10 septiembre, 2022
En enero del 2020, se inauguró en San Antonio Sinicahua, en la Mixteca Alta, el primer camino de uno de los programas estelares del gobierno federal. El presidente Andrés Manuel López Obrador atribuyó el éxito del programa a las costumbres ancestrales de los pueblos, como el Tequio y su sistema político que se rige por asambleas comunitarias.
Texto: Reyna Haydeé Ramírez
Fotografías: Duilio Rodríguez
OAXACA.- En México hay caminos rurales que son tan abruptos, angostos, pedregosos, sinuosos, empinados, lodosos, peligrosos; y por siglos han sido el acceso a comunidades indígenas asentadas en los lugares más recónditos del país.
En Oaxaca, algunos son tan empinados que cuando vas subiendo por segundos sólo ves el cielo, el vehículo derrapa y llega la sensación de que caerá al vacío, como el camino de Santos Reyes Pápalo en la región Cañada al norte del estado.
Otros son transitables sólo con camionetas de doble tracción, en burro o a pie, y si es tiempo de lluvias de ninguna manera, por el lodo, las avenidas de agua y los ríos crecidos.
Datos de 2020 del Coneval, ubican a Oaxaca, Guerrero y Chiapas como los tres estados de México donde el 80 por ciento de la población vive en comunidades de bajo y muy bajo Grado de Accesibilidad a Carretera Pavimentada (GACP).
También en el noroeste de México están las localidades con muy baja accesibilidad y se ubican en la sierra y el desierto, principalmente en la región donde confluyen Sonora, Chihuahua, Sinaloa y Durango. Además de Baja California Sur.
Particularmente en Oaxaca hay 10 mil 723 localidades, de las cuales 5 mil 302 tienen baja accesibilidad y 333 muy baja. Prácticamente la mitad. Ahí habitan cerca de 900 mil personas, una cuarta parte de la población estatal de 4 millones 132 mil 148 habitantes. La mayor parte comunidades indígenas y es en algunas de ellas que desde 2019 empezaron a pavimentarse los accesos a cabeceras municipales.
San Antonio Sinicagua, Santos Reyes Pápalo, SantosValerio Trujano, Santos Reyes Yucuna, Santa María Yucuhiti, San Mateo Tlapiltepec, son municipios que por décadas esperaron tener un camino pavimentado. Ahora están entre los 96 municipios de Oaxaca con accesos de concreto hidráulico construidos por sus propios habitantes.
Indígenas oaxaqueños coinciden en que muchos de sus caminos de terracería fueron abiertos siglos atrás, a golpe de huida; y no dudan que la tierra, las montañas, que pusieron de por medio haya contribuido a confinarlos, por décadas, a la pobreza y el abandono gubernamental.
¿Cómo llegaron estas comunidades a poblar las montañas y cañadas en Oaxaca? Primero buscando salvar la vida de la persecución española y de los caciques, pero todavía al día de hoy les representa un alto costo de esfuerzo, precariedad y pobreza.
Santa María Yucuhiti en el distrito de Tlaxiaco, al noroeste de Oaxaca, es un pueblo ubicado en una montaña a mil 720 metros sobre el nivel del mar, Mariano Ortiz López, presidente municipal suplente, cuenta la historia que sus ancestros les transmitieron de voz en voz.
“Nosotros estamos aquí desde 1325. Todo era de nosotros, desde la cañada, nuestros tatarabuelos dicen que había más seguridad en lo alto, vinieron los invasores, luego los mestizos, los hacendados, eran gente de dinero y de la política, pues mandaban traer al ejército y le echaban el ejército a nuestra gente y mejor la gente decidió subirse a la montaña”, recordó.
No fueron los únicos, advirtió, a otros pueblos oaxaqueños les pasó lo mismo.
Se quedaron con las mejores tierras, los terratenientes, los latifundistas, quedaron donde había cantidad de agua, llanuras, lugares planos, tenían el río, sembraban caña, milpa, tenían montón de esclavos, tenían armamento.
“Nosotros mejor nos refundimos en la montaña, ahí hay cuevas, ¿quién va a subir ahí?, no le entran, tiran la bala, no llega. Así fue la historia de muchos indígenas”, contó Mariano.
Algo similar recuerdan los habitantes de Santos Reyes Pápalo. Aunque dan más valor a la llegada de misioneros españoles que en 1520 fundaron la iglesia y les dejaron un antiguo retablo y una campana, que hoy son el tesoro del pueblo.
Aislados sienten seguridad; pero también viven en alerta; principalmente entre las personas mayores, pues temen a las intenciones de la gente que empieza a subir ahora con su camino pavimentado, sobre todo si son altos y blancos, como Duilio Rodríguez, fotógrafo de Pie de Página.
Silvino Lezama, de 81 años, explica el porqué de la alerta y precisa bien las palabras que dejaron dichas los misioneros:
“Cuídense bien este retablo, porque cuando llegue la carretera va a llegar gente de otros países”, recordó.
En las montañas vecinas a Santos Reyes Pápalo se aprecian otros caseríos, diminutos, por la altura y la distancia. Ahora también tendrán camino pavimentado.
Víctor Cata, historiador oaxaqueño, precisa que vivir en las montañas les da seguridad, pero también son sus lugares sagrados.
“Zapotecos, mixtecos, cuicatecos, mazatecos, históricamente han estado en la montaña, por ser un elemento sagrado, ellos tienen su manera de entender la vida y convivir con la naturaleza, pero están en desventaja de los que viven en las grandes ciudades, han tenido que conocer más su entorno, aprender cómo curarse, a no depender de nadie”, explicó.
Vivir en lugares de difícil acceso, los priva de la educación, el acceso a la salud, dijo, y a eso se suma que ni autoridades, maestros, médicos, funcionarios quieren ir o trabajar allá.
“Decir que estar en pobreza es una contradicción; porque Oaxaca es un estado muy rico en recursos y existe esa cuestión de que no pueden tener acceso a las grandes ciudades, acceso a la educación, a la salud”, lamenta Cata.
En el informe del 2020 del Coneval, Oaxaca registra al 62 por ciento de su población en pobreza. Desde 2010 mantiene su histórico lugar entre los tres estados con mayor pobreza y rezago social en México. Junto con Guerrero y Chiapas. Aunque para 2020, Oaxaca registra un ligero descenso en sus niveles de pobreza respecto del 2018, aún tiene en su territorio a 20 de los 26 municipios con mayor pobreza y rezago social en el país.
Por ejemplo en 2010 Santos Reyes Pápalo tenía 3 mil habitantes y el 92 por ciento vivían en pobreza. Hoy son menos de 2 mil 500, sigue igual y la población migra. Han construido su camino y tienen esperanza en que abra paso a oportunidades.
Las comunidades indígenas recibieron el recurso sin poder creerlo, millones de pesos en sus manos. Pasado el asombro, en asamblea decidieron qué caminos pavimentar, nombraron un comité, distribuyeron el dinero y en algunos casos hasta les sobró.
Cada pueblo realizó su asamblea, creo un comité de obra y junto con sus autoridades comunitarias abrieron una cuenta bancaria mancomunada para recibir y administrar los recursos.
Francisco Cerqueda, presidente municipal de Santos Reyes Pápalo, reflexiona que era un gran deseo pavimentar su camino, cada autoridad en turno lo pedía sin éxito al gobierno estatal y federal, porque los recursos propios eran insuficientes.
“Uno se admira, no es fácil, nunca hubo la manera, antes que nos llegara el apoyo del gobierno, es algo que no se pensaba que iba a llegar, una pavimentación, se veía lejano, era mucho dinero que se necesitaba”, externó.
Adolfo Herrera, habitante del lugar, contó que hace muchos años, alrededor de una década, Andrés Manuel López Obrador subió el camino de terracería a Santos Reyes Pápalo.
“Él fue de las personas que pasó por aquí, por el camino, estuvo pueblo tras pueblo, cuando fue candidato, fue de años, mucho más antes, no recuerdo que año, quizá ahí vio la necesidad, hizo el compromiso de pavimentar.
“Ya estando en el puesto es diferente, llegan, no cumplen, no creímos pues; pero pues sí, sí cumplió esa parte; porque sin ese gobierno, pues a lo mejor nunca vamos a ver el pavimento, porque es una inversión fuerte”, expresó Adolfo.
Mariano Ortiz, presidente municipal suplente de Santa María Yucuhiti: “Hoy se ha volteado a los pueblos indígenas, al campo, a los pueblos rurales, a la gente pobre”.
En diciembre del 2020 se inauguró el camino de San Mateo Río Hondo, a 2 mil 300 metros de altura sobre el nivel del mar, en la región Sierra Sur, ahí el presidente municipal, Julio César López, destacó que ejercieron su recurso con honradez y hasta les sobró para hacer un arco de bienvenida y un andador.
“Hemos cumplido en el tema de transparencia, en el manejo del recurso… (sic) en esta obra tenemos un ahorro de 563 mil pesos… construimos 450 metros de andador para darle otra vista al pueblo.
“El recurso ha llegado directamente al pueblo y se estableció una figura muy bonita que tiene nuestro estado de Oaxaca, que es el tequio”, agregó Julio César.
Los pueblos pidieron permiso a la Madre Tierra para afectar su naturaleza, organizaron la mano de obra comunitaria, definieron cuadrillas, diez en promedio por cada pueblo, incluyeron a mujeres, repartieron un salario, la mayoría de ellos no lo vieron como pago sino como apoyo, porque hacer el camino era parte del Tequio, el trabajo por el bien común.
Cada pueblo le ha puesto su toque personal: unos dibujaron flores y figuras hechas con las mismas piedras de colores de la región, como en San Pedro Yucunama, o como en Santa María Yucuhiti, donde hicieron mosaicos con la caricatura presidencial y sus frases como la de “me canso ganso”.
La gente que trabajó en la construcción platica, habla de solidaridad, de la alegría de ver que su obra empezaba a tomar forma, de levantarse de madrugada, con gusto, o trabajar de noche para ganarle al calor.
Con seriedad recuerdan el reto que les representó luchar contra la lluvia que se llevaba el material por las pendientes o les deshacía lo construido, o de ampliar a 6 metros un estrecho tramo de menos de 3, en el voladero.
Hablan hasta de competencias entre pueblos por ver a quién le quedaba mejor, pero en realidad a todos les preocupaba hacer un camino de calidad, que aguantara derrumbes, lluvias, sismos, que dure los 25 o 30 años que los técnicos dicen que puede durar si está bien hecho. Está de por medio el buen nombre de la comunidad.
Hacer sus propios caminos fue para ellos una obligación, un compromiso con su pueblo, con sus futuras generaciones. Una obligación para obtener un beneficio, el derecho a un camino digno.
Y en realidad eso significa Tequio en su origen más ancestral, así lo define el historiador y antropólogo Carlos Brokmann Haro en un artículo para la Biblioteca Jurídica Virtual de la UNAM.
“Lo que cada parte debe dar y a su vez lo que puede esperar. Una definición mínima de los derechos y obligaciones vistos desde la comunidad indígena”, precisa.
Tequio es una palabra de origen náhuatl “itonal in tlacaltl” que se traduce como “Lo que es carga de la persona”. Hoy en día se reduce a un sistema de solidaridad y cooperación social por usos y costumbres en las comunidades indígenas, explica.
Un camino que impresiona por el trabajo que realizaron sus pobladores contra toda adversidad y al filo del voladero, es el de Santos Reyes Pápalo en el distrito de Cuicatlán, en la región Cañada al norte de Oaxaca.
Los cuicatecos que fundaron Santos Reyes Pápalo, en los años 1500, eligieron una montaña a 2 mil 30 metros sobre el nivel del mar, a 23 kilómetros de Cuicatlán, que hoy es su cabecera distrital.
Parecen muy poco, pero para recorrerlos a pie, todavía en 2019 hacían alrededor de cinco horas para bajar por las veredas y casi el doble para subir con carga de maíz o frijol.
En el año 1995 llegó la carretera de terracería, esos tiempos, tuve mi hijo. (Hoy) mi hijo tiene 27 años, tiene 27 años la carretera, pero ahorita hace dos años se terminó, ya pavimentada, ni eso teníamos, eran veredas”, recuerda Josefina Herrera, ama de casa.
