Bolivia, Evo y desarmar la guerra

12 noviembre, 2019

Raquel Gutiérrez fue presa de conciencia en Bolivia. Ahora, como académica en México, analiza los sucesos en el país del sur, a partir de su experiencia como integrante de las luchas comunitarias en las décadas de 1980 y 1990. Convoca a salir del binarismo entre los gobiernos de izquierda y derecha, entre la postura del golpe y no golpe, para escuchar las voces feministas que están pensando y construyendo alternativas

Texto: Daniela Rea

Foto: Especial

Las reflexiones de Raquel Gutiérrez Aguilar ocurren en tres tiempos: el viernes 8 de noviembre, enmedio de protestas contra Evo Morales en Bolivia; el segundo, el domingo 10 de noviembre, con la deposición; y el tercero, con Morales llegando a suelo mexicano.

Momento 1. Viernes 8 de noviembre

El pasado viernes 8 de noviembre Raquel Gutiérrez Aguilar escribió el artículo “Bolivia: la profunda convulsión que lleva al desastre”   donde analizó la sucesión de hechos después del 20 de octubre cuando se llevaron a cabo las elecciones presidenciales y que tenían esa noche a Bolivia en vilo. No se sabía entonces, pero Evo Morales renunciaría dos noches después.

Gutiérrez Aguilar actualmente es académica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. En las décadas de 1980 y 1990 vivió en Bolivia y  participó en la insurgencia de las comunidades aimaras y quechuas. En el año 2000, luego de salir de prisión, donde fue internada y torturada como represión por su lucha política, se unió a la lucha por el agua en Cochabamba.

En su artículo y contexto, Raquel Gutiérrez trajo al presente lo que ella nombra “un fraude desde hace diez años. Desde que se pactó la constitución y la permanencia del latifundio” desde un gobierno que desconoció “cualquier otra forma en competencia de acuerpamiento político negando, desde entonces, la ampliación democrática”. Recordó también el referéndum de febrero de 2016 sobre la reelección de Evo Morales por cuarta vez. 

“Y Bolivia dijo NO. No a la reelección indefinida de un régimen político de fomento al extractivismo aunque con retórica anti-imperialista y rígidamente autoritario aun vistiendo el disfraz plurinacional. Un régimen político extractivista pues, ferozmente anti-comunitario y misógino”.

Raquel Gutiérrez

Y entonces llegó el 20 de octubre. El día de las elecciones Evo Morales postulado a través del Movimiento al Socialismo (MAS) y Carlos Mesa por Comunidad Ciudadana, y la falla o el cese del conteo de votos en tiempo real. Los días siguientes, las disputas entre uno y otro lado, que la artista y activista María Galindo llamó “pelea de gallos” proponiendo desde entonces a pensar en una mediación desde las mujeres. Luego llegó la exigencia de la segunda vuelta electoral.

“Resultó entonces que quedamos así: Evo cada vez más enojado, cercando con sus aliados la Plaza Murillo que es el corazón político de La Paz, diciendo que su voluntad es ley en medio de disturbios crecientes por todo el país; Carlos Mesa descolocado y anulada su capacidad de hablar; Camacho, yendo y viniendo de Santa Cruz a El Alto, afirmando que él es la salvación de la nación por designio de dios. Víctima-verdugo-redentor: en la confrontación política se instaló amplificado el triángulo simbólico patriarcal por excelencia. 

“Así, la mediación de la palabra feminista/femenina se hace cada vez más urgente y, a la vez, resulta más difícil. Se hace cada vez más complicado enunciar las palabras y diseñar las acciones que puedan hacer entrar aire en ese trágico triángulo que terminará por tragarnos a todas. Algunas voces se asustan y eligen plegarse a alguno de los redentores en oferta, otras nos empecinamos en no hacerlo”.

El viernes 8 de noviembre Raquel terminaba el día pensando en cómo “reforzar una voz colectiva y pública que vuelva audibles las palabras, propuestas y deseos feministas, las voces de las mujeres atrapadas en la pugna patriarcal por el dominio y el control de nuestras vidas, las decisiones de las comunidades que rechazan el extractivismo acelerado y las ideas de los varones no violentos”.

Momento 2. Domingo 10 de noviembre por la noche

–¿Cuál es tu análisis del proceso que vimos en Bolivia, cómo se llegó a esta noche? 

–Ahorita, lo que estamos viendo es una implosión, una implosión. Ellos se cayeron porque no estuvieron dispuestos a retroceder, a ceder, no estuvieron dispuestos. ¿Cómo llegamos hasta aquí hoy? Podemos hacer este recuento de datos, de hechos, pero yo siento que hay que esperar un ratito, dos días, a que se aquiete un poco de brincar el polvo. 

