19 diciembre, 2021
En la segunda vuelta electoral de Chile, el candidato progresista obtuvo el 55.8% de los votos frente al 44.1% del derechista José Antonio Kast. Miles de chilenos salieron a las calles a festejar la victoria que promete cerrar el experimento neoliberal que inició con el dictador Pinochet
Texto: Daniela Pastrana
Foto: Claudio Reyes / AFP
CIUDAD DE MÉXICO.- Los fantasmas de la primera vuelta electoral de Chile se despejaron. Gabriel Boric será el próximo presidente de Chile y con eso culmina lo que para muchos es una larga transición de 31 años, desde que Augusto Pinochet entregó el poder a un gobierno civil.
Este domingo, en la segunda vuelta electoral, votaron 8.3 millones de chilenos, que representan el 55 por ciento del censo nacional. Es el mayor porcentaje de votación registrado en ese país desde que el voto es voluntario (2012) e incluso es un porcentaje ocho puntos más que en la primera vuelta, el 21 de noviembre. Con 99 por ciento de las boletas computadas, el resultado fue contundente: Gabriel Boric obtuvo 55.8 por ciento de los votos, frente al 44.1 del candidato de extrema derecha, José Antonio Kast.
El triunfo de Boric, de 35 años, abre las puertas de la política chilena a una generación forjada en las revueltas de 2011 y 2019. El 11 de marzo, cuando tome protesta, se convertirá en el presidente más joven en la historia de Chile. Y el presidente saliente, Sebastián Piñera, deberá entregar el poder a quienes se movilizaron contra su gobierno en sus dos mandatos a pesar de una dura represión.
“Boric tenía cuatro años cuando el dictador Augusto Pinochet entregó el poder a un gobierno civil. Y por eso mira hacia adelante, sin el lastre militar. Es la generación que se crió ‘sin miedo’, y rompió con la centroizquierda tradicional que entre 1990 y 2010 condujo la transición democrática bajo el paraguas de la Concertación. Chile ha dado además la espalda a la memoria de la dictadura, al discurso de orden y seguridad que defendió su rival, José Antonio Kast, para mirar hacia un futuro que ahora se abre lleno de incógnitas, con deudas por saldar y muchas promesas por cumplir”, dice El País.
Boric quedó en segundo lugar en la primera vuelta del 21 de noviembre, una jornada que estuvo marcada por la polarización. Aunque muchos analistas consideraron difícil que pudiese remontar el resultado, pues no había antecedentes similares en Chile de algo así, el candidato tendió una mano y consiguió el apoyo de los partidos de la Concertación, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Con eso sumó los votos de personas que le tenían desconfianza por su alianza con el Partido Comunista. Ahora, la ventaja que obtuvo fue mucho mayor de la esperada por el propio candidato. De acuerdo con los resultados, el izquierdista arrasó en los barrios pobres, entre las mujeres y los votantes menores de 30 años.
Pocos minutos después de que se declarara el triunfo de Boric, las calles del centro de Santiago y otras ciudades chilenas se llenaron de personas que tocaban bocinas y ondeaban banderas chilenas y de la campaña del candidato izquierdista.
La victoria del joven político pone un final de esperanza al estallido social impulsado por los jóvenes chilenos hace dos años, el cual abrió la puerta a la redacción de una nueva Constitución que sustituirá la Constitución pinochetista de 1980. Boric ha respaldado el trabajo de la Convención Constituyente. El nuevo texto deberá aprobarse en un plebiscito en julio de 2022.
Boric ganó las elecciones con promesas de cambios profundos, estructurales. Sus propuestas son las mismas de los jóvenes que cansaron de ser el experimento neoliberal, que dejó a las empresas la administración de los servicios públicos y terminó por forjar una sociedad desigual, de familias endeudadas y con un Estado mínimo y ausente.
Apenas confirmado su triunfo, Boric sostuvo una llamada con Piñera. Le aseguró: «Seré el presidente de todos los chilenos y chilenas, no gobernaré solo entre cuatro paredes».
«Todos esperamos que tenga un buen gobierno para Chile», le respondió Piñeira.
Pero el triunfo también abre una nueva veta a la izquierda en América Latina, tras los recientes triunfos de Bolivia y Perú. En julio pasado, cuando ganó las primarias de su partido, Boric citó en su discurso una frase de Salvador Allende. “Se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre y la mujer libre para construir una sociedad mejor”.
Durante la campaña, rescató la memoria de aquel gobierno socialista de los setenta y rompió lazos con los partidos tradicionales que dirigieron la transición democrática a partir de 1990, lo que puso en vilo el resultado en la primera vuelta.
Boric votó temprano en Punta Arenas, en el extremo sur de Chile y después viajó a Santiago de Chile, donde esperó los resultados. Su contrincante, quien en días pasados evitó asistir al funeral de Lucía Hiriart en un intento de desmarcarse de Pinochet, votó en Paine, una pequeña ciudad al sur de la capital, donde se asentó su familia, inmigrante alemana.
“Boric merece todos mis respetos, ganó en buena lid y esperamos que tenga un buen Gobierno”, dijo Kast a sus seguidores, sin esperar el conteo final.
Pero los desafíos que enfrenta Boric son grandes. La victoria de la izquierda en Chile será limitada por el empate que se mantendrá en el Senado. Además, presidente elector deberá despejar la incertidumbre económica y calmar los mercados, al mismo tiempo que tendrá que enviar señales a los socialistas que se volcaron en su campaña.
Y hay uno más que señala la nota de El País: “quizá el mayor desafío del presidente electo será recomponer el clima político y social de Chile, altamente polarizado luego de esta campaña presidencial donde se enfrentó el más izquierdista desde Salvador Allende y el más derechista desde Augusto Pinochet”.
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