes sangrientas de la víctima.El año pasado, en su gira por Sudamérica, la filósofa Judith Butler dijo: a los hombres les encargo una tarea: rompan con este pacto de hermandad donde se protegen, rechacen esto de ser solidarios con otros hombres, tengan el coraje de decir a las mujeres: ‘No las golpeamos, no las violamos, no las matamos’, salgan a la calle y luego vuelvan con nosotras y nos cuentan cómo les fue. Y tal como dice Butler, los invito a romper ese pacto de complicidad, ese pacto mafioso en el que se cubren las espaldas, para que juntos podamos derribar al patriarcado que, les aseguro, tarde o temprano, tendrá que caer.
*La autora es abogada.
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona