Texto: Ernesto Aroche / Lado B. Foto: Archivo Lado B
Extracto del libro “Gobernadores, caciques del pasado y del presente”, del capítulo dedicado a Rafael Moreno Valle Rosas, el recién fallecido ex gobernador de Puebla, en donde se muestra como construyó su carrera política y un grupo a su alrededor de priístas jóvenes que terminaron migrando a otros partidos para acabar con la hegemonía tricolor en Puebla con las mismas formas del PRI
Este reportaje fue publicado originalmente en: Lado B
“No es tu tiempo, Rafael”, le dijo Melquiades a su ahijado político, Rafael Moreno Valle Rosas, que en ese momento ocupaba una curul en la Cámara de Diputados, cuando le informó que el candidato a sucederlo no sería él, sino Mario Marín Torres, secretario de Gobernación en el sexenio de Manuel Bartlett y expresidente municipal de la capital poblana (1999-2003).
Ese mismo día, el 3 de marzo de 2004, el equipo de Moreno Valle convocó a la prensa para anunciar su declinación a favor de la candidatura de Marín. El reportero Martín Hernández registró en el diario La Jornada de Oriente que Moreno Valle reconocía que Marín le superaba en las encuestas que tenía el PRI, y que en aras de no dañar al partido se sumaba a su candidatura. Moreno Valle también rechazó que “hubiera negociado canonjías para él y su grupo”.[1] Pero no era cierto, sí hubo una negociación –Moreno Valle lo narraría años después–. El acuerdo fue que iría como candidato plurinominal para una diputación local, sería nombrado presidente de la Gran Comisión y de ahí brincaría al Senado.
No obstante, Marín no le cumplió, o no del todo. Moreno Valle sí fue nombrado presidente de la Gran Comisión en la cámara poblana, pero sólo como figura decorativa, el verdadero líder de los diputados fue Pericles Olivares, operador de Marín. Y en 2006 Marín dejó de lado a Moreno Valle en la definición de candidaturas al Senado y nombró a Mario Montero Serrano, otro de sus cercanos. Mientras que desde el Comité Ejecutivo Nacional nombraron a Melquiades Morales, cerrando así las candidaturas.
Mario Marín empujó a Moreno Valle fuera del PRI. Pero su ingreso a las filas del PAN fue producto de otra priista: Elba Esther Gordillo.
A ella la conoció políticamente en 2003 durante su estancia en la Cámara de Diputados. Ella era la lideresa de la bancada tricolor y Moreno Valle se alineó a su grupo. Ahí y en el conflicto que la lideresa del magisterio tuvo con el presidente del PRI, Roberto Madrazo, fue Gordillo quien negoció directamente con Felipe Calderón la postulación del poblano al Senado, ya bajo las siglas del PAN. Así lo cuentan panistas y personas cercanas al nieto del general. Aunque también intervino la poblana Josefina Vázquez Mota y panistas de cuño y abolengo, como el exsenador poblano Francisco Fraile.
La noticia no cayó bien a todos los militantes albicelestes. A principios de marzo de 2006, Ana Teresa Aranda, que en ese momento despachaba como secretaria de Desarrollo Social en el gabinete de Vicente Fox, recibió la novedad como un golpe directo a las entrañas. Sin embargo, Ángel Alonso Díaz Caneja, el panista que había logrado la candidatura en votación interna, claudicó. Entregó el espacio a cambio de una plurinominal.
Moreno Valle no sólo fue candidato, llegó al Senado junto con Humberto Aguilar Coronado. Y a partir de ahí comenzó a construir su camino a la gubernatura de Puebla.
“Es muy probable que tengamos que ir en alianza con el PAN”, les dijo Jorge Méndez Spíndola, líder poblano de la corriente perredista Izquierda Democrática Nacional a sus correligionarios. Era diciembre de 2009 y el tema ya venía ventilándose en medios desde meses antes.
Méndez Spíndola, un viejo dirigente universitario, justificó la posible decisión ante sus correligionarios recordando las historias de alianzas entre izquierdas y derechas para vencer a un mismo enemigo. En la segunda guerra mundial para detener a Hitler y el fascismo. En Chile para terminar con la dictadura de Pinochet. En Puebla sería para sacar al PRI de Casa Puebla, pues el partido que institucionalizó la revolución llevaba ochenta años gobernando la entidad sin alternancia, aunque para ello tuvieran que echar mano de otro priista. Uno pintado de azul.