Francisco Cerqueda, presidente municipal de Santos Reyes Pápalo, explica que en 1964 empezaron a construir su camino de terracería, en 1993 el Estado les ayudó con maquinaria para tumbar cerros y en 1995 lo terminaron. 31 años después.
Casi cumplen otros 30 años para que les llegara la pavimentación. Por eso cuando les dieron el recurso el pueblo no dudó en cooperar.
Cerqueda indicó que fueron dos kilómetros los más difíciles. Invirtieron los 24 millones de pesos que les dieron y pusieron un poco más de recurso municipal, para construir cunetas, muros de contención, guarniciones y pintura para carretera.
“Hicimos también un sobreancho un poco más de seis metros, porque es un trabajo que va a quedar para siempre, si se va a hacer, se va a hacer bien, porque va a quedar para el futuro.
“El camino está bien hecho, es un grosor de 20 centímetros, es un camino que ya está bien asentado la tierra, eso ayudó mucho y nos garantiza el trabajo que va a durar muchos años, no hay riesgo que va a haber derrumbes después”, aseguró.
Santos Reyes Pápalo es reconocido como un pueblo de albañiles. De los buenos y para la orografía de su montaña, lo hicieron en tiempo récord, 23 kilómetros en 23 meses.
“No fuimos a traer albañiles de otra parte, aquí somos albañiles”, dice orgulloso Hermenegildo Cardona, un maestro del oficio.
Hace unas cuatro décadas, la necesidad de alimentar a sus familias, los obligó a salir de la comunidad a buscar el sustento.
“No hay el pan de cada día y hay que salirle fuera, le estoy hablando del 84, el tren se agarraba en Cuicatlán, había antes, tomábamos el tren para ir a Puebla a trabajar.
“Poco a poco aprendimos el oficio, ahora hay muchos albañiles, en Puebla les gusta la gente de Oaxaca, que sí chambeamos, nada de que llega la hora y vámonos, sino que aquí la gente trabaja”, enfatizó Hermenegildo.
Leonardo Montiel Esperón, de 23 años, trabajó en la construcción y dice que lo más difícil fueron las curvas, los muros de contención en los voladeros y trabajar con lluvia.
La lluvia todo se lo llevaba, teníamos que volverlo a hacer, al principio hicimos nueve kilómetros, en un mes acabábamos un kilómetro, por los dos carriles. Lo que me emocionó fue que sí me dieron trabajo”, expresó.
Todavía en 2020 los ajenos al pueblo lo consideraban un camino estrecho, empinado y peligroso. Ahora el tiempo de traslado en vehículo se redujo de casi dos horas a 40 minutos o media hora para los que ya conocen.
“Ahora el camino es algo rápido, ya puedes bajar de aquí a Cuicatlán hasta en bicicleta. Antes se sufría bastante, se tenía que bajar caminando para ir a vender algunas cosas para ayudar a la familia, eran veredas, algunos tenían sus animales aprovechaban”, recuerda Leonardo.
Mucha gente sigue caminando porque el transporte público, que es una camioneta de redilas, cobra 50 pesos por pasaje. Para algunos es casi la mitad de sus ingresos diarios.
“Antes había transporte, pero también si no hay recurso, los que trabajan o si tenía que bajar uno, había que salir a las 3 de la mañana, para llegar a las 8, 9 (de la mañana) a Cuicatlán. Ahorita hay personas que todavía caminan, pero ya con la carretera es más rápido”, explica Josefina.
Este año empezaron a subir motocicletas como transporte público o llevan tortillas y otros productos, como los churros que llevan desde Puebla.
San Mateo Tlapiltepec, en la región Mixteca, se ubica a diez kilómetros de la autopista México-Oaxaca. Antes de que pavimentaran su camino hacían casi dos horas para llegar a la carretera federal. En tiempo de lluvia quedaban incomunicados por los arroyos crecidos, igual que la mayoría de los municipios oaxaqueños.
Silvia Martínez, residente, destaca que la pavimentación ayudará al comercio, al trueque, al abasto de alimentos, al empleo y a que los jóvenes salgan a estudiar.