 –¿Es un golpe?

–¿Un golpe contra quién? Esa es la cosa… es un golpe contra la fuerza social que estaba en vías de recuperación, de organización. Eso es lo que yo creo.

Las imágenes que circularon son muy fuertes. Camacho dirigiéndose a Palacio y los policías le abrieron la puerta, con su bandera y su biblia. Esa foto es pesadísima en el imaginario, en el constriur esta historia del golpe. Ves la foto, pero no ves toda la sabiduría popular ayer de: ‘espérense, vamos a calcular, a ver si Evo ya entiende’. La gente decía que Evo convoque a elecciones. Hoy se acabó de caer el machismo leninista, se fue llorando y nos dejó el país incendiado. Es un ciclo que se cierra con militares en las calles, pero bueno, así toca. Vamos pensando con calma. Esto es de mediano plazo. Se acabó un ciclo.

-¿–Qué pasa, qué pasó con Evo y su gobierno en relación a la organización horizontal de las comunidades?

–Lo que hizo fue una clientela. Es México, pero con 13 años adelante. Lo que estamos viendo aquí, lo que AMLO hace: desoír, clientilizar. Eso es lo que había allá. Y con un hombre que tenía muy buen discurso. Había 10 años de eso. Pero después de eso ha sido una barbaridad de extractivistmo, de indolencia, de irse sobre las comunidades.

–¿Cuáles son las propuestas de los movimientos sociales y la respuesta de Evo Morales a esas propuestas de los movimientos?

–Tienes movimientos sociales plenamente desarticulados porque se planteó la hegemonía. Porque contra quienes se vino el gobierno del MAS fue contra la pluralidad de los movimientos y sus voces. Las voces estaban un poco a la saga, viendo, calculando… La onda del fraude sí era una cosa de clases medias y el único sector popular explícitamente denunciando el fraude eran los de coca, los cocaleros del lado de La Paz. 

Estoy esperando que hablen los aymaras, que vuelvan a aparecer las voces de las mujeres organizadas, las feministas. Hay que esperar que esto acabe de caer. 

En América Latina hemos visto a personajes que se han dedicado a desarrollar sistemáticamente una capacidad para enajenar y apropiarse de esfuerzos colectivos y concentrarlos. 

–Es esto la crisis de lo que expropió nuestra fuerza. Ellos se fueron a jugar a la víctima ¿y quién se va a quedar a bancar lo que venga? Nosotros. Se quedan los pueblos, las mujeres. Si el Ejército se alía y se arma un gobierno de transición tutelado por el Ejército nos irá del carajo. Pero si mañana el Ejército no hace eso y más bien hay un gobierno constitucional que llama a elecciones y se discute quienes van a participar, lo que se estaba empezando a armar cuando renunciaron… Empujaron hasta allá, no respetan a la gente.

–¿Cuándo percibiste que esto devendría en esta convulsión?

–Cuando el día de las elecciones empezó a ocurrir algo que en México 2006, el conteo que se detiene. Pero Bolivia protesta de otro modo, en Bolivia se impone un caudillo pero siempre está tensa la relación con el caudillo y se movilizan otros bloques que no lograban expresar su palabra. Que quedaban bajo el discurso de Carlos Mesa.  El día de ayer desde el 20 de octubre fue el primer día que se dignó Evo a decir que escucharía a alguien.

–¿Qué significa esto para las luchas indígenas en Bolivia y en América Latina?

–Es muy grave. Porque no hay cosa más horrible que hoy haya gente quemando las whipalas. Es horrible, es espantoso. Pero el problema es algo así como la gigantesca simulación que lograron montar los del MAS con la complacencia de un montón de sentido común de izquierda muy ramplón. Hoy vimos unos machos tristes contando que han hecho lo mejor que han podido, esa es la mentira. 

Yo nunca me había sentido tan agraviada, tan triste. Una polarización que te tapa la boca, entre un gobierno de izquierda y derecha y ahí no pueden hablar los pueblos, las voces críticas, la autonomía. Hay una lucha de izquierda, pero los gobiernos de izquierda son los que traicionan. Entonces ¿cuál es el contenido de una lucha de izquierda? ¿Qué significa desarmar el neoliberalismo? Ese es el gran problema, desarmar el extractivismo neoliberal que no se acaba con la pura retórica. 

–¿Qué se mueve en América Latina?

–Hay un movimiento de insoburdinación a lo que se nos había impuesto durante todos estos años como único destino posible y no hay una plena claridad de qué significa terminar de desarmar los sistemas neoliberales.  Si el régimen chileno era la perla del neoliberalismo, el régimen boliviano era la perla del progresismo. Hay un fenómeno de implosión, implosión del extractivismo neoliberal pleno. Obviamente en Bolivia se van revolviendo capas y capas de problemas, de variantes. Se cayeron esos regímenes. Y obviamente en Bolivia la derecha empujó, empujó mucho. 