¿Cómo convenció Moreno Valle a las distintas corrientes del PRD de aliarse a un grupo antagónico como el PAN? Socorro Quezada, expresidenta estatal del PRD, dice que Moreno Valle opera por tres vías: “La primera es cooptación, la segunda es amenaza, y la tercera, y muy remota, es la convicción. Creo que pesaron más las primeras dos, y más más la primera. Y sí tenía ya el poder, en ese momento, para aplicar también la segunda. Era senador y ya empezaba a conjuntar a su alrededor una gama de personajes para ayudarle con lo segundo”.
Juan Carlos Mondragón Quintana, quien encabezaba el PAN poblano en 2010, también ha señalado la entrega de dinero o negocios por parte de Moreno Valle para hacerse de aliados. Entrevistado en 2015 dijo: “su forma de llegar es una forma de llegar comprando voluntades. Lo paradójico es que los que antes nos robaban los votos hoy dirigen el partido y gobiernan este estado”.[2]
En febrero de 2010 el CEN del PRD convocó a una reunión de consejeros en Ciudad de México para oficializar lo que sus líderes Jesús Ortega y Miguel Barbosa ya habían pactado. Y se hizo en la capital porque había temor de que las reuniones del Comité Estatal se reventaran por los opositores a la alianza. Arturo Loyola, consejero político del perredismo poblano, dijo a medios que no había condiciones para realizar las reuniones en Puebla “debido a que algunos de los consejeros políticos estatales del sol azteca han sido sobornados por el PRI y la administración estatal de Mario Marín para votar la coalición en contra, y generar conatos de violencia en ambas sesiones”.[3]
El gobierno de Marín sabía el riesgo que implicaba la alianza más allá de las cifras. El PRD en Puebla siempre se había mantenido como la tercera fuerza electoral pero con una presencia en aumento. El porcentaje del voto para los partidos de la izquierda subió de 2.7% en 1980 a 5.6% en 2004, mientras el PAN registró un crecimiento sostenido. Esas dos tendencias produjeron una caída constante, elección tras elección, del voto tricolor: de un 82.5% en 1980 a un 49.6% en 2004.[4]
El PRI y Marín sí tenían de qué preocuparse, pues más allá de la suma aritmética de los extremos políticos, la posible alianza mandaba un mensaje muy poderoso: la posibilidad de acabar con la hegemonía tricolor y su corrupción galopante, y abrirle paso a la alternancia política. Eso lo tenía claro Moreno Valle, y lo tenía más claro Fernando Manzanilla, quién fuera el estratega del grupo y actualmente ocupa una curul federal como legislador de Morena:
“Construimos la campaña bajo el mito del héroe que derrota al tirano. Fox la construyó de una manera muy clara. Los mexicanos tenemos el arquetipo de las víctimas, siempre nos pasan cosas, siempre somos los jodidos […] Cuando tienes ese escenario de víctimas y un tirano, ¿cómo haces para que se rebelen al tirano? La única forma para derrocarlo es que las víctimas se empoderen, las víctimas siempre serán más en número que el tirano, y para eso creas una figura de un héroe que viene a derrocar al tirano”.
Por eso sumar al PRD, más allá de sus porcentajes de votación, era básico para Moreno Valle y su grupo, tenían que construir la percepción de que sí se podía acabar con el PRI. La alianza se consiguió finalmente el 18 de febrero de 2010 con el voto de 85 consejeros estatales del PRD, siete en contra y una abstención.[5]
En el PAN, Moreno Valle llegó como autoexiliado del PRI y empezó, dicen algunos panistas, desde abajo, con una actitud lejana a la soberbia con la que se conduciría una vez en el poder. Consultó mucho a Rafael Micalco, presidente estatal del albiceleste en ese momento, y trató de ganar espacios y la confianza del partido. Pero también supo encontrar en el PAN a los inconformes con el control de las familias tradicionales, y alimentó sus aspiraciones.
Uno de los adeptos que Moreno Valle logró sumar en el PAN fue Pablo Rodríguez Regordosa, integrante de esas familias panistas de abolengo y quien ya había ocupado la dirigencia municipal del albiazul. Con él, dice Juan Carlos Mondragón, es con quien Moreno Valle firmó los acuerdos con el partido en caso de conseguir la candidatura.