“Pensábamos cuándo iba a llegar el día que nosotros íbamos a tener un buen camino, antes los jóvenes sufrieron porque tenían que salir de nuestra comunidad, caminando, pasar los ríos era peligroso y pensábamos ojalá que algún día alguien se acordara de nosotros, ahora los que vienen van a tener otras oportunidades.
“Las ‘Urvans’ (camionetas tipo combi del transporte público) empiezan a cruzar por el pueblo, podemos salir, hacer nuestras compras, a trabajar, porque aquí no hay fuentes de trabajo, ni escuelas. Si la gente sale a trabajar, va a entrar más dinero para nuestras necesidades”, expresó muy agradecida.
No fue un requisito, fue una petición, al menos el 20 por ciento. Las asambleas comunales lo tomaron como una obligación. Cientos de mujeres trabajaron en la construcción de sus caminos artesanales.
Se sumaron a 140 hombres y construyeron cuatro kilómetros de carretera sobre pendientes y tierra arcillosa y suelta. Barrieron, limpiaron, seleccionaron piedra. Aprendieron el oficio. Y algunas ahora son albañilas.
En Santa María Yucuhiti una cuadrilla de diez mujeres, de entre 19 y 48 años, marcó la diferencia al elegir las piedras más planas y aprovechar la riqueza mineral de sus montañas para variar los colores, verdes, amarillas, cafés, negras, blancas.
Estuvimos seleccionando la piedra, ponían la máquina que la hacía pedacitos, nosotros escogíamos las más planitas y más resistentes, las colocábamos en las carretillas y se las pasábamos a las cuadrillas de hombres”, explicó Teodora López.
“En lo estético, se ponía el acento, que se viera bonito, plano, para que quedara resistente, porque hay piedras que con un martillazo se quiebran”, añadió Katia López.
Rosario García, jefa de cuadrilla, destacó que hicieron trabajo en comunidad porque el pueblo entendió que el fin era tener camino pavimentado.
“Aprendimos a hacer trabajo en equipo, normalmente las carretera la hacen hombres, demostramos que las mujeres podemos”, dijo.
¿Y el machismo?, se les pregunta.
“A veces es difícil lidiar con el machismo, lograr no ser discriminadas, el trabajo que hacemos debe ser reconocido, como mamás, mujeres emprendedoras.
Al principio sí era como muy difícil con los compañeros, porque no somos lo mismo, luego empezamos a convivir más, nos echaban la mano y nos ayudamos entre todos”, contó Rosario.
En Santa María Yucuhiti hay que salir a buscar empleo, son incluso una comunidad donde las mujeres se van por temporadas a hacer trabajo doméstico en otros estados del País, como Sonora.
Hay madres solteras que no pueden salir y trabajan en la cosecha de café, hacen artesanías o prendas en telar, pero es insuficiente. Por eso Teodora López se involucró de lleno en la construcción del camino.
Estuvimos cuatro meses. Sí fue algo batalloso, pesado, sin embargo estuvimos ahí, fue de gran ayuda para nosotras, ahora queremos más trabajo y ya no hay, aquí es un pueblo y no hay trabajo de tiempo completo, se batalla mucho, más estando solas, con niños”.
Teodora López
Como ciudadanas, dijeron estar orgullosas de lo que construyeron, por eso hasta lo pintaron y pusieron barniz a las piedras.
“Como ciudadanas jamás se nos había volteado a ver para tener este camino, hace que estemos más cerca de la ciudad, con la gente enferma es más fácil llegar a los hospitales, ya mejoró todo, ya no quedamos aislados, para salir o viajar es más rápido”, dijo Rosario.
El presidente municipal suplente, Mariano Ortiz, ve en el camino una oportunidad para salir a vender o intercambiar alimentos.
“Con más tranquilidad sacamos un poco de producción, el maíz, la calabaza, los quelites, vamos a las mercados, a las plazas, si no tenemos dinero, hacemos el trueque, cambiamos frijol por quelite, semillas por calabaza, el trueque, la mano vuelta”, expresó feliz. Muy feliz.
Algunos caminos artesanales registran deficiencias, así se advierte en un informe detallado del INPI, también en una auditoría de la SCT realizada en 2019. En todo caso para la gente son mínimos y para la autoridad también.