Sin embargo esto no nace de repente y sólo por fuerza de derechas. Las fuerzas en contra de Evo esperaron el momento más propicio, cuando saben que pueden activarse. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Evo perdió la base.

Momento 3. Lunes 11 y martes 12 de noviembre. 

Raquel Gutiérrez trata de hilar algunas ideas en la vorágine de hechos, de datos, de información que fluye, de emociones. Escribe:

La cúpula del MAS que hoy renunció, dejó un país incendiado e hirviendo la caldera del odio. Ellos no sufrirán las consecuencias de lo que venga. Cómodamente podrán continuar contando su historia del “golpe-cívico”, negando su responsabilidad y regodeándose en su papel de víctimas, soñando que algún día volverán otra vez como redentores. Las consecuencias de lo que venga, las peleará y las sufrirá la población trabajadora y comunitaria de Bolivia; las sentirán en sus cuerpos las mujeres y las disidencias. 

Implosionó un régimen político que se nutrió hace años de una heterogénea y plural fuerza colectiva; energía creativa que después, el propio MAS desconoció y disciplinó subordinándola como clientela. Eso colapsó hoy. Los gobiernos se van, los pueblos quedan. Conviene no olvidarlo.

–Hace un par de días preguntaba si se trataba de un golpe

–Hay una coproducción de golpe. Nos tragó el triángulo (Víctima-verdugo-redentor). Lo que siento es que había una rebelión juvenil en expansión que estaba pensando a muchos sectores populares. Eso estaba pasando. Y cambian el escenario, ellos (gobierno) enfrentan una disyuntiva: no vamos a perder y preferimos ser mártires que perdedores. No hay capacidad de retroceder y entonces empezar esta gigante narrativa de la victimización. ¿Y quién está sufriendo? Es la población boliviana. Las tiendas están cerradas, esta empezando a dejar de haber comida, todo está alterado. Eso por un lado está súper bien porque saca del encierro doméstico la vida, pero por otro lado es lo que se siente inmediato como una amenaza. 

La importancia de nombrar lo que vemos ¿Es golpe o es fraude? ¿Es golpe o no es golpe? Así parece estar encuadrada la discusión hasta esta hora en Bolivia. Es una discusión que está instalada, sobre todo, hacia afuera de Bolivia, para que se organice el alineamiento regional en una u otra posición. Lo importante es que se instale la idea de que lo que vemos es un golpe y que no haya manera de salir de ahí. Morales y Camacho, en esto, son simétricos, ambos han producido eso que llaman “golpe”.

Sin embargo, en Bolivia, cada vez con más angustia vemos que esa manera de nombrar no sirve para instalar aquello por lo que luchamos. Discutir desde ahí no sirve hoy, porque sólo incrementa la polarización binaria que cancela la posibilidad de autonomía política y simbólica.  Quienes no estamos dispuestas a quedar situadas atrás de uno u otro de los bandos en conflicto creciente, tratamos de rastrear hechos elocuentes y de significarlos con cabeza propia.

Raquel propone analizar la salida de Evo Morales y su gobierno desde una perspectiva feminista. Ensaya nombrar lo que sucedió como “abandono de funciones”, como una técnica. “La policía abandonó sus funciones cuando se amotinó y el gobierno abandonó sus funciones cuando renunció”.

“Morales y sus colegas se autoelogiaron en cadena nacional, se despidieron y se fueron. Sin ninguna autocrítica, sin una sola palabra sobre su responsabilidad en la configuración de la tremenda situación política, sin tomar ninguna acción en el traspaso del mando político en Bolivia, asunto que hasta hoy continúa indefinido”. El abandono, concordante con la “irresponsabilidad paterna”. Y mientras, las mujeres, las comunidades, “a sostener la vida”.

–Vimos a la distancia el Parlamento de las mujeres. Que diversas y juntas celebraban “no hay transporte, la Cámara de Diputados no ha podido sesionar, pero nosotras estamos aquí, llenando un cine” para compartir la palabra. 

La palabra entre diversos, plural, diversa, crítica y dolida, es lo único que puede salvarnos de la guerra civil y de la continuación del extractivismo, la impunidad y la violencia.

Nota: este texto se elaboró a partir de los escritos que Raquel Gutiérrez publicados en Zur, de una entrevista realizada el domingo 11 a las 9 de la noche; además de apuntes personales que Raquel Gutiérrez compartió con Pie de Página.

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Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.