Al final Moreno Valle obtuvo la nominación por el PAN en una elección interna que se llevó a cabo el 14 de febrero de 2010 en la que venció a Ana Teresa Aranda, panista de 21 años de militancia y crítica acérrima de Moreno Valle. Veinte días antes de ser vencida, Aranda dijo en entrevista: “El problema con Moreno Valle es que tiene un pie en el PAN, otro en el PRI, otro en el Panal, otro en Convergencia y otro en el PRD, porque a él sólo le interesa su objetivo personal”[6].
En el gabinete de la alternancia el PAN sólo obtuvo dos lugares, uno para Pablo Rodríguez Regordosa, en la Secretaría de Competitividad, Trabajo y Desarrollo Económico; y otro para Myriam Arabián Couttolenc, en la Secretaría de Desarrollo Social. Aunque Arabián duró sólo cuatro meses en el cargo, fue reemplazada por Néstor Gordillo, otro integrante del grupo cercano a Moreno Valle. Lo que Moreno Valle sí le dejó al PAN fue el gobierno de la capital poblana, y ahí se acuartelaron los militantes del panismo tradicional en torno a Eduardo Rivera Pérez. La concesión sólo les duró un trienio. En la siguiente elección Moreno Valle recuperó la posición y colocó ahí a Antonio Gali Fayad, su secretario de Infraestructura.
El PRD no tuvo ni una sola posición de peso en el gabinete. Incluso tuvo que prestar las siglas para que Antonio Gali López, hijo de Gali Fayad, llegara al Congreso del estado como diputado y líder de la bancada del Sol Azteca en la primera mitad del sexenio.
Obtener el aval de Convergencia y Nueva Alianza no fue difícil. El partido naranja tenía a Fernando Manzanilla y a Luis Maldonado Venegas en la dirigencia, y eso le abrió las puertas. A pesar de ser uno de los partidos que porcentualmente menos podía aportar a la alianza fue uno de los que más espacios ganó. Manzanilla fue nombrado Secretario General de Gobierno y Maldonado se quedó en la Secretaría de Educación Pública. Nueva Alianza, controlado por Elba Esther Gordillo, tenía como dirigente nacional a Jorge Kahwagi. La adhesión a la alianza estaba por descontada, y Moreno Valle colocó al primo de Kahwagi, José Cabalán Macari, como secretario de Administración.
La suma de partidos bajo el nombre Coalición Compromiso por Puebla para lograr la alternancia no trajo la democratización a Puebla. Como escribe Juan Luis Hernández Avendaño, politólogo de la Iberoamericana Puebla, “la alternancia se convirtió en punto de llegada y no en punto de partida”.[7] Es decir, permitió una concentración política en un nuevo grupo: uno que emergió del PRI para acabar con el PRI con las formas del PRI.
[1] www.lajornadadeoriente.com.mx/2004/03/04/oriente.html
[2] www.youtube.com/watch?v=fDiECvR8rRg
[3] www.lajornadadeoriente.com.mx/2010/02/09/puebla/pol905.php
[4] Víctor Reynoso, “Puebla 2010: ¿triunfo de la coalición o fracaso del continuismo?”, El Cotidiano 165 (ene. 2011), www.redalyc.org/articulo.oa?id=32516818003.
[5] www.lajornadadeoriente.com.mx/2010/02/19/puebla/pol103.php
[6] www.lajornadadeoriente.com.mx/2010/01/20/puebla/pol104.php
[7] Hernández Avendaño, “El morenovallismo: gobernar como el PRI desde la alianza PAN/PRD”, en JL Hernández Avendaño, coord., Cuaderno de investigación 16, Puebla, 2017, p. 8. Rafael Moreno Valle Rosas, la persistencia del autoritarismo subnacional, Universidad Iberoamericana Puebla.
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“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página, realizado por la Red de Periodistas de a Pie. Conoce más del proyecto aquí: https://piedepagina.mx«.
Egresado de Periodismo, de la UNAM. Ha trabajado en Síntesis Puebla, La Jornada de Oriente, El Columnista y Milenio Puebla. Actualmente encabeza el portalladobe.com.mx
Ha colaborado en emequis, animalpolítico, MVS Noticias, El Financiero y Revista Obras de Grupo Expansión. Ex becario Prende.
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