La carga principal de las obras está sobre cada comunidad y en los funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) que son los responsables de capacitar y dar la asesoría técnica, y en los del Instituto Nacional para los Pueblos Indígenas ( INPI) que organizan, indican cómo operar el manual creado para el Programa de Pavimentación de Cabeceras Municipales y quienes se reúnen con los comités para resolver conflictos y todo tipo de contratiempos que se presentan.
El informe del INPI muestra centenas de reuniones con los comités y autoridades donde han tratado y resuelto los conflictos que van desde problemas agrarios, diferencias por linderos, el disparo de precios de los materiales hasta cómo construir sobre las fallas geológicas o en pendientes y bajo la lluvia.
Santa María Peñoles – Santo Tomás Mazaltepec; Santa María Zoquitlán – San Pedro Totolapan, son algunas de las comunidades donde los conflictos agrarios impedían concretar sus caminos.
En Santa María Yavesía padecieron lo que muchos pueblos de la sierra: Las intensas y constantes lluvias.
Hugolino Mendoza, coordinador general de Infraestructura Indígena del INPI, atribuye los daños y fisuras que se han registrado en algunos caminos, como en Santiago Laxopa, San Miguel Aloápam, Santa Ana Yareni, Santa María Temaxcalapa, Santa María Yucuhiti y San Pedro Yólox, este último el más señalado en redes sociales.
“Sí tenemos identificados unos caminos donde han tenido algunas fallas, pero han sido por alguna falla geológica, se han fisurado.
Hugolino Mendoza
“En San Pedro Yolox, ahí hubo una falla geológica de 12, 15 metros se tronó el concreto, pero se tronó porque por ahí pasa una falla geológica, se requiere un trabajo especial, Se les va a ayudar, se están haciendo proyectos específicos para atender ese tramo”, argumentó.
Las reuniones, dijo, han servido para que cada pueblo resuelva sus desacuerdos, porque al final no pierden de vista que lo que quieren es tener un camino pavimentado.
“Tenemos algunos pendientes, pero son pocos, la mayoría se han resuelto en mesas de diálogo, eso nos permite avanzar, se llega a acuerdos, en algunos casos acuerdan que el tramo que está en el municipio vecino, pues que lo ejecute el vecino.
“Son difíciles de negociar, cada caso es diferente, cada caso tiene su particularidad, las diferencias de muchísimos años, entonces no es fácil, cambiarlo, resolverlo de un día para otro”, comentó Mendoza.
Algunas de las fallas están también señaladas en una auditoría 25/2019 del Órgano Interno de Control de la SCT. El documento indica falta de supervisión de las obras, falta de pruebas de resistencia del concreto, incumplimiento en el diseño de los caminos y de la comprobación de recursos en 22 de los primeros 45 caminos que se iniciaron en 2019.
En mayo del 2021, el ingeniero Ángel García realizó un video para mostrar los aspectos técnicos que se deben tomar en cuenta para construir caminos de calidad. Pone de ejemplo algunas deficiencias y también buenas prácticas que se hicieron en algunas comunidades.
Advierte de hundimientos por no compactar bien el camino, de colocar guarniciones donde no se requieren o de cambiar el diseño en las roderas de concreto, que es rallado, especial para evitar saltos del vehículo.
“Cuando ves el aspecto artesanal de cómo lo trabajan las comunidades, pues se ven muy bonitos, pero hay que entender que son para que los vehículos rueden”, explicó.
Para la gente beneficiada, los detalles, deficiencias o errores que han tenido son pocos y fáciles de resolver, porque, coinciden en que nada se compara con quedar aislados, incomunicados o con caminar en el lodo.
“Se nos hundió un poco el camino, hay una falla geológica, lo vamos a resolver, no es nada porque nos beneficia mucho, porque ya no estamos metidos en el fango, como pasaba antes que caminábamos en el lodo, los vehículos, nosotros, tuvimos muchísimos problemas, accidentes, ahora así como viene el camino vamos con más seguridad, con más tranquilidad”, respondió Mariano Ortiz, presidente municipal suplente de Santa María Yucuhiti.
“¿Ve que tan agradecidos estamos?”, dice mientras muestra, sobre el camino, los mosaicos con la figura presidencial.
