Resulta paradójico que quienes se supone que nos van a gobernar para cuidar nuestro entorno, lo dañen. A pesar de los males ecológicos que sufre el planeta, la propaganda electoral no ha cambiado sus malas prácticas contaminantes
Por Duilio Rodríguez / X: @duiliorodriguez
Desde noviembre del año pasado los partidos políticos empezaron poco a poco a apoderarse de las calles de las ciudades e inundarlas con propaganda electoral.
Impresiones en lona y plástico con los retratos de candidatos llenan postes, bardas, puentes peatonales, cables o cualquier espacio público.
No solo las candidatas a la presidencia optaron por imprimir materiales plásticos o lonas con su rostro, también candidatos a gobernadores, senadores, diputados y alcaldes usaron cada avenida o calle principal sin ningún reparo en la contaminación que generan.
El único partido político que decidió no usar este tipo de propaganda visual es Movimiento Ciudadano, cosa que se agradece, ellos encontraron otras formas de taladrar nuestro cerebro sin contaminar de forma tan agresiva el medio ambiente.
En algunos lugares muchas de esas lonas partidistas aparecen tiradas en el piso, unas porque las arrancaron adversarios políticos para colocar las suyas y otras porque las quitaron los propios ciudadanos que están hartos de ver como se contamina la vía pública.
Inclusive hace unos días activistas de la agrupación Greenpeace México, realizaron un campaña para devolver la propaganda electoral en la sedes de los partidos, PRI, PAN PRD, MORENA, PT Y VERDE con el mensaje «La basura electoral es una mala elección”
Los ciudadanos, activistas o no, tienen razón en quererlas quitar y devolverlas a quienes nos las impusieron, otros harán un esfuerzo por reutilizarlas, pero la inmensa mayoría terminaran en la basura, porque aún cuando ésta sea reciclada no deja de ser basura.
En el esfuerzo por reutilizar las lonas hay quienes han optado por hacer bolsas o como los estudiantes de la UNAM que las usaron para instalar el campamento frente a Rectoría para protestar por el genocidio en Palestina.
Pero por más que se quiera reutilizar la propaganda para prolongar su uso de forma cotidiana, su verdadero uso no fue más que el de haber estado expuesta para que vieramos la cara de algún político del que no sabemos mucho o nada.
Si bien las campañas electorales se deberían dar en contextos de contraste entre posturas políticas o ideológicas, el contenido de la propaganda impresa es muy escasa.
Lo que predomina en este tipo de propaganda son fotografías de los candidatos, su nombre, los logotipos de los partidos políticos, y mensajes breves: “Vota este 2 de junio por…”, “el cambio viene”, “vota para presidenta”, “el futuro de la 4T es verde” etc…
No creo que con el afán de que conozcamos el rostro de los candidatos, valga la pena el enorme costo económico y el daño al medio ambiente que genera este tipo de propaganda.
¿En un mundo cada vez mas dañado por la contaminación se debería seguir permitiendo este tipo de propaganda? Pienso que no, además existen alternativas menos sucias y mas efectivas para que podamos conocer a los candidatos.
La primera y la más importante es la cercania con la gente, pero si de plano no hubo esa exposición directa con el electorado, los candidatos tienen como alternativa el uso de las plataformas digitales que llegan directamente a millones de personas en sus distintas versiones.
Por otro lado los topes máximos de gastos autorizados por el INE no son pocos y éste dinero bien se podría recortar para utilizarse en beneficio de la gente.
Aunque la impresión de carteles y mantas sea una de las formas de hacer propaganda más barata, se trata tal vez de la forma más abusiva de apoderarse del espacio público.
La comunicación visual ha cambiado y hoy no tiene justificación el uso de propaganda electoral como la que vemos invadiendo las calles.
Según los propios criterios del Tribunal electoral, “la propaganda política tiene por objeto crear, transformar o confirmar opiniones a favor de ideas y creencias, así como estimular determinadas conductas políticas, mientras que la propaganda electoral no es otra cosa que publicidad política, que busca colocar en las preferencias de los electores a un partido, candidato, programa o ideas”
Resulta paradójico que quienes se supone que van a gobernar para cuidar nuestro entorno, lo dañen.
La contaminación visual aunada a la contaminación del espacio físico debería considerarse como un agravio a la ciudadanía, por ahora el daño ecológico ya está hecho, lo que si podemos es exigir que no se vuelva a repetir.
Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.
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