Una expedición en los arrecifes del Banco de Campeche ha rendido sus informes, demostrando la conexión que existe entre los arrecifes de Alacranes y de los Bajos del Norte. Sin embargo, también ilustró sobre los peligros que amenazan a estos ecosistemas
@eugeniofv
A 130 kilómetros casi exactamente hacia el norte del puerto de Progreso, en Yucatán, asoman sobre el agua cuatro pequeños islotes rodeados por un montón de promontorios coralinos. Se trata del arrecife Alacranes, que es parte de un parque nacional que lleva su nombre. Un poco más hacia el norte y al oriente, sin embargo, está un arrecife igual de importante que no es objeto de ninguna protección.
Entre ambas formaciones albergan una enorme riqueza y biodiversidad de la que depende el equilibrio de todo el golfo de México y que está cada vez más en peligro por la pesca ilegal, las especies invasoras y la crisis climática, que merman sus poblaciones y hacen más difícil su recuperación. Con todo, estamos muy a tiempo para conservarlos y restaurarlos donde hace falta. Para ello, urge ampliar el polígono del área natural protegida (ANP).
Se dice que conocemos mejor la superficie de la luna que el fondo del mar, porque apenas se lo ha explorado y no se lo ha terminado de mapear. Para ayudar a remediar esa situación y para conocer a cabalidad cuál es el estado del arrecife y de la vida que lo anima, la ONG Oceana lanzó hace un año una expedición que ahora presenta un informe ejecutivo, concentrado sobre todo en los hallazgos científicos y en documentar como no se había hecho antes la honda conexión entre los dos arrecifes, el de Alacranes y el de los Bajos del Norte.
La expedición confirmó que se trata de lugares con una enorme diversidad en corales, en fauna marina, en vegetación. Además, encontró que ambos son arrecifes muy distintos: uno tiene especies de coral que el otro no. Por su distancia a la costa, su ubicación respecto de la corriente de Lazo que le da la vuelta al Banco de Campeche y otros factores, las dos formaciones son refugio y hábitat para las larvas de especies distintas. De forma que hay que conservar los dos lugares, pues con uno sólo no basta.
La importancia de proteger mejor los arrecifes del Banco de Campeche ha quedado mucho más clara ahora, porque ha quedado en plata y bien documentado su papel como espacio de reproducción y maduración de las especies que luego se pescarán mar adentro. También quedó claro que es un lugar bien dado a la maravilla y al asombro.
La expedición de Oceana mostró a los científicos que participaron en ella que hay muchísimo que simplemente no se conoce de esa área y que está llena de especies nuevas para el ser humano, que están todavía por estudiarse. La salud de los ecosistemas, además, parece estar relativamente bien, aunque en el caso del arrecife Alacranes hay muchos sitios en estado “regular”, por tener poco coral y muchas algas y sedimento.
Este entorno tan especial, crucial para conservar sano, bello y productivo el golfo de México, está en serio peligro. Por ejemplo, la expedición detectó que también ahí está presente el pez león, una especie que tiene su hábitat natural del otro lado del mundo, en el sudeste asiático, que es muy agresiva y que ha invadido ya muchísimas pesquerías del golfo. Mucho peor, en este tiempo invertido en la zona Oceana detectó una constante presencia de pescadores ilegales —tanto comerciales como deportivos— que campan a sus anchas y sin que las autoridades intervengan; a pesar de que muchas veces entraban al agua a poquísima distancia de sitios donde se supone que la Marina tiene una presencia vigilante permanente.
Así las cosas, las conclusiones de la expedición de Oceana son claras: urge ampliar el polígono del parque nacional Arrecife Alacranes para que incluya también los Bajos del Norte, y eso apenas sería suficiente, pues hoy en día no está bajo una categoría de resguardo ni el 2 por ciento de la zona. Además, se tiene que dotar de mayor presupuesto, personal y capacidades a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, porque la ausencia del Estado en la zona es justamente lo que ha permitido la pesca ilegal, y porque la adaptación al cambio climático deberá ser asistida y no ocurrirá por sí sola, al menos no en el tiempo que los humanos necesitamos.
Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.
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