En enero del 2020, se inauguró en San Antonio Sinicahua, en la Mixteca Alta, el primer camino construido. Ahí el presidente Andrés Manuel López Obrador atribuyó el éxito del programa a las costumbres ancestrales de los pueblos, como el Tequio y su sistema político que se rige por asambleas comunitarias.
“Para orgullo de ustedes no se podía haber iniciado en todo el País, sólo aquí en Oaxaca, hay condiciones inmejorables para hacerlo así, para entregar a la autoridad su presupuesto y decirles: Con la asamblea decidan, háblenlo ustedes.
AMLO
“Aquí se entrega el dinero y la asamblea y todos participan y están cuidando que ese dinero se emplee, se aplique bien”, externó el presidente, “La cultura de su organización social, la importancia del tequio, de la ayuda mutua, esto que viene de lejos, la honestidad de las autoridades”.
El presidente contó cómo sus mismos funcionarios federales tenían dudas.
“Los funcionarios que manejaban estos programas decían: No saben los campesinos hacer un camino ¿Cómo no van a saber si fueron sus antepasados los constructores de Monte Albán? Son los mejores trabajadores de la construcción en el mundo”, enfatizó.
En este proyecto de pavimentar caminos rurales han quedado fuera empresas constructoras, que antes con un soborno eludían responsabilidades.
“Tenía que dar un moche, un soborno, ahí empezaba mal ya, porque ya no tenían ninguna responsabilidad, por lo general ponían una capita de carpeta asfáltica, que no aguantaba las lluvias y volvía a ser camino de terracería”, señaló.
En ese mismo evento, el entonces Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriu, dijo en su discurso:
“La experiencia ha sido inmejorable, cuando usted señalaba que había que hacerlo así, porque estas personas son las más honestas y que quienes harían los caminos eran los mejores trabajadores de la construcción que existen, sabía por su recorrido permanente por la historia y el territorio de México, que hoy confirmaríamos punto a punto lo que usted nos decía”, dijo Jiménez Espriu.
En diciembre de 2018, en San Juan Evangelista Analco se entregaron los primeros 45 cheques para empezar las obras. Para fines del 2019 estaban pavimentándose 108 caminos, con una inversión de 623.62 millones de pesos.
“En tres años (2019-2021) se concluyeron 96 caminos de un universo de 215, se han pavimentado mil 469.61 kilómetros, con una inversión de 6 mil 160.23 millones de pesos.
“Es haber pavimentado tres veces la autopista de Oaxaca a la Ciudad de México, hay 460 kilómetros entre ambas ciudades”, dijo Mendoza.
Este 2022 se está trabajando en 115 caminos y esperan terminar 39 este mismo año y el resto entre 2023 y 2024, para que los 570 municipios de Oaxaca cuenten con accesos pavimentados en todas sus cabeceras municipales.
Serán en total 215 municipios en Oaxaca. Esto significará pavimentar 3 mil 30.92 kilómetros, con una inversión total de 13 mil 30 millones de pesos.
Quedará pendiente la pavimentación de los caminos hacia las agencias.
“Hay una gran demanda de solicitudes a agencias municipales, en este sexenio no sería posible atender a tanto, de momento sólo cabeceras municipales”, externó Mendoza.
López Obrador pone de ejemplo a los indígenas oaxaqueños, tanto que ahora este programa de pavimentación ya se llevó a la Nación Yaqui en Sonora, a los pueblos de Guerrero.
“Es un ejemplo a nivel nacional, a nivel de otros pueblos, lo que ustedes están llevando a cabo.
“¿No van a poder hacer un camino? Ni que fuera la gran cosa”, dijo López Obrador.
La pavimentación de sus caminos no saca a los pueblos de Oaxaca de sus altos niveles de pobreza, aunque ha llevado esperanza a la gente, así lo han dejado ver los alcaldes que en cada inauguración han tomado valor para sacar largas listas de peticiones añejas, que van desde la solución a conflictos agrarios, infraestructura hidráulica, agua potable, Internet, hasta fuentes de empleo.
Este trabajo se realizó como parte del programa para periodistas desplazados de la Red de Periodistas de a Pie. El recorrido en las comunidades se realizó durante el mes de merzo de 2